Señor Presidente de la Cámara de Representantes, Señor Vicepresidente, miembros del Congreso, y conciudadanos:
Hace cincuenta y un años, John F. Kennedy declaró ante esta Cámara que "la Constitución no nos convierte en rivales por el poder sino en socios por el progreso. Mi tarea," dijo ese día, "es comunicar el Estado de la Unión, mejorar es la tarea de todos nosotros."
Esta noche, gracias al tesón y la determinación del pueblo americano, podemos informar que ha habido mucho progreso. Después de una década de guerra agotadora, nuestros valientes hombres y mujeres uniformados están regresando a casa. Después de varios años de una penosa recesión, nuestros negocios han creado más de seis millones de nuevos empleos. Compramos más autos americanos que lo que hemos hecho en cinco años, y menos petróleo extranjero que lo que hemos hecho en veinte. Nuestro mercado de la vivienda está sanándose, nuestro mercado de valores está resurgiendo, y los consumidores, los pacientes y los dueños de casas disfrutan de protecciones más fuertes que las que hayan tenido en el pasado.
Juntos, hemos despejado los escombros de la crisis, y podemos decir con una confianza renovada que el estado de nuestra unión es más fuerte.
Pero nos reunimos aquí sabiendo que hay millones de estadounidenses cuyo duro trabajo y dedicación aun no han sido recompensados. Nuestra economía está agregando empleos, pero demasiada gente aun no puede encontrar empleo a tiempo completo. Las utilidades corporativas se han disparado a altos niveles sin precedente y, sin embargo, durante más de una década, los salarios y los ingresos apenas han cedido.
Entonces, es obligación de nuestra generación arrancar nuevamente el verdadero motor del crecimiento económico de los Estados Unidos, que es una clase media próspera y creciente.
Tenemos la tarea por cumplir de restablecer la premisa básica en que se construyó este país; la idea de que, si uno trabaja duro y cumple sus responsabilidades, uno puede salir adelante, independientemente del lugar de donde uno proceda, de la fisonomía que uno tenga, o de a quién uno ame.
Tenemos la tarea por cumplir de cerciorarnos de que este gobierno haga su labor en nombre de los muchos, y no de los pocos; que este fomente la libre empresa, recompense la iniciativa individual, y le abra las puertas de la oportunidad a todo niño en todas partes de esta gran nación.
El pueblo americano no espera que el gobierno solucione todos los problemas. Ellos no esperan que los que estamos en esta sala estemos de acuerdo en todos los asuntos. Sin embargo, ellos sí esperan que pongamos los intereses de la nación por encima del partido. Ellos esperan que forjemos un compromiso razonable donde nos sea posible. Puesto que ellos saben que los Estados Unidos van adelante solo cuando lo hacemos conjuntamente, y que la responsabilidad de mejorar esta unión sigue siendo la tarea de todos nosotros.
Nuestra labor tiene que comenzar tomando ciertas decisiones básicas sobre nuestro presupuesto; decisiones que tendrán un impacto inmenso en la solidez de nuestra recuperación.
Durante estos últimos años, ambos partidos han colaborado para reducir el déficit en más de $2.5 billones, mayormente con recortes de gastos, pero también con aumentos en las tasas de impuestos para el 1 por ciento más rico de los estadounidenses. Por lo tanto, estamos a más de la mitad de camino de alcanzar la meta de $4 billones en la reducción del déficit que dicen los economistas que necesitamos para estabilizar nuestras finanzas.
Ahora tenemos que terminar esta labor. Y la pregunta es la siguiente: ¿cómo?
En 2011, el Congreso aprobó una ley que estipula que, si ambos partidos no podían llegar a un acuerdo sobre un plan para alcanzar nuestra meta del déficit, cerca de un monto de un billón de dólares de recortes al presupuesto entraría automáticamente en vigor este año. Esos recortes súbitos, graves y arbitrarios pondrían en peligro nuestra disponibilidad militar. Devastarían prioridades tales como la educación, la energía, y las investigaciones médicas. Definitivamente desacelerarían nuestra recuperación y nos costarían cientos de miles de empleos. Y por eso es que Demócratas, Republicanos, líderes empresariales y economistas ya han dicho que esos recortes, conocidos aquí en Washington como “el recorte automático”, son una idea pésima.
Ahora bien, algunos en este Congreso han propuesto impedir solo los recortes de la defensa haciendo recortes aun mayores a cosas tales como la educación y la capacitación laboral; los beneficios de Medicare y del Seguro Social.
Esa idea es aun peor. Es cierto, el mayor impulsor de nuestra deuda a largo plazo es el costo creciente del cuidado de la salud para una población que envejece. Y aquellos de nosotros a quienes nos importan grandemente los programas tales como Medicare tenemos que aceptar la necesidad de hacer reformas modestas. De no ser así, nuestros programas de jubilación le quitarán a las inversiones que necesitamos para nuestros hijos, y pondrán en peligro la promesa de una jubilación segura para las generaciones futuras.
Sin embargo, no podemos pedirles a las personas de la tercera edad y a las familias trabajadoras que acarreen el peso completo de la reducción del déficit mientras no les pedimos nada más a los más ricos y más poderosos. No podemos fomentar la clase media simplemente pasándoles el costo del cuidado de la salud o de los estudios universitarios a las familias que ya enfrentan dificultades, ni tampoco forzando a las comunidades a dejar cesantes a más maestros, policías y bomberos. La mayoría de los estadounidenses, tanto Demócratas, como Republicanos e independientes, entiende que no podemos simplemente hacer recortes para llegar a la prosperidad. Ellos saben que el crecimiento económico generalizado requiere un enfoque equilibrado a la reducción del déficit, con recortes de gastos y con ingresos, y haciendo que todos hagan lo que les corresponde hacer. Y ese es el enfoque que yo les ofrezco esta noche.
Sobre el Medicare, estoy listo para promulgar reformas que lograrán el mismo monto de ahorros en el cuidado de la salud para principios de la próxima década que las reformas propuestas por la comisión bipartidista Simpson-Bowles. Hasta ahora, la Ley de Cuidado de Salud Costeable está contribuyendo a aminorar el aumento de los costos del cuidado de la salud. Las reformas que yo propongo van más allá de esto. Reduciremos los subsidios de los contribuyentes a las compañías farmacéuticas y les pediremos más a las personas de la tercera edad que cuentan con más recursos. Reduciremos los costos mediante un cambio en la manera en que nuestro gobierno paga por el Medicare, debido a que nuestras facturas médicas no deben basarse en la cantidad de pruebas prescritas ni en los días de ingreso en el hospital sino que deben basarse en la calidad del cuidado recibido por las personas de la tercera edad. Y estoy dispuesto a considerar otras reformas que propongan ambos partidos, siempre que estas no violen la garantía de una jubilación segura. Nuestro gobierno no debe hacer promesas que no podamos cumplir, pero tenemos que mantener las promesas que ya hayamos hecho.
Para llegar a la meta de la reducción del resto de nuestro déficit, debemos hacer lo que han sugerido los líderes de ambos partidos, y ahorrarnos cientos de miles de millones de dólares deshaciéndonos de los vacíos legales y las deducciones para los acaudalados y los que están bien conectados. Después de todo, ¿por qué optaríamos por hacer recortes más severos a los programas de educación y al Medicare simplemente para proteger los beneficios fiscales de intereses especiales? ¿Resulta justo eso? ¿De qué manera promueve eso el crecimiento?
Ahora tenemos nuestra mejor oportunidad para una reforma fiscal integral, de carácter bipartidista, que fomente la creación de trabajos y ayude a reducir el déficit. El pueblo americano merece un código fiscal que ayude a las pequeñas empresas a invertir menos tiempo llenando formularios complicados y más tiempo expandiendo su negocio y contratando gente; un código fiscal que garantice que los multimillonarios que tienen contadores superpotentes no puedan pagar una tasa de impuestos más baja que sus secretarias trabajadoras; un código fiscal que reduzca los incentivos para trasladar empleos al extranjero, y que reduzca las tasas de impuestos para los negocios y empresas manufactureras que creen empleos aquí mismo en los Estados Unidos. Eso es lo que puede representar una reforma del sistema tributario. Eso es lo que podemos lograr juntos.
Estoy consciente de que la reforma tributaria y la reforma de programas de la red social no serán fáciles. La política será difícil para ambas partes. Ninguno de nosotros conseguirá el 100 por ciento de lo que queremos. Pero la alternativa nos costará empleos, perjudicará a nuestra economía, e impondrá dificultades a millones de estadounidenses que trabajan duro. De manera que pongamos a un lado los intereses de los partidos, y colaboremos para aprobar un presupuesto que reemplace los recortes desatinados con ahorros e inversiones sensatos en nuestro futuro. Y hagámoslo sin las políticas arriesgadas carentes de garantía que son estresantes para los consumidores y alarmantes para los inversionistas. La más extraordinaria nación de la Tierra no puede continuar manejando sus negocios dejándonos llevar de una crisis fabricada a otra. Pongámonos de acuerdo, aquí mismo, ahora mismo, en mantener el gobierno del pueblo abierto, pagar nuestras cuentas a tiempo, y defender en todo momento la completa fe y el crédito de los Estados Unidos de América. Ya que el pueblo americano ha laborado muy duro durante demasiado tiempo en la reconstrucción después de una crisis para entonces ver que sus funcionarios electos ocasionen otra.
Ahora bien, la mayoría de nosotros está de acuerdo en que un plan para reducir el déficit tiene que ser parte de nuestra agenda. Pero seamos precisos: la reducción del déficit por sí sola no es un plan económico. Una economía creciente que cree empleos buenos de clase media; esa tiene que ser la Estrella del Norte que guíe nuestros esfuerzos. Cada día debemos hacernos tres preguntas como nación: ¿Cómo podemos atraer más empleos a nuestras costas? ¿Cómo equipamos a nuestra gente de las habilidades necesarias para desempeñar esos empleos? Y, ¿cómo nos cercioramos de que el trabajo duro dé lugar a un medio de vida decente?
Hace año y medio, yo propuse una Ley para Trabajos Estadounidenses que economistas independientes opinaron que crearía más de un millón de nuevos empleos. Le agradezco al último Congreso la aprobación de una parte de esa agenda, y le exhorto a este Congreso a que apruebe el resto. Esta noche, voy a presentar propuestas adicionales que estarán pagas completamente y que cumplen con el marco de referencia del presupuesto al que ya han acordado ambos partidos hace 18 meses. Les repito, nada de lo que propongo esta noche debe aumentar nuestro déficit ni por diez centavos. No es un gobierno más grande lo que necesitamos, sino un gobierno más sensato que establezca prioridades y que invierta en un crecimiento generalizado.
Nuestra primera prioridad es hacer que los Estados Unidos sean un imán para atraer nuevos empleos y manufactura.
Después de eliminar empleos durante más de 10 años, nuestras empresas manufactureras han agregado alrededor de 500,000 empleos durante los últimos tres. Caterpillar está trayendo empleos de vuelta de Japón. Ford está trayendo empleos de vuelta de México. Después de establecer plantas en otros países como China, Intel está abriendo su planta más moderna aquí en casa. Y este año, Apple nuevamente comenzará a fabricar las computadoras Mac aquí en los Estados Unidos.
Hay cosas que podemos hacer, ahora mismo, para acelerar esa tendencia. El año pasado, creamos nuestro primer instituto de innovación en la manufactura en Youngstown, Ohio. Un almacén que había estado cerrado actualmente es la sede de un laboratorio de arte en el que nuevos trabajadores están haciéndose expertos en impresión de 3D que tiene el potencial de revolucionar la manera en que hacemos prácticamente todo. No hay motivo por lo que esto no pueda suceder en otras ciudades y pueblos. Así es que, esta noche, estoy anunciando el lanzamiento de tres más de estos centros de manufactura, en los que los negocios se aliarán con los Departamentos de Defensa y de Energía para convertir regiones dejadas atrás por la globalización en centros globales de empleos y manufactura de alta tecnología. Y le exhorto a este Congreso a que ayude a crear una red de quince de estos centros y así garantizar que la próxima revolución en la manufactura esté Hecha en Estados Unidos.
Si queremos fabricar los mejores productos, también tenemos que invertir en las mejores ideas. Cada dólar que invertimos para correlacionar el genoma humano redituó $140 a nuestra economía. Actualmente, nuestros científicos están correlacionando el cerebro humano para descubrir las respuestas al padecimiento de Alzheimer; desarrollando medicamentos para regenerar los órganos dañados; creando nuevos materiales para que las baterías tengan diez veces más potencia. Ahora no es el momento de aniquilar estas inversiones que crean empleos en ciencias e innovación. Ahora es el momento de llegar a un nivel de investigación y desarrollo nunca visto desde la cima de la Carrera Espacial. Y actualmente, ningún área tiene mayor promesa que nuestras inversiones en la energía americana.
Después de años de hablar del asunto, finalmente estamos posicionados para controlar nuestro futuro en materia de energía. Producimos más petróleo en el país que lo que hemos hecho en 15 años. Hemos duplicado la distancia que pueden recorrer nuestros autos con un galón de gasolina, y la cantidad de energía renovable que generamos de fuentes tales como la eólica y la solar, contando con la evidencia de decenas de miles de buenos empleos americanos. Producimos más gas natural que lo que hayamos hecho hasta ahora y, consecuentemente, las facturas de electricidad de casi todos son más bajas. Y, durante los últimos cuatro años, nuestras emisiones de la peligrosa contaminación ocasionada por el carbono que amenaza a nuestro planeta realmente han disminuido.
Pero por el bien de nuestros hijos y de nuestro futuro, tenemos que hacer más para combatir el cambio climático. Es cierto, la realidad es que ningún evento por sí solo establece una tendencia. Pero el hecho es que los 12 años de más calor en la historia todos han ocurrido en los últimos 15. Ahora, las olas de calor, las sequías, los incendios forestales, y las inundaciones son más frecuentes e intensas. Podemos optar por creer que la Supertormenta Sandy, y la sequía más severa en varias décadas, y los peores incendios forestales que hayan experimentado algunos estados fueron simplemente una desafortunada casualidad. O podemos optar por creer en el juicio contundente de la ciencia y tomar medidas antes de que sea demasiado tarde.
La buena noticia es que podemos lograr un progreso significativo sobre este tema al tiempo que impulsamos un crecimiento económico sólido. Exhorto al Congreso a que procure encontrar una solución al cambio climático de carácter bipartidista y basada en el mercado, como en la que John McCain y Joe Lieberman colaboraron hace unos años. Pero si el Congreso no toma medidas pronto para proteger a las generaciones futuras, yo lo haré. Yo le daré instrucciones a mi Gabinete para que formule medidas ejecutivas que podamos tomar, ahora y en el futuro, para reducir la contaminación, preparar a nuestras comunidades para las consecuencias del cambio climático, y agilizar la transición a fuentes de energía más sostenibles.
Hace cuatro años, otros países dominaban el mercado de la energía limpia y los empleos que esto conllevaba. Eso lo hemos comenzado a cambiar. El año pasado, la energía eólica agregó casi la mitad de toda la nueva capacidad de la energía en los Estados Unidos. Así es que generemos aun más. La energía solar se hace menos costosa cada año, así es que logremos reducir los costos aun más. Mientras países como China continúen invirtiendo a todo tren en la energía limpia, también tenemos que hacerlo nosotros.
Mientras tanto, el auge del gas natural nos ha resultado en la producción de energía más limpia y mayor independencia en materia de energía. Por eso es que mi Administración seguirá eliminando más burocracia y agilizará los permisos nuevos de petróleo y gas. Pero también quiero trabajar con este Congreso para fomentar las investigaciones y la tecnología que ayuden a quemar el gas natural con de manera aun más limpia y a proteger nuestro aire y nuestra agua.
De hecho, mucha de esta energía recién descubierta se extrae de los terrenos y las aguas que son propiedad de todos nosotros, es decir, del público. Así es que, esta noche, propongo que usemos algunos de nuestros ingresos de petróleo y gas para financiar un Fideicomiso para la Seguridad de la Energía que impulsará las nuevas investigaciones y tecnología que se requieren para que nuestros autos y camiones puedan prescindir totalmente del petróleo. Si una coalición no afiliada a ningún partido de Directores Ejecutivos y de generales y almirantes jubilados puede respaldar esta idea, nosotros también podemos. Tomemos sus consejos y liberemos a nuestras familias y negocios de las dolorosas subidas de los precios de la gasolina que hemos tolerado durante demasiado tiempo. Esta noche, también estoy presentado una nueva meta para los Estados Unidos: recortemos a la mitad la energía que puedan desperdiciar nuestras casas y nuestros negocios durante los próximos veinte años. Los estados con las mejores ideas para crear empleos y reducir las facturas de energía con la construcción de edificios más eficientes recibirán apoyo federal para ayudarlos a que eso se convierta en realidad.
El sector de la energía en los Estados Unidos es solo una parte de una infraestructura envejecida que necesita reparación. Pregúntenle a cualquier Director Ejecutivo dónde preferiría ubicarse y contratar: en un país con carreteras y puentes en deterioro, o en uno con ferrocarriles y con internet de alta velocidad; escuelas de alta tecnología y redes autoregenerantes de distribución de la electricidad. El Director Ejecutivo de Siemens America, que es una compañía que trajo cientos de nuevos empleos a Carolina del Norte, ha dicho que si optimizamos nuestra infraestructura, ellos traerán incluso más empleos. Y yo sé que ustedes quieren estos proyectos de creación de empleos en sus distritos. Los he visto a todos ustedes en las ceremonias de corte de cinta.
Esta noche, propongo un programa de “Arreglarlo primero” para hacer que la gente trabaje lo antes posible en nuestras reparaciones más urgentes, tales como los cerca de 70,000 puentes con estructuras deficientes a través de todo el país. Y para garantizar que los contribuyentes no tengan que sobrellevar toda la carga, también propongo una Alianza para Reconstruir a los Estados Unidos que atraiga capital privado para optimizar lo que nuestros negocios más necesitan: puertos modernos para transportar nuestra mercancía; tuberías modernas que puedan resistir una tormenta; escuelas modernas como las que merecen nuestros hijos. Demostremos que no hay un lugar mejor para hacer negocios que los Estados Unidos de América. Y comencemos a hacerlo ahora mismo.
Parte de nuestro esfuerzo de reconstrucción también tiene que incluir a nuestro sector de la vivienda. Actualmente, nuestro mercado inmobiliario finalmente se está recuperando del derrumbe de 2007. Los precios de las casas están subiendo al ritmo más acelerado en seis años, las compras de casas han subido cerca de un 50 por ciento, y la construcción se está expandiendo nuevamente.
Sin embargo, incluso con las tasas hipotecarias cerca de su punto más bajo en 50 años, demasiadas familias que tienen buen crédito y que quieren comprar casa están siendo rechazadas. Demasiadas familias que nunca han dejado de hacer un pago y que quieren refinanciar están recibiendo respuestas negativas. Eso no permite que nuestra economía prospere, y tenemos que arreglarlo. Ahora mismo, hay una propuesta de ley en este Congreso que le ofrecería a todo dueño de casa responsable en los Estados Unidos la oportunidad de ahorrarse $3,000 al año con una refinanciación a las tasas de hoy en día. Los Demócratas y los Republicanos lo apoyaron anteriormente. ¿Qué es lo que estamos esperando? Hagan una votación. Envíenme ese proyecto de ley. Ahora mismo, hay regulaciones que se superponen y que impiden que familias jóvenes responsables puedan comprar su primera casa. ¿Qué es lo que nos detiene? Optimicemos el proceso, y contribuyamos al crecimiento de nuestra economía.
Estas iniciativas en la manufactura, la energía, la infraestructura, y la vivienda ayudarán a los empresarios y a las pequeñas empresas a expandirse y crear nuevos empleos. Sin embargo, nada de eso hará diferencia salvo que también equipemos a nuestros habitantes de las habilidades y la capacitación para ocupar esos empleos. Y eso tiene que comenzar a la edad más temprana posible.
Un estudio tras otro indica que, mientras más pronto comience un niño a aprender, mejor rendimiento este tendrá a la larga. Sin embargo, actualmente, menos de 3 de cada 10 niños de cuatro años de edad están inscritos en un programa pre-escolar de alta calidad. La mayoría de los padres de clase media no pueden darse el lujo de pagar varios cientos de dólares a la semana en un pre-escolar privado. Y, para los niños pobres que necesitan la mayor cantidad de ayuda, la falta de acceso a la educación pre-escolar puede ensombrecerlos para el resto de sus vidas.
Esta noche, propongo colaborar con los estados para poner el pre-escolar de alta calidad a la disposición de todo niño en los Estados Unidos. Cada dólar que invertimos en la educación pre-escolar de alta calidad puede ahorrar más de siete dólares más adelante con el mejoramiento de las tasa de graduación, la reducción del embarazo en la adolescencia, e incluso la reducción de la delincuencia violenta. En los estados que hacen una prioridad de la educación de nuestros niños más pequeños, tales como Georgia u Oklahoma, los estudios indican que los estudiantes tienen mayor probabilidad de leer y tener conocimientos de matemáticas a nivel de grado, graduarse de la escuela secundaria, mantener un trabajo, y formar sus propias familias más estables. Así es que hagamos lo que logra resultados, y cerciorémonos de que ninguno de nuestros muchachos comience la carrera de la vida teniendo desventaja. Démosles esa oportunidad a nuestros muchachos.
Asegurémonos también de que un diploma de la escuela secundaria abra el camino a un buen trabajo para nuestros hijos. Ahora mismo, países como Alemania se concentran en fomentar la graduación de sus estudiantes de escuela secundaria con el equivalente de un título técnico otorgado por uno de nuestros institutos comunitarios de educación superior, y de esa manera están listos para tomar un empleo. En las escuelas como P-Tech en Brooklyn, los estudiantes se gradúan con un diploma de la secundaria y un título universitario de dos años en sistemas informáticos o en ingeniería, gracias a una colaboración forjada por las escuelas públicas de Nueva York, la City University of New York e IBM.
Necesitamos brindar oportunidades como esta a todos los estudiantes estadounidenses. Hace cuatro años, iniciamos el programa Carrera a la cima, que es un certamen que convenció a casi todos los estados para que prepararan planes de estudios más inteligentes y establecieran normas más estrictas a cambio de aproximadamente el 1% de lo que gastamos en educación cada año. Esta noche voy a anunciar un nuevo reto para rediseñar las escuelas secundarias de Estados Unidos a fin de que puedan equipar mejor a sus graduados para afrontar las exigencias de una economía de alta tecnología. Recompensaremos a las escuelas que establezcan nuevas alianzas con universidades y empresas y que diseñen clases centradas en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, que son las habilidades que las empresas de la actualidad están buscando para ocupar sus empleos ahora mismo y en el futuro.
Ahora bien, aún contando con mejores escuelas secundarias, la mayoría de los jóvenes necesitará recibir educación superior. Es un hecho sencillo: mientras mayor nivel educativo logre una persona, más probabilidades tendrá de obtener un empleo y forjarse un camino a la clase media. Sin embargo, hoy mismo los costos astronómicos impiden a muchos jóvenes lograr una educación superior, o los condena a vivir con una carga de deuda insostenible.
Mediante créditos fiscales, subvenciones y mejores préstamos, hemos abaratado el costo de la educación universitaria para millones de estudiantes y sus familias en años recientes. Pero los contribuyentes no pueden seguir subsidiando el elevadísimo costo de la educación superior. Las universidades deben poner de su parte para contener esos costos y tenemos la responsabilidad de comprobar que así lo hagan. Esta noche le pediré al Congreso que cambie la Ley de Educación Superior para que incluya tanto la asequibilidad como el valor educativo a fin de determinar qué recintos de educación superior reciben determinados tipos de asistencia federal. Y, mañana, mi Administración publicará una nueva “tarjeta de puntaje universitario” que tanto los padres como los estudiantes pueden usar para comparar universidades según criterios sencillos: en qué universidad puede el estudiante obtener el mayor beneficio por lo que paga.
A fin de acrecentar nuestra clase media, nuestros ciudadanos deben tener acceso a la educación y la capacitación requeridas por los empleos de la actualidad. Pero también queremos asegurarnos de que Estados Unidos siga siendo el lugar donde todo el que esté dispuesto a trabajar con tesón tendrá la oportunidad de salir adelante.
Nuestra economía cobra mayor fuerza cuando aprovechamos los talentos y el ingenio de inmigrantes esforzados y optimistas. Y ahora mismo, líderes de los sectores empresariales, sindicales, de cumplimiento del orden público y de comunidades religiosas convienen en que ha llegado la hora de aprobar una reforma migratoria integral.
Una reforma verdadera significa contar con una sólida seguridad fronteriza. Podemos aprovechar el progreso ya logrado por mi Administración: hemos desplegado más fuerzas en la frontera sureña que en ningún otro momento de nuestra historia y hemos reducido los cruces ilegales a sus niveles más bajos en 40 años.
Una reforma verdadera significa establecer un camino responsable para ganarse la ciudadanía. Un camino que incluya aprobar una verificación de antecedentes, pagar impuestos y abonar una multa significativa, aprender inglés y ocupar su lugar correspondiente en la cola, detrás de aquellos que están tratando de residir legalmente en el país.
Además, una reforma verdadera significa reparar el sistema de inmigración legal para acortar los períodos de espera, reducir la burocracia y atraer a los empresarios e ingenieros altamente calificados para que nos ayuden a crear empleos y fomentar nuestra economía.
En otras palabras, sabemos lo que hay que hacer. En este mismísimo momento, grupos bipartidistas en ambas cámaras están trabajando diligentemente para redactar un proyecto de ley. Celebro estas gestiones. Pues bien, ¡acabémoslo de hacer! Envíenme un proyecto de ley de reforma migratoria integral en los próximos meses y lo voy a promulgar de inmediato.
Pero no podemos detenernos en ese punto. Sabemos que la economía cobra mayor fuerza cuando nuestras esposas, madres e hijas pueden llevar vidas libres de discriminación en el centro de trabajo y libres del temor de sufrir violencia en el hogar. Hoy día, el Senado aprobó la Ley sobre la Violencia contra la Mujer que Joe Biden había redactado en su forma original casi 20 años atrás. Por lo tanto, insto a la Cámara de Representantes a que haga lo mismo. Y pido al Congreso que declare que las mujeres deben ganar un salario equivalente al trabajo que desempeñan y que finalmente apruebe la Ley de Equidad Salarial este año.
Sabemos que nuestra economía está más fuerte cuando podemos recompensar un día honesto de trabajo con un salario honesto pero, actualmente, un trabajador a tiempo completo con un salario mínimo gana $14,500 al año. Incluso con la reducción impositiva implementada, una familia con dos hijos que gane el salario mínimo sigue estando por debajo del nivel de pobreza. Eso no está bien. Es por eso que, desde la última vez que este Congreso aumentó el salario mínimo, diecinueve estados han elegido aumentar el suyo aún más.
Esta noche, declaremos que, en la nación más rica de la Tierra, ninguna persona que trabaje a tiempo completo debe vivir por debajo del nivel de pobreza, y aumentar el salario mínimo federal a $9.00 la hora. Este sencillo paso aumentaría los ingresos de millones de familias trabajadoras. Puede significar la diferencia entre ir a la tienda a comprar comestibles o ir al banco de comida; pagar la renta o ser desalojado; estar escasamente cubriendo gastos en todo momento o finalmente salir adelante. Para los negocios en toda la nación, esto se traduce en clientes con más dinero en sus bolsillos. De hecho, los trabajadores no tienen por qué estar esperando año tras año a que suba el salario mínimo mientras que el salario de los Directores Ejecutivos es el más alto históricamente. Así es que he aquí una idea en la que de hecho estuvimos de acuerdo el Gobernador Romney y yo el año pasado: vamos a vincular el sueldo mínimo al costo de vida para que por fin se convierta en un salario con el cual se pueda vivir.
Esta noche, también debemos reconocer que existen comunidades en este país en donde sin importar que tan duro se trabaje, es virtualmente imposible salir adelante. Pueblos con fábricas que han sido diezmados cuando las plantas empacaron y se fueron. Ineludibles focos de pobreza, en zonas tanto urbanas como rurales, en donde los adultos jóvenes todavía están luchando por encontrar su primer trabajo. Los Estados Unidos no es un lugar donde nuestro destino debe definirse según el lugar o las circunstancias en que nacemos. Es por eso que necesitamos edificar nuevas escaleras de oportunidad hacia la clase media para todos aquellos que estén dispuestos a escalarlas.
Ofrezcamos incentivos a aquellas empresas que contraten a estadounidenses que cuenten con las capacidades para llenar esa vacante de trabajo, pero que han estado tanto tiempo sin trabajo que nadie les da una oportunidad. Pongamos a la gente a trabajar reconstruyendo las casas vacantes en los vecindarios decadentes. Además este año mi Administración empezará a formar alianzas con 20 de los pueblos más adversamente afectados en los Estados Unidos para levantar a estas comunidades. Colaboraremos con líderes locales para enfocar los recursos en la seguridad pública, la educación y la vivienda. Daremos créditos tributarios a aquellos negocios que contratan e inviertan. Y nos concentraremos en el fortalecimiento de las familias al eliminar los elementos financieros de disuasión al matrimonio para las parejas de bajos ingresos y hacer más para fomentar la paternidad, ya que lo que hace hombre a alguien no es la habilidad de concebir un hijo, sino tener la valentía de criarlo.
Familias más fuertes. Comunidades más fuertes. Estados Unidos más fuertes. Este tipo de prosperidad, que es amplia, compartida y edificada sobre una próspera clase media, ha sido siempre la fuente de nuestro progreso en este país. Y también es la base de nuestro poder e influencia a nivel mundial.
Esta noche, nos mantenemos unidos para aclamar a las tropas y los civiles que se sacrifican a diario para protegernos. Es debido a ellos que podemos decir con confianza que los Estados Unidos terminará su misión en Afganistán, y logrará nuestro objetivo de derrotar el núcleo de al Qaeda. Ya hemos traído a casa a 33,000 de nuestros valientes hombres y mujeres del servicio militar. En la primavera, nuestras fuerzas se desplazarán a un papel de apoyo, mientras que las fuerzas de seguridad de Afganistán asumirán el liderazgo. Esta noche, puedo anunciar que durante el próximo año, otras 34,000 tropas estadounidenses en Afganistán regresarán a casa. Esa reducción continuará. Y nuestra guerra en Afganistán terminará a finales del año que viene.
Más allá de 2014, perdurará el compromiso de los Estados Unidos a lograr un Afganistán unificado y soberano, pero la naturaleza de nuestro compromiso cambiará. Estamos negociando un acuerdo con el gobierno afgano y nos estamos enfocando en dos misiones: capacitar y equipar a las fuerzas afganas para que el país no caiga de nuevo en un caos, y esfuerzos antiterroristas que nos permitan perseguir a los restos de al Qaeda y sus afiliados.
Hoy, la organización que nos atacó el 11 de septiembre es una sombra de lo que era. Han surgido diferentes grupos extremistas y afiliados de al Qaeda, desde la Península Arábiga hasta África. La amenaza que representan dichos grupos está evolucionando. Pero para hacerle frente a esta amenaza no necesitamos mandar a miles de nuestros hijos e hijas al extranjero ni ocupar otras naciones. En lugar de eso tenemos que ayudar a países como Yemen, Libia y Somalia para que puedan ocuparse de su propia seguridad, y ayudar a los aliados que pelean contra los terroristas, como lo hemos hecho en Mali. Y, cuando sea necesario y usando un amplio rango de capacidades, continuaremos tomando acciones directas contra aquellos terroristas que representan la amenaza más seria contra los estadounidenses.
Al hacerlo, debemos valernos de nuestros valores en la lucha. Es por eso que mi Administración se ha esforzado incansablemente para forjar un marco jurídico y político duradero que guíe nuestras operaciones antiterroristas, y a lo largo de este gobierno hemos mantenido al Congreso plenamente informado de nuestros esfuerzos. Pero yo reconozco que, en nuestra democracia, nadie debe simplemente llegar y aceptar mi palabra de que estamos haciendo las cosas correctamente. Así que, en los meses venideros, seguiré trabajando con el Congreso para garantizar no sólo que nuestra selección de objetivos, detención y enjuiciamiento de terroristas se mantenga consistente con nuestras leyes y sistema de controles y contrapesos, sino que nuestros esfuerzos sean aún más transparentes ante el pueblo americano y el mundo.
Por supuesto que nuestros retos no terminan con al Qaeda. Estados Unidos seguirá liderando los esfuerzos para prevenir la propagación de las armas más peligrosas en el mundo. El régimen en Corea del Norte debe comprender que sólo logrará seguridad y prosperidad cumpliendo con sus obligaciones internacionales. Los actos de provocación como el que vimos anoche sólo resultarán en un mayor aislamiento, ya que permaneceremos firmes en respaldo de nuestros aliados, fortaleceremos nuestras propias defensas de misiles, y estaremos a la cabeza del esfuerzo mundial por tomar acción firme en respuesta a estas amenazas.
Asimismo, los líderes de Irán tienen que reconocer que este es el momento para una solución diplomática, porque hay una coalición unida exigiendo que ellos cumplan con sus obligaciones, y haremos lo que sea necesario para impedir que obtengan un arma nuclear. También entablaremos conversaciones con Rusia para buscar mayores reducciones en nuestros arsenales nucleares, y seguiremos siendo líderes en el esfuerzo global de proteger materiales nucleares que pudieran caer en las manos equivocadas, puesto que nuestra capacidad para influir sobre otros depende de nuestra voluntad de liderar.
Estados Unidos también debe hacerle frente a la amenaza real y creciente de ataques cibernéticos. Sabemos que los piratas informáticos se roban las identidades de personas e infiltran correos electrónicos privados. Sabemos que empresas extranjeras sustraen nuestros secretos corporativos. Y nuestros enemigos buscan la capacidad de sabotear nuestra red de energía eléctrica, nuestras instituciones financieras, y nuestros sistemas de control del tráfico aéreo. No podemos mirar hacia atrás en años venideros y preguntarnos por qué no hicimos nada ante las serias amenazas a nuestra seguridad y nuestra economía.
Es por eso que hoy, más temprano, firmé un nuevo decreto ejecutivo que fortalecerá nuestras defensas cibernéticas aumentando el intercambio de información y desarrollando normas que protejan nuestra seguridad nacional, nuestros empleos, y nuestra privacidad. Ahora bien, el Congreso también debe actuar, aprobando las leyes que otorguen a nuestro gobierno una mayor capacidad para proteger nuestras redes y disuadir los ataques.
Aún mientras protegemos a nuestro pueblo, debemos recordar que el mundo de hoy presenta no solo peligros, sino también oportunidades. Para elevar las exportaciones estadounidenses, respaldar los empleos norteamericanos, y lograr igualdad de oportunidades en los mercados en crecimiento de Asia, tenemos la intención de completar las negociaciones para una Alianza Transpacífica. Y, esta noche, estoy anunciando que iniciaremos conversaciones para una Alianza Transatlántica de Comercio e Inversión amplia con la Unión Europea, porque el comercio que sea libre y justo a través del Atlántico sustenta millones de empleos americanos bien remunerados.
También sabemos que el progreso en las partes empobrecidas de nuestro mundo nos enriquece a todos. En muchos lugares, la gente vive con poco más de un dólar al día. Así que los Estados Unidos unirá fuerzas con nuestros aliados para erradicar esa pobreza extrema en las próximas dos décadas: conectando a más personas a la economía global y fomentando la participación de las mujeres; dándole a nuestros jóvenes y a nuestras mentes más brillantes nuevas oportunidades para servir; ayudando a las comunidades a poder alimentarse, obtener energía, y educarse a sí mismos; salvando a los niños del mundo de muertes prevenibles; y haciendo realidad la promesa de una generación libre del SIDA.
Por sobre todo, Estados Unidos tiene que seguir siendo una fuente de inspiración a todos los que buscan la libertad durante este periodo de cambios históricos. Yo pude observar el poder de la esperanza el año pasado en Rangún, cuando Aung San Suu Kyi le dio la bienvenida a un presidente norteamericano a un hogar donde ella había estado encarcelada por años; donde miles de birmanos salieron a las calles, ondeando banderas estadounidenses, incluyendo a un hombre que dijo, “en Estados Unidos hay justicia y leyes. Yo quiero que nuestro país sea así”.
En defensa de la libertad, seguiremos siendo el ancla de sólidas alianzas desde las Américas hasta África; de Europa hasta Asia. En el Oriente Medio, apoyaremos a los ciudadanos a medida que estos exijan sus derechos universales, y apoyaremos transiciones estables a la democracia. El proceso será engorroso, y no podemos atrevernos a pensar que vamos a poder dictar el curso de cambios a ocurrir en países como Egipto; pero podemos insistir, e insistiremos, en que se respeten los derechos fundamentales de todas las personas. Mantendremos la presión sobre el régimen sirio que ha asesinado a su propio pueblo, y respaldaremos a los líderes de la oposición que respeten los derechos de todos los sirios. Y estaremos firmemente con Israel en la búsqueda de la seguridad y una paz duradera. Esos son los mensajes que llevaré cuando viaje al Medio Oriente el próximo mes.
Todo este trabajo depende del valor y de los sacrificios de aquellos que sirven en lugares peligrosos, exponiéndose a grandes riesgos a su persona: nuestros diplomáticos, nuestros agentes de inteligencia y los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Mientras yo sea Comandante en Jefe, haremos todo cuanto sea necesario para proteger a aquellos que sirven a su país en el exterior y mantendremos la mejor fuerza militar del mundo. Invertiremos en nuevas capacidades, aun mientras reducimos los gastos excesivos y gastos de tiempo de guerra. Aseguraremos el tratamiento parejo de todos los miembros de las fuerzas armadas y beneficios parejos para sus familias, tanto homosexuales como heterosexuales. Contaremos con el valor y las habilidades de nuestras hermanas e hijas, porque las mujeres han probado bajo fuego enemigo que están preparadas para el combate. Cumpliremos la palabra dada a nuestros veteranos, invirtiendo en una atención médica de talla mundial, incluida la atención en salud mental, para nuestros guerreros heridos; apoyando a nuestras familias militares y dándoles a nuestros veteranos los beneficios, la educación y las oportunidades de trabajo que tienen merecidos. Y quiero agradecer a mi esposa Michelle y a la Dra. Jill Biden su continuada dedicación para servir a nuestras familias militares de la misma manera que estas nos sirven a nosotros.
Pero defender nuestra libertad no es una obligación solo para nuestras fuerzas armadas. Todos debemos poner de nuestra parte para asegurar que los derechos que nos fueron dotados por Dios sean protegidos aquí en nuestro país. Esto incluye nuestro derecho más fundamental como ciudadanos: el derecho a votar. Cuando haya estadounidenses, independientemente de donde vivan y de a qué partido pertenezcan, a quienes se les prive de ese derecho simplemente porque no puedan esperar cinco, seis, siete horas solo para dar su voto, estamos traicionando nuestros ideales. Es por eso que, esta noche, anuncio una comisión sin afiliación de partido para mejorar la experiencia de votar en Estados Unidos. Y les estoy solicitando a dos expertos con muchos años en este campo, que sirvieron recientemente como los principales abogados de mi campaña y de la campaña del Gobernador Romney, que la lideren. Vamos a corregir esto. El pueblo estadounidense lo exige. Y también lo exige nuestra democracia.
Por supuesto que lo que he dicho esta noche importa poco si no unimos fuerzas para proteger a nuestro más apreciado recurso, que son nuestros niños.
Han pasado dos meses desde Newtown. Sé que esta no es la primera vez que este país ha sostenido un debate sobre la manera de reducir la violencia armada. Pero esta vez es diferente. La abrumadora mayoría de los estadounidenses, aquellos que creen en la 2ª Enmienda, ha unido fuerzas en torno a una reforma de sentido común, como las investigaciones de antecedentes que harán que sea más difícil para los criminales obtener un arma. Senadores de ambos partidos están colaborando en la redacción de nuevas leyes severas para evitar que alguien compre armas para su reventa a los criminales. Los jefes de policía están pidiendo nuestra ayuda para eliminar de nuestras calles las armas de guerra y los cargadores masivos de municiones, porque están cansados de que se les supere en cantidad y potencia de armas.
Cada una de estas propuestas merece una votación en el Congreso. Si usted quiere votar que no, esa es su elección. Pero estas propuestas merecen un voto. Porque en los dos meses desde Newtown, más de un millar de cumpleaños, graduaciones y aniversarios nos han sido robados de nuestras vidas por la bala de un arma de fuego.
Entre los que perdimos se encontraba una joven llamada Hadiya Pendleton. Tenía 15 años de edad. Le encantaban las galleticas Fig Newtons y ponerse brillo de labios. Era batonista. Ella era tan buena con sus amigos que todos las consideraban su mejor amiga. Hace sólo tres semanas, estuvo aquí, en Washington, con sus compañeros de clase, actuando para su país en mi toma de posesión. Y una semana después murió a consecuencia de un disparo en un parque de Chicago después de salir de la escuela, a tan solo una milla de distancia de mi casa.
Los padres de Hadiya, Nate y Cleo, se encuentran en esta sala esta noche, junto con más de dos docenas de estadounidenses cuyas vidas fueron destrozadas por la violencia con armas de fuego. Ellos merecen un voto.
Gabby Giffords merece un voto.
Las familias de Newtown merecen un voto.
Las familias de Aurora merecen un voto.
Las familias de Oak Creek, Tucson, Blacksburg y de un sinnúmero de otras comunidades desgarradas por la violencia armada todas merecen un simple voto.
Nuestras acciones no evitarán todo acto de violencia sin sentido en este país. En efecto, ninguna ley, ninguna iniciativa, ningún acto administrativo resolverán perfectamente todos los problemas que he delineado esta noche. Pero nunca se nos puso en esta Tierra para ser perfectos. Se nos puso en esta Tierra para hacer la diferencia que podamos, proteger a esta nación, ampliar las oportunidades y defender nuestros ideales mediante la ardua labor, a menudo frustrante, pero totalmente necesaria del autogobierno.
Se nos puso en esta Tierra para cuidar de nuestros conciudadanos estadounidenses de la misma manera que ellos se cuidan entre sí todos los días, por lo general sin fanfarria, en todo el país. Debemos seguir su ejemplo.
Debemos seguir el ejemplo de una enfermera de la ciudad de Nueva York llamada Menchu Sánchez. Cuando debido al huracán Sandy se cortó la luz en el hospital donde trabaja, no pensó en qué le habría ocurrido a su vivienda sino en los preciados veinte recién nacidos que tenía a su cuidado y el plan de rescate que ideó para mantenerlos a salvo.
Debemos seguir el ejemplo de una mujer del Norte de Miami llamada Desiline Victor. Cuando llegó al centro de votación que le correspondía, se le dijo que la espera para votar podría ser de seis horas. Y a medida que pasaba el tiempo, su preocupación no era su cuerpo cansado ni su dolor de pies, sino si las personas como ella llegarían a expresar su voluntad. Hora tras hora, una multitud de personas permanecieron en la cola para que ella se sintiera apoyada. Porque Desiline tiene 102 años de edad. Y estas personas estallaron en aplausos cuando ella por fin se puso una etiqueta que decía "Ya voté".
Debemos seguir el ejemplo de un agente de policía llamado Brian Murphy. Cuando un hombre armado abrió fuego contra un templo sij en Wisconsin, y Brian fue el primero en llegar, él no tuvo en cuenta su propia seguridad. Él luchó contra el hombre hasta que llegó más ayuda, y ordenó a sus compañeros agentes que protegieran la seguridad de los estadounidenses que se encontraban en el interior del templo, incluso mientras yacía sangrando en el suelo por las doce heridas de bala recibidas.
Cuando se le preguntó cómo pudo hacerlo, Brian respondió: "Es que así somos".
Es que así somos.
Podemos hacer trabajos diferentes, y usar uniformes diferentes, y tener puntos de vista diferentes a la persona a nuestro lado. Pero como estadounidenses, todos compartimos con orgullo nuestro título:
Somos ciudadanos. Es una palabra que no se limita a describir nuestra nacionalidad o situación legal. Ella describe la forma que somos. Describe aquello en lo que creemos. Capta la idea persistente de que este país solo funciona cuando aceptamos ciertas obligaciones mutuas y con las generaciones futuras; que nuestros derechos se funden con los derechos de los demás y que, ya bien adentrados en nuestro tercer siglo como nación, sigue siendo la tarea de todos nosotros, como ciudadanos de estos Estados Unidos, ser los autores del siguiente gran capítulo de nuestra historia americana.
Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América.
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