Las transnacionales de los medicamentos consiguen elevadas ganancias con sus producciones, muchas obtenidas utilizando materias primas de naciones del Tercer Mundo o gracias al “robo de cerebros” para la investigación.
Esa constituye cruda realidad a la cual se enfrentan día a día sobre todo los países en desarrollo o pobres. Sin embargo, lo más ultrajante para la dignidad humana es que esas grandes empresas lucren desenfrenadamente en épocas de epidemia universal.
El actual riesgo que vive la humanidad por la propagación de la influenza A (H1N1), calificada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la cual ha ocasionado la muerte de más de cuatro mil 500 personas, se convierte en buen ejemplo de las ilimitadas ansias de dinero de las transnacionales.
A fines de julio del actual año el grupo suizo Roche Holding AG anunció ganancias en el primer semestre por 937 millones de dólares, lo cual significó aumentos del 203 por ciento, y pronosticaba cantidad similar en la segunda mitad del 2009.
Los elevados dividendos provienen por las ventas del antiviral Tamiflu, utilizado para combatir la influenza A en los primeros momentos de su aparición, de acuerdo con reporte de la página digital BBC Mundo.
La compañía GlaxoSmithKline, la mayor farmacéutica de Gran Bretaña, señaló que proyectaba ganancias por mil 600 millones de dólares gracias a la comercialización de su vacuna contra esta pandemia y que la tendría disponible a fines de año y ya poseía considerables solicitudes.
Cuando la epidemia cobraba fuerza en México, Estados Unidos y Canadá, en el segundo trimestre, circuló por Internet que la empresa farmacéutica norteamericana Gilead Sciences Inc. tuvo ingresos considerables en 2005 por la venta del Tamiflu a países asiáticos temerosos de un brote de gripe aviar.
Muchas personas en el mundo consideran desleal el proceder de las transnacionales de los medicamentos por aprovecharse de situaciones de gravedad extrema para incrementar sus dividendos.
La obtención de la vacuna contra la influenza A resulta el más visionario campo para las ganancias de estas “transnacionales de los sufrimientos”.
Cada dosis tiene un precio que se mueve entre 10 y 12 dólares, nivel que para muchos países pobres es prácticamente inaccesible para cubrir a sus poblaciones, aun cuando algunas empresas internacionales accedieron a cierta rebaja en determinadas cantidades.
La preocupación mayor de las autoridades sanitarias a todos los niveles radica en la segunda emergencia de la pandemia que comienza en estos días por el cambio de estaciones en el Hemisferio Norte. Se espera, no sin temor, mayor agresividad del virus.
Aunque varios países informaron de donaciones para los grupos de mayor riesgo de contraer la enfermedad en naciones en desarrollo, lo cierto es que la obtención actual de la vacuna se dirige a las poblaciones del Primer Mundo.
Con una complicada situación epidemiológica por la combinación de la circulación en el país del virus H1N1, la gripe estacional, el dengue y la conjuntivitis, Cuba enfrenta la segunda oleada de la pandemia con todo su dispositivo de salud activado, el cual brinda atención gratuita del universo de sus servicios.
La nación cuenta con suficiente reserva del antiviral Tamiflu, que lo produce la industria farmacéutica doméstica, y solicitó cooperación a la OMS y a la OPS con vistas a adquirir las nuevas vacunas para las personas más susceptibles al virus, a pesar del elevado precio de cada dosis.
Pero como la mayor importancia en esta campaña está insistir en la población en adoptar las medidas preventivas, de higiene personal y colectiva y de acudir al médico si tiene algunos de los síntomas de la gripe estacional.
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