Avanzan con celeridad los preparativos para efectuar en La Habana la VII Cumbre de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA), en el marco del quinto aniversario (14 de diciembre) de la mayor esperanza que han tenido los latinoamericanos para liberarse del sistema neoliberal impuesto por Estados Unidos.
Hace un lustro, en esa fecha, surgió en la capital cubana la Alternativa Bolivariana de Nuestra América (ALBA), rubricada inicialmente por los mandatarios Hugo Chávez, de Venezuela y Fidel Castro, de Cuba, pero con bases y perspectivas que la proyectaban lejos hacia el futuro.
La iniciativa revertía enorme importancia para eludir las trampas que tendían a la región las recetas del libre mercado y, desde su rúbrica inicial, el proyecto quedó abierto para todos los países de la región que desearan integrarlo.
Mientras Estados Unidos presionaba y empujaba en secretas conspiraciones a los gobiernos latinoamericanos para acelerar la firma de la llamada Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), cada vez con mayores críticos entre las organizaciones sociales, las grandes masas y los partidos progresistas, los firmantes del ALBA publicaron inmediatamente, y de forma íntegra, los postulados que daban vida a la nueva institución internacional.
Su base pone el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, en la verdadera integración de los países, la solidaridad y complementariedad de las economías y crea mecanismos para compensar los desequilibrios entre los países miembros.
Con la victoria de Evo Morales, Bolivia se incorporó en 2006. Luego lo haría Nicaragua y más adelante Antigua y Barbuda, Honduras, Ecuador, San Vicente y las Granadinas y Dominica. Se demostraban las ventajas reales que esos países veían en los nuevos mecanismos de integración nacidos en el seno de América Latina.
Existen ejemplos: la reconstruida refinería en Cienfuegos, Cuba. Los proyectos similares para Nicaragua y Ecuador. Las empresas gran nacionales (en oposición a las transnacionales) que surgen rápidamente y en diversas ramas como la energía, pesca, telecomunicaciones, minería, agricultura y otros sectores y benefician a más de un país, incluso sin ser miembro del ALBA.
Entre los grandes propósitos está la creación del Banco del ALBA para manejar sus propias finanzas, eliminar la dependencia del Fondo Monetario Internacional y financiar los proyectos en ejecución y que, según anunció Hugo Chávez en Caracas, será uno de los puntos a abordar en la venidera Cumbre de La Habana.
El otro gran paso, acompañante de la creación del Banco, fue la decisión de establecer una moneda electrónica denominada Sucre (Sistema Único de Compensaciones Regional de Pagos), que comience también a circular el próximo año y elimine la engorrosa dependencia del dólar en las transacciones entre los miembros.
ALBA nació denominándose Alternativa, pero los avances en su estructura determinaron en la VI Cumbre de Maracay, en octubre pasado, cambiar su denominación por Alianza, pues el mecanismo de integración posee ahora consejos político, económico y social y adelanta los pasos para la fundación de una secretaría permanente.
Según ha declarado el presidente Hugo Chávez, existe la modificación de códigos, de sentido y de fondo, pues la institución integracionista pasó de ser propuesta teórica a plataforma política regional, geopolítica y de poder, en defensa de la independencia, la soberanía, la autodeterminación y los intereses de los pueblos que la constituyen.
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