Francia, Reino Unido, Israel y Qatar han preparado un enésimo plan de intervención en Siria. Unos 6 000 yihadistas, 4 000 de ellos provenientes del Líbano, podrían atacar en cualquier momento el barrio residencial de Mazzeh, al sur de Damasco, donde se hallan numerosas embajadas y residencias de altos responsables civiles y militares. Se orquestaría además un incidente con armas químicas al otro extremo del país como medio de agravar la tensión. El escenario incluye un general traidor que afirmaría haber tomado el control del poder y que pediría ayuda a los occidentales, justificando así una intervención militar extranjera sin mandato de la ONU.
Varios intentos de golpe de Estado militar han sido orquestados ya por los occidentales a lo largo de 2012. Todos fracasaron y nada permite creer que esta vez pueda suceder lo contrario.
El tiempo se acaba para los países que se oponen a la aplicación del plan de paz de Ginebra, concluido entre Estados Unidos y Rusia, ya que dicho plan que debe ser presentado al Consejo de Seguridad de la ONU en febrero de 2013, o sea justo después de la confirmación de la nueva administración Obama por parte del Senado estadounidense. Ello implica que todo tipo de nuevas intentonas antigubernamentales preparadas en el exterior pueden producirse durante los dos próximos.
Se ignora aún cómo reaccionarán Rusia e Irán ante la nueva operación contra Siria. El presidente ruso Vladimir Putin ha declarado que está listo para defender a Siria «hasta en las calles de Moscú», o sea que está dispuesto a entrar en guerra. Por su parte, Irán ha señalado siempre que Siria forma parte de su línea de defensa y, por consiguiente, que no la dejará sola. Aún en caso de que esas declaraciones fuesen palabras al viento, al tomar la iniciativa de dar inicio a una intervención militar contra Siria, los gobiernos de Francia, Gran Bretaña, Israel y Qatar estarían arriesgándose a provocar un incendio generalizado en la región.
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