La tierra se hunde bajo los pies de la Comisión Presidencial Investigadora sobre los Atentados del 11 de Septiembre. La principal fuente de su informe –Abu Zubeida, cuyas confesiones fueron producto de la tortura– ha pasado a ser considerada oficialmente como carente de valor. Y el agente de la CIA que supuestamente arrestó e interrogó a Zubeida ha reconocido que todo fue inventado.
Las audiencias de confirmación de John Brennan, seleccionado por Obama para dirigir la CIA, son el tema del momento. Sin embargo, paralelamente, otro tema vinculado a esa nominación ha sido ampliamente ignorado por los medios de difusión en Estados Unidos. Se trata de la historia de Abu Zubeida, cuyos supuestos testimonios –obtenidos bajo la tortura cuando Brennan dirigía el Centro de Amenazas Terroristas de la CIA– sirvieron de base a la versión oficial de los hechos del 11 de septiembre. Hace poco tuve la oportunidad de reunirme con Lee Hamilton, el ex vicepresidente de la Comisión Nacional sobre los ataques terroristas contra Estados Unidos. Lo interrogué sobre la nueva posición del gobierno con respecto a Abu Zubeida y sobre los graves problemas que ese brusco cambio implica para el Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre.
En efecto, como subrayaba en mi anterior artículo sobre ese tema. Zubeida se halla en el centro de un proceso de cuestionamiento de la versión oficial sobre los ataques del 11 de septiembre [1]. Bajo el mando de Brennan, importantes pruebas contra al-Qaeda se obtuvieron gracias a las numerosas torturas que la CIA aplicó a Zubeida, con un mínimo de 83 simulaciones de ahogamiento, periodos en los que se le mantenía colgado del techo completamente desnudo, proyecciones violentas contra una pared de concreto y otros métodos experimentales igualmente atroces. Sin embargo, [desde septiembre de 2009], el gobierno de Estados Unidos afirma que Zubeida nunca fue miembro de al-Qaeda ni estuvo vinculado a esa organización. Así que no podía conocer la información que la Comisión sobre el 11 de Septiembre le atribuye.
Desde el inicio de nuestra conversación, Lee Hamilton me dijo que le costaba trabajo acordarse de Zubeida. Esa pérdida de memoria resulta extraña porque, en 2008, Hamilton escribió un artículo en el New York Times, con [el presidente de la Comisión] Thomas Kean, para describir como la CIA estaba poniendo trabas a la investigación sobre el 11 de septiembre. Y aquel artículo contenía precisamente numerosas referencias a Zubeida [2]. Afirmaba que «desde junio de 2003, [la Comisión había] pedido todos los informes de inteligencia sobre estos vastos temas que se habían obtenido durante los interrogatorios [realizados a] 118 individuos designados por sus nombres. Estos últimos incluían a la vez a Abu Zubeida y a Abd al-Rahim al-Nashiri, dos importantes agentes de al-Qaeda». Kean y Hamilton escribieron que «en octubre de 2003, [enviaron] una nueva oleada de preguntas al director jurídico de la CIA. Una serie de ellas incluía decenas de preguntas especificas sobre esos informes, entre ellos los que tenían que ver con Abu Zubeida».
Los pedidos de la Comisión sobre el 11 de Septiembre tendrían que haber provocado la publicación de archivos rebosantes de revelaciones. En efecto, estando John Brennan a cargo de la dirección del Centro de Amenazas Terroristas de la CIA, esa agencia filmó las sesiones de tortura de las que fueron objeto Zubeida así como otras personas. Con toda intención, la CIA maniobró posteriormente para ocultar aquella información a la Comisión sobre el 11 de Septiembre. Es casi seguro que John Brennan y George Tenet, el entonces director de la CIA, estaban implicados –los dos– en las decisiones que tuvieron que ver con esa obstrucción. Los dos habían trabajado en estrecha colaboración durante años. Como jefe de la estación CIA en Arabia Saudita, Brennan estaba frecuentemente en comunicación directa con Tenet, saltándose la habitual cadena de mando. En aquella época, y en lo que parecía ser un favor que se hacía a los sauditas, [la jerarquía de la agencia] evitó que los analistas de la CIA se interesaran por las relaciones entre Arabia Saudita y los extremistas árabes [3]. Visiblemente, Brennan y Tenet tenían tendencia a proteger a ciertos individuos sospechosos de terrorismo, mientras ocultaban el tratamiento que la CIA reservaba a otros sospechosos .
Se ha revelado que en 2005, cuando Brennan dirigía el Centro Nacional de Contraterrorismo, la CIA destruyó las grabaciones en video de las torturas, en la mayoría de las cuales aparecía Zubeida [4]. Al explicar la obstrucción de la CIA, Hamilton escribió: «La agencia nunca reveló que se hubiese grabado ningún interrogatorio ni haber estado en posesión de ninguna otra información pertinente, bajo ninguna forma. Insatisfechos ante aquella respuesta, llegamos a la conclusión de que teníamos que interrogar nosotros mismos a los detenidos, como Abu Zubeida y otros prisioneros más.» [5]
O sea que, en 2008, Lee Hamilton recordaba muy claramente que, por dos veces al menos, le había solicitado a la CIA información específica sobre Zubeida y [que lo había hecho] de manera potencialmente litigiosa. Al no recibir aquella información, Hamilton solicitó a la CIA una autorización para interrogarlo directamente. La agencia no se limitó a rechazar ese pedido sino que además negó también a la Comisión el acceso a los interrogadores que habían obtenido, mediante la tortura, el supuesto testimonio de Zubeida. Sin embargo, a pesar de tan memorables negativas, Hamilton parece haber olvidado todo lo concerniente a este hombre, con excepción de su impresión de que no había tenido un gran papel en el Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre. En efecto, Hamilton me declaró que sus «recuerdos son un poco borrosos sobre ese sujeto, pero la información que obtuvimos gracias a él no era determinante en nuestro informe» [6].
Entre las posibles razones de la súbita y poco convincente amnesia de Lee Hamilton pudiéramos citar el hecho que el gobierno de Estados Unidos desistió hace poco de sus acusaciones en contra de este «detenido», a quien este país ha mantenido en la cárcel durante 11 años sin presentar cargos en su contra. El resultado de la nueva posición es la aparición de una serie de distorsiones en el Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre, lo cual implica una evidente necesidad de revisar dicho documento.
Por ejemplo, en respuesta al pedido de habeas corpus presentado por los abogados de Zubeida, el gobierno declaró que no podía sostener que Zubeida «haya desempeñado un papel directo o que haya tenido conocimiento previo de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001» [7]. En esa misma respuesta, el gobierno afirmó que tampoco podía acusar a Zubeida de haber sido «miembro de al-Qaeda [o de haber sido] formalmente identificado como [alguien] que era parte de esa organización». Pero la nota 35 del Capítulo 5 del Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre afirma exactamente lo contrario. Según esa nota, «Abu Zubeida, quien trabajaba estrechamente con la dirección de al-Qaeda, declaró que inicialmente KCM [Khaled Cheikh Mohammed] presentó a Ben Laden una versión en menor escala del plan del 11 de septiembre y que este último exhortó a KCM a ampliar la operación con el siguiente comentario: “¿Por qué utilizar un hacha cuando usted puede utilizar un buldócer?”» [8] Según esa frase, Abu Zubeida tenía un conocimiento más bien amplio e íntimo de al-Qaeda…
Durante nuestra conversación le recordé a Lee Hamilton que Abu Zubeida aparecía mencionado más de 50 veces en el Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre. Le recordé también que los supuestos testimonios de Zubeida, obtenidos bajo la tortura, sirvieron de base a la versión oficial del 11 de septiembre. Lo mismo sucedió con las declaraciones que los torturadores les arrancaron a KCM y a Ramzi ben al-Chaiba, ambos [inicialmente] identificados por Zubeida como personas implicadas en los ataques. En la construcción del trasfondo de la leyenda oficial de al-Qaeda, el informe de Hamilton calificó a Zubeida como «vinculado a al-Qaeda», «aliado desde hacía mucho tiempo de Ben Laden» y «lugarteniente de Ben Laden» [9]. A pesar de esas importantes referencias, Hamilton me aseguró que simplemente no lograba acordarse de Zubeida, diciéndome que sus «recuerdos sobre ese hombre [eran] verdaderamente borrosos».
Para refrescarle aún más la memoria, le recordé a Hamilton que su informe citaba 9 fechas diferentes de interrogatorios realizados a Abu Zubeida. En respuesta, Hamilton declaró que todavía tenía que «hacer un gran esfuerzo de imaginación para acordarse» de aquel hombre. Si Hamilton hubiese leído mi artículo sobre Zubeida, enviado más de una semana antes de nuestro mutuo acuerdo para reunirnos y 11 días antes de nuestra conversación, habría recuperado fácilmente la memoria. Su incapacidad para hacer un esfuerzo de imaginación sobre este personaje me recordaba la excusa sobre la «falta de imaginación» que la Comisión utilizó cuando propuso una explicación global del 11 de septiembre.
En este momento, el gobierno de Estados Unidos ya no sostiene que Zubeida tuviese algo que ver con al-Qaeda y afirma que este hombre nada sabía sobre el 11 de septiembre. Así que le pregunté a Hamilton si podía explicar cómo es posible que Zubeida supiese sobre al-Qaeda todo lo que se afirma en su informe. Con un simple «no», Hamilton me sugirió que esas contradicciones no le molestan.
Nuestra conversación nos llevó después a la reciente condena de [cárcel contra] John Kiriakou, quien fue director de las operaciones de contraterrorismo de la CIA en Pakistán después del 11 de septiembre. Fue al parecer Kiriakou quien capturó a Zubeida y le aplicó los primeros interrogatorios. Es interesante señalar que la historia de Kiriakou ha ido evolucionando, como la historia oficial sobre Abu Zubeida. Según fuentes bien informadas, «ahora, [cuando se habla de Zubeida,] Kiriakou reconoce con cierto desenfado que en realidad lo inventó todo» [10].
A partir de ahí [Kiriakou] ha sido aclamado como un “tocador de alarma” [11]. Hace poco declaró que John Brennan era una opción desastrosa para [ocupar el puesto de] director de la CIA ya que había adoptado la tortura [como fuente de información de inteligencia]. Kiriakou declaró que conocía a Brennan desde los años 1990 y que había trabajado para él dos veces. Como hizo notar Kiriakou, estando él en la CIA, Brennan «debió estar estrechamente implicado no necesariamente en la aplicación de métodos de tortura sino en las políticas, en las políticas de tortura» [12]. Todo parece indicar, por consiguiente, que Brennan sería una opción particularmente mala [para dirigir la CIA]. Pero hoy resulta evidente que los individuos que estuvieron implicados en la tortura no tendrán que responder por sus actos, como tampoco tendrán que hacerlo los que utilizaron testimonios arrancados mediante la tortura en la redacción de informes falsos.
Por esos mismos días tuve también la oportunidad de reunirme con Brent Mickum, el abogado de Abu Zubeida. Al contrario de Lee Hamilton, el abogado Mickum fue muy directo y convincente. La información que posee sugiere que Zubeida fue víctima de acusaciones falsas desde el principio. Mickum piensa que puede haber razones alternativas que explicarían por qué se escogió a su cliente para ser la primera víctima experimental de la tortura –a pesar de que no apoyaba el asesinato de inocentes ni los atentados suicidas y de que había rechazado repetidamente convertirse en miembro de al-Qaeda. Mickum espera que este año se produzca una presentación de cargos en contra de su cliente pero no se imagina de qué puede acusársele. Ya no hay pruebas que respalden las alegaciones según las cuales Zubeida, de alguna manera, conspiró con al-Qaeda. Por otro lado, las autoridades no pueden incluirlo en la categoría de «enemigo combatiente», conforme a la Military Commissions Act de 2006, sabiendo que [Zubeida] fue capturado y torturado varios años antes de la promulgación de esa ley.
Con esos elementos en mente, le pregunté a Lee Hamilton si debiera permitirse que Abu Zubeida cuente su propia versión de lo sucedido, ya que se ha demostrado que la detención arbitraria y las torturas de las que fue objeto se basan en mentiras. Hamilton me respondió que no adoptaría posición alguna sobre ese tema, de ninguna manera. Esa negativa es una razón más para sospechar que este hombre [Hamilton] no dirá nunca la verdad sobre el uso, por parte de la Comisión sobre el 11 de Septiembre, de testimonios que no eran dignos de confianza por haber sido obtenidos a través de la tortura.
Aunque en numerosas ocasiones Lee Hamilton ha declarado públicamente que considera que la tortura es inmoral y que Estados Unidos debía oponerse a ella con firmeza, sus actos y su trabajo indican lo contrario. En efecto, la contradicción flagrante ante la que [Hamilton] se encuentra hoy es que en realidad el Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre constituye el argumento supremo para justificar el uso de la tortura. Porque, después de todo, sin los supuestos testimonios que obtuvieron los torturadores de Abu Zubeida y de los individuos supuestamente identificados por él (sobre todo KCM y Ramzi ben al-Chaiba), el informe de Hamilton contendría pocos elementos probatorios. Por lo tanto, ahora que el gobierno de Estados Unidos encuentra tantas dificultades para inculpar a Zubeida, después de haber desmentido sus [supuestos] vínculos con al-Qaeda, ese informe debería ser cuestionado, independientemente de las acusaciones que se pronuncien finalmente.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la traducción al francés de Maxime Chaix.
[1] Kevin R. Ryan, «Abu Zubeida, el hombre que “delató al al-Qaeda”», 19 de enero de 2013, Red Voltaire. Artículo original: «Abu Zubaydah Poses a Real Threat to Al Qaeda», Dig Within, 15 de octubre de 2012.
[2] Thomas H. Kean y Lee H. Hamilton, «Stonewalled by the C.I.A.», The New York Times, 2 de enero de 2008.
[3] James Risen, State of War: The Secret History of the CIA and the Bush Administration, Free Press, 2006. Publicado en francés bajo el título État de guerre: Histoire secrète de la CIA et de l’administration Bush, Albin Michel, 2006.
[4] Mark Mazetti, «U.S. Says C.I.A. Destroyed 92 Tapes of Interrogations», The New York Times, 2 de marzo de 2009.
[5] Thomas H. Kean y Lee H. Hamilton, Stonewalled by the C.I.A, op cit.
[6] Notas de mi encuentro con Lee Hamilton, 7 de febrero de 2013.
[7] Zayn al Abidin Muhammad Husayn v. Robert Gates, Respondents Memorandum of Points and Authorities in Opposition to Petitioner’s Motion for Discover and Petitioner’s Motion for Sanctions. Civil Action No. 08-cv-1360 (RWR), septiembre de 2009.
[8] Ver la nota 35 del Capítulo 5 del Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre, cuya fuente es «Intelligence report, interrogation of Abu Zubaydah, May 16, 2003».
[9] Comisión Nacional sobre los Ataques Terroristas contra Estados Unidos, Informe Final de la Comisión Nacional sobre los Ataques Terroristas contra Estados Unidos, versión francesa disponible desde el 2 de febrero de 2005. La versión original, disponible en este vínculo, está fechada el 22 de julio de 2004.
[10] Jeff Stein, «CIA Man Retracts Claim on Waterboarding», Foreign Policy, 6 de enero de 2010.
[11] El término consagrado en inglés es whistleblower. Nota del Traductor. Nota del Traductor.
[12] Democracy Now, «Whistleblower John Kiriakou: For Embracing Torture, John Brennan a ‘Terrible Choice to Lead the CIA’» 30 de enero de 2013.
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