El golpe de Estado en Honduras cuenta con el apoyo de la administración Obama.
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«Lo ilegal lo hacemos de inmediato. Lo inconstitucional tarda más
tiempo.»

Henry Kissinger.

Henry Kissinger decía que la diplomacia es «el arte de refrenar el
poder». Obviamente, el ideólogo más influyente de la política exterior
estadounidense del siglo XX estaba haciendo referencia a la necesidad de
«refrenar el poder» de otros países y gobernantes para poder mantener
la posición dominante de Estados Unidos ante el mundo.

Presidentes como George W. Bush, empleaban el «poder duro» (Hard Power) para lograr este
fin: armas, bombas, amenazas e invasiones militares. Otros como Bill
Clinton, utilizaban el «poder suave» (Soft Power): la guerra cultural,
Hollywood, ideales, diplomacia, autoridad moral y campañas para ganar
«las mentes y corazones» de las poblaciones civiles en países
adversarios.

Pero la administración de Barack Obama ha optado por una
mutación de estos dos conceptos, fusionando el poder militar con la
diplomacia, la influencia política y económica con la cultural y legal, y
llamándolo el «poder inteligente» (Smart Power [1]).
Su primera
aplicación ha sido en el caso de Honduras, con el golpe de estado, y hasta
hoy, ha funcionado a la perfección.

Decía la Secretaria de Estado Hillary Clinton en su audiencia de
confirmación ante el Senado de Estados Unidos, que «debemos utilizar lo
que se ha llamado el «smart power», el rango completo de herramientas
que están a nuestra disposición – diplomáticas, económicas,
militares, políticas, legales y culturales – escogiendo la herramienta
correcta, o combinación de herramientas, para cada situación
. Con el
«smart power», la diplomacia sería la vanguardia de nuestra política
exterior.» Luego, Clinton reforzaba este concepto afirmando que «el
camino más sabio es primero utilizar la persuasión.» [2]

¿Qué es lo inteligente de ésta concepción? Es una forma de política
dificil de clasificar, dificil de detectar y dificil de desmontar. El caso
de Honduras es ejemplar. Por un lado, el Presidente Obama condenaba al
golpe contra el Presidente Zelaya, y por otro lado, su embajador en
Tegucigalpa se reunía constantemente con los golpistas.
La Secretaria de
Estado Clinton repetía muchas veces durante los últimos cuatro meses,
desde el primer día del golpe, que Washington no quería meterse ni
influir sobre la situación en Honduras – que eran los hondureños que
tenían que resolver su crisis, sin alguna injerencia externa.

No obstante, fue Washington que impuso la mediación de Oscar Arías, presidente de
Costa Rica, era Washington que seguía financiando al régimen golpista a
través de la USAID, y era Washington que comandaba y controlaba las
fuerzas armadas hondureñas, a través de la base militar Soto Cano
(Palmerola).

También fue el lobby de Washington que redactó el «acuerdo» de San
José, y en el final, fueron los altos funcionarios de la Casa Blanca y el
Departamento de Estado que tuvieron que «persuadir» a los hondureños
para que aceptaran ese acuerdo.
A pesar de la constante injerencia de Estados Unidos en el golpe de estado en Honduras – desde su
financiación, diseño y apoyo político hasta el apoyo militar – el
«smart power» logró distorcionar la realidad ante la opinión
pública, convertiendo al duo Obama/Clinton en los «grandes ganadores del
multilateralismo».

Lo que hizo el «smart power» fue disfrazar el unilateralismo
estadounidense de multilateralismo. Del primer día, la agenda de
Washington se impuso. El 1 de julio, los voceros del Departamento de Estado
admitieron en una rueda de prensa que tenían conocimiento previo del
golpe. También admitieron que dos altos funcionarios de la diplomacia
estadounidense, Thomas Shannon y James Steinberg, estuvieron en Honduras la semana anterior al golpe para mantener reuniones con los grupos civiles y militares que lo llevaron a cabo. Decían que su propósito era «frenar el golpe», pero ¿cómo se explica entonces el hecho de que el avión
llevando al presidente Zelaya ilegalmente fuera del país salió de la base
militar de Soto Cano, en la presencia de los militares estadounidenses? [3]

Los hechos demuestran la verdad sobre el papel de Washington en el golpe
de estado, y su posterior experimento exitoso con la aplicación del
«smart power». Sabían del golpe, financiaban a los involucrados,
ayudaron sacar al Presidente Zelaya del país y luego, utilizaron a la
Organización de Estados Americanos (OEA) – en un momento incluso en que
estaba en peligro de extinción – como fachada para imponer su agenda. En
su discurso, el Departamento de Estado siempre legitimaba a los golpistas,
llamando a «todas las partes…a resolver las disputas políticas de
manera pacífica a través del diálogo».
¿Desde cuando un usurpador ilegal del poder es considerado «una parte» légitima dispuesta a
dialogar? Obviamente es un actor criminal que no estaba dispuesto a
dialogar en primer lugar. Basada en esa lógica de Washington, el mundo
debería hacer un llamado al gobierno de Obama para que «resuelva su
disputa política con Al Qaeda de manera pacífica a través del
diálogo».

El «smart power» de Obama/Clinton logró su primera victoria durante
los primeros días del golpe cuando los estados miembros de la OEA
aceptaron la solicitud de esperar 72 horas para «darles tiempo» en
Honduras para resolver su crisis. Luego vino la imposición de la
mediación de Arías, y ya, de haber cedido tanto espacio a Washington, el
imperio tomó el reino y lo llevó hasta el final. Cuando el presidente
Zelaya se fue a Washington para reunirse con la Secretaria de Estado
Clinton, fue obvio quien estaba en control. Y asi lo jugaron, alargando el
tiempo hasta el último momento para no permitir un regreso de Zelaya que
tuviera el espacio de revertir lo que ya se habían logrado.

El pueblo se quedó fuera, los meses de represión, violencia,
persecución, violaciones, toques de queda, cierres de medios de
comunicación y torturas y asesinatos, se han olvidado. Menos mal, como
dijo el Subsecretario de Estado Thomas Shannon, luego de lograr hacer
firmar el «acuerdo» entre Micheletti y Zelaya, que la situación en
Honduras se pudo resolver «sin violencia».

Al firmar el acuerdo el pasado 30 de octubre, Washington «levantó»
las pocas restricciones que habían impuesto para presionar al régimen
golpista. Ya pueden sacar sus visas y viajar al norte, no se tienen que
preocupar por los millones de la USAID que ni siquiera se habían
suspendidos. Los militares estadounidenses en Soto Cano pueden reiniciar
todas sus actividades – bueno, realmente nunca las habían dejado de
hacer, como confirmó el Comando Sur del Pentágono, días después del
golpe: «todo está normal con nuestras fuerzas armadas en Honduras,
están haciendo sus actividades y maniobras conjuntas con los hondureños
como siempre». Washington está preparando su delegación de observadores
para las elecciones en Honduras el próximo 29 de noviembre – ya están
en camino.

Olvídanse del torturador Billy Joya y los paramilitares colombianos
enviados para ayudar al régimen golpista «controlar» la población. No
se preocupan por el arma sónica LRAD utilizado para torturar a los
habitantes en la embajada de Brasil, durante la estadía de Zelaya. No
pasó nada. Como dijo Thomas Shannon, «felicito a dos grandes hombres por
haber logrado este acuerdo histórico». Y la Secretaria de Estado Hillary
Clinton comentó que «este acuerdo es un logro tremendo para los
hondureños». ¿Disculpa, para quién?

En el final el celebrado «acuerdo» impuesto por Washington sólo llama
al congreso de Honduras – el mismo que falsificó la renuncia de Zelaya
para justificar el golpe, y el mismo que apoyó la instalación ilegal de
Micheletti en la presidencia – de determinar si quieren o no restituir a
Zelaya en la presidencia. Y sólo después de recibir una opinión de la
Corte Suprema de Honduras – la misma que opinó que Zelaya era un traidor
por promover una encuesta no vinculante sobre una posible reforma
constitucional y la misma que ordenó su captura violenta. En caso de ser
positiva la respuesta del congreso, Zelaya no tendrá ningun poder.
Su
gabinete sería impuesto por los partidos que apoyaron el golpe, las
fuerzas armadas golpistas estarían bajo el control de la Corte Suprema
golpista, y además, Zelaya podría ser enjuiciado por su supuesto
«crimen», por haber promovido una encuesta no vinculante sobre una
potencial reforma constitucional.

Según el «acuerdo», una comisión de la verdad supervisará la
implementación de los términos acordados. Hoy anunciaron que la comisión
será liderada por una ficha de Washington, el ex presidente chileno,
Ricardo Lagos. Promotor de las políticas neoliberales de Washington, Lagos
es co-director de la Junta Directiva del Diálogo Interamericano, un centro
de pensamiento estadounidense de la derecha que analiza los temas
relacionados con América Latina.

También fue encargado por la National Endowment for Democracy (NED) para crear una versión chilena, la
Fundación Democracia y Desarrollo, para «promover la democracia», al
estilo estadounidense en la región. Al salir de la presidencia en Chile,
Lagos fue Presidente del Club de Madrid – un club exclusivo de
expresidentes dedicados a «promover la democracia» por el mundo. En ese
«club», también figuran personajes vinculados con la
desestabilización de los gobiernos de izquierda en América Latina como
Jorge Quiroga y Gonzalo Sánchez de Lozada (ex presidentes de Bolivia),
Felipe González (ex primer ministro de España), Václav Havel (ex
presidente de la República Checa) y José María Aznar (ex primer ministro
de España), entre muchos otros.

En el final, el «smart power» fue suficientemente inteligente para
engañar a los que hoy se abrazan y celebran «el fin de la crisis» en
Honduras. Pero para la mayoría del pueblo latinoamericano la victoria del
«smart power» de Obama/Clinton en Honduras significa una sombra muy
oscura y peligrosa que nos acerca. Apenás, iniciativas como el ALBA
estaban logrando la independencia en América Latina del poder
estadounidense. Por primera vez, los países y pueblos se levantaban en
colectivo con dignidad y soberanía para determinar sus propios futuros. Y
llegó Obama con su «smart power» y golpeó al ALBA, debilitó la
integración latinoamericana y aplastó cualquier pensamiento sobre
independencia y soberanía en el patio trasero de Washington.

Arrodillados y entregados ante Washington, «fue resuelta» la crisis en
Honduras, la misma que se había fomentado en el norte. Ahora, se habla de
Paraguay, Nicaragua, Ecuador y Venezuela, donde cada día aumenta la
subversión, la contrainsurgencia y la desestabilización. El pueblo de
Honduras sigue en resistencia, a pesar del «acuerdo» entre sus
gobernantes. Su insurrección y compromiso con la reivindicación de sus
derechos es el símbolo de la dignidad. La única manera de derrotar a la
agresión imperial – que sea inteligente o que sea bruta – es a través
de la unión e integración de los pueblos, a todo nivel.

[1Smart Power, que se traduce como el «Poder Inteligente» es el término utilizado para designar en las relaciones internacionales la «capacidad de combinar una posición o postura [política] dura y otra suave, que conduzca a la victoria». Smart Power es entonces la estrategia política que utiliza la diplomacia, la persuasión, la capacidad de construir y la amenaza. Es la manera de proyectar su poder [intereses] gracias a las influencias ejercidas. Busca también la obtención de una legitimación social y política, que emplea a la vez la utilización de la fuerza militar [o chantaje militar] y otras formas de diplomacia. Este término fue definido por Joseph Nye (1937) quien fue Sub-Secretario de Estado en la administración Carter y ocupó el puesto de Secretario Adjunto a la Defensa en la administración Clinton. Se le considera en los EEUU como uno de los más grandes pensadores liberales en política extranjera, es decir el equivalente liberal de su homólogo conservador, el politólogo Samuel Huntington.
Concerniendo al origen de este concepto, leer: « Washington decreta un año de tregua global », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 10 de diciembre de 2007.

[2Leer tambien : « Discurso de Hillary Clinton en el Consejo de Relaciones Exteriores », Red Voltaire, 15 de Julio de 2009.

[3« El caso de Honduras: Washington en la cuerda floja », por Arnold August, Red Voltaire, 16 de Agosto de 2009.