En Cuenca, ERCO, una de las fábricas más grandes del país, fue tomada por 450 trabajadores que protestan por la sobreexplotación a la que son sometidos por los patronos.
Mirar a los ojos de un hombre que ha puesto en peligro su propia existencia, su trabajo como fuente de ingreso para el sustento familiar, y que camina altivo hasta ver resueltos sus reclamos, que son los mismos de sus compañeros obreros, es algo simplemente emocionante. Es un héroe–hombre de carne y hueso, que ha rebasado la mezquindad del individuo y se organiza junto a sus iguales para exigir por todos y todas. Estas líneas pretenden contar la lucha de los compañeros de ERCO, en la ciudad de Cuenca, en la que más de 450 trabajadores se tomaron una de las fábricas más grandes del sur del país.
ERCO, Ecuadorian Rubber Company (Compañía Ecuatoriana de Caucho), fue fundada hace 54 años en la ciudad de Cuenca; se la conoce como Llantas General, quien fabrica llantas desde 1962. En 1987 Continental AG de Hannover – Alemania compra General Tire & Rubber Company, dando paso a la exportación de sus productos hacia la región andina desde el año 1994. Ese mismo año se crea la marca General Tire o su imagen corporativa de “Continental – General Tire”. Sus negocios alcanzan a 17 países, con una producción de 6000 llantas diarias, además de la importación de repuestos y productos varios. Posee otras marcas paralelas que diversifican e incrementan su valor.
Hace más de un año y medio se implementó en la planta industrial el Sistema Integral de Manufactura (SIM). Se trata de un conjunto de dispositivos electrónicos para el control por impulsos de la maquinaria, entendiendo que esta funciona al ritmo del obrero. Quiere decir que mide el número de productos terminados por trabajador. Junto a cada operario se encuentra una pantalla que le indica en unidades su productividad; se tiene así: franjas superiores en las que la producción llega a su tope alto, suponiendo un esfuerzo total del trabajador; franjas medias en las que el trabajo aunque menor sigue siendo aceptado por la empresa; otra franja en la que se ubica producción deficiente y una última como medida de para momentánea.
Un joven recién integrado a laborar, con ansias de mantenerse de forma definitiva como empleado de la fábrica, frente a un compañero mayor, agotado por el esfuerzo de años y con limitaciones de salud inherentes al riesgo laboral, siempre generará una producción mayor. Esa medida alta es tomada como referencia de los patronos, exigiendo así, que toda la cadena se movilice al mismo ritmo. ¿No sería más lógico encontrar un número medio? Para la lógica de acumulación esto no cabe y la sobreexplotación al obrero se convierte en regla, agravada por las medidas punitivas contra los retrasos. El mismo joven que impuso una marca alta, está impedido para mantenerla en muy corto tiempo; su cuerpo y salud no lo permiten. Lejos de los ofrecimientos de que el sistema no tendría uso contrario a los obreros, sirve como herramienta de opresión, con la que se justifica el recorte práctico de los sueldos, ya que las medidas bajas de producción registradas por el SIM, no son considerados tiempo trabajado. No se paga ese tiempo.
Frente a ello, en abril del presenta año, como resultado de conflictos no atendidos por la dirección empresarial durante un año, sumados al tema puntual del SIM, se elaboró un pliego de peticiones que abarca 5 aspectos: 1) Cumplimiento de la Constitución en su art. 326 que reza que a igual trabajo igual remuneración; 2) Frente al incremento salarial de tres compañeros de la planta, se exige cumplimiento del Contrato Colectivo firmado con la empresa, que obliga a extender a todos los trabajadores, afiliados al sindicato o no, los beneficios superiores entregados a solo un grupo; 3) Retiro del SIM por atentar contra los derechos de los trabajadores y por constituirse en un arma para la sobreexplotación; 4) Respeto a los períodos de vacaciones, ya que estos han sido manipulados desde la patronal; 5) Multa indemnizatoria contra la empresa, por los incumplimientos.
Dos asambleas generales convocan a la huelga. El 31 de julio se paralizan las actividades por 21 días; el Ministro del Trabajo acude a mediar en el conflicto y se acuerda un pacto de 45 días para resolver las peticiones.
El 25 de septiembre, 10 días antes del plazo de negociación, la empresa modifica el documento de las resoluciones a las que se llegó entre trabajadores, empleadores y ministerio. El representante del ministerio, indignado junto a los trabajadores, no firmó el acuerdo pues no recogía los planteamientos básicos de los diálogos.
El día 7 de octubre, amparados en la ley, los trabajadores retomarían la huelga. Al llamado de la Subsecretaria de Trabajo de la Sierra y la Amazonía, Dra. Margarita de la Cueva, quien veía la posibilidad de concretar un acuerdo durante ese día, se suspende la medida. Por la noche, voceros de la empresa nuevamente se retractan de los compromisos en una comunicación entregada a la misma subsecretaria. Al día siguiente la huelga va.
El domingo 29 de noviembre inició la huelga de hambre y la vigilia. El martes 1 de diciembre se dio sentencia por parte del tribunal de Arbitraje y Conciliación, en calidad de juez de segunda (última) instancia, ratificando la paralización como legal, además de lícita. Se rechazaron 4 de los 5 puntos exigidos. Solo el segundo punto se recoge, que tiene que ver con la igual remuneración para los trabajadores. Quedan pendientes elementos como: el funcionamiento con el SIM, vacaciones, etc. La patronal sale derrotada y aunque dice que cumplirá con la ley, amenaza con interponer acciones. El sindicato presenta un nuevo pliego de peticiones, que será litigado a la par del reinicio de actividades, este viernes 4 de diciembre.
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