La Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) ha constituido un hito en el proceso de integración de América Latina y está lejos de las apetencias imperiales por devorar el continente.
De ahí que su programa preocupe a muchas instancias en Washington.
La rapidez con que se han adherido nuevos países a esta alianza de pueblos atestigua que los gobiernos consideran sus documentos básicos como cimiento integracionista con ventajas y reales posibilidades de desarrollo conjunto.
En estos días los expertos de las más diversas ramas de la actividad humana aceleran los preparativos de los documentos que se someterán a los mandatarios de Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Honduras, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas y Ecuador, durante la celebración en La Habana de la VIII Cumbre Extraordinaria del ALBA, este 14 de diciembre, exactamente a cinco años de que los presidente Fidel Castro y Hugo Chávez firmaran sus documentos bases.
No se ha adelantado cuáles y cuántos acuerdos firmarán los representantes de esos países, pero de seguro trabajarán en la profundización de los campos en los cuales la colaboración se materializa: salud pública, educación, energía, agricultura, telecomunicaciones y el importante sector financiero, que deberá permitir la independencia estratégica respecto al Fondo Monetario Internacional (FMI) y Estados Unidos.
Ya el Presidente venezolano adelantó que se le dedicará espacio al Sistema Único de Compensación Regional de Pagos, con una moneda electrónica, virtual, el Sucre, la cual permitirá eludir el empleo del dólar en las operaciones comerciales entre los socios.
Todos los pasos dados para extender y fortalecer el ALBA constituyen dolor de cabeza para Estados Unidos, pues su filosofía económica está basada en el libre mercado y las recetas neoliberales que desataron el aumento considerable de la pobreza en América Latina y el Caribe.
Por Tanto, la Alianza Bolivariana resulta para Washington y las oligarquías latinoamericanas piedra en el zapato. Espejo en el que no desean se miren las grandes mayorías de la región, las cuales, en su momento, derrotaron al ALCA y sus pretensiones de apoderarse totalmente del mercado en América Latina.
El ALBA es exactamente la unidad total preconizada por el Libertador Simón Bolívar y con la que soñó José Martí en la preparación de la guerra necesaria para defender a nuestra América: la integración en un solo ente político, unido y diverso, luego reclamado por otros próceres y por el cual luchan desde su surgimiento Fidel y Chávez.
El golpe de Estado en Honduras devino ataque directo al ALBA —de la que es miembro el legítimo gobierno de José Manuel Zelaya—y al avance integrador de la región latinoamericana y caribeña.
Atinadamente, la resolución final de la VI Cumbre Extraordinaria en Maracay, Venezuela, en junio del 2009, expresa la consolidación del grupo como alianza política, económica y social en defensa de la independencia, la soberanía, la autodeterminación, la identidad y los intereses de los pueblos frente a los intentos de dominación imperialista.
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