Según el SIPRI, la industria militar mundial no ha sido afectada por la crisis. El geógrafo italiano Manlio Dinucci analiza la evolución del mercado, según la descripción que de ella hace ese tanque pensante sueco, y resulta que el volumen de armas que fabrica Estados Unidos representa entre un tercio y la mitad de la producción mundial. A pesar de los cortes en el presupuesto del Pentágono, se trata de un mercado en constante desarrollo.
¿Dónde está la crisis? En 2012, Italia se elevó al 12º lugar entre los países que registran los mayores volúmenes de gastos militares a nivel mundial, en vez del 11º lugar que ocupaba en 2011. La información viene del SIPRI, el conocido instituto internacional con sede en Estocolmo [1], que publicó ayer los últimos datos en materia de gasto militar a nivel mundial. El de Italia se eleva a unos 34 000 millones de dólares anuales, el equivalente de 26 000 millones de euros. O sea que son 70 millones de euros del dinero de los contribuyentes que se gastan cada día en las fuerzas armadas, en armamento y en misiones militares en el extranjero, precisamente en momentos en que no hay fondos para pagar a las personas desempleadas.
Estados Unidos y la OTAN a la cabeza, como siempre
El que sigue haciendo el papel de locomotora del gasto militar mundial, que se elevó en 2012 hasta alcanzar la cifra de 1 753 millardos de dólares [2], es Estados Unidos con 682 millardos, lo cual representa alrededor del 40% del total mundial. Incluyendo a sus aliados, el gasto militar de la OTAN se eleva a más de 1 000 millardos anuales, o sea el 57% del total mundial.
Entre los miembros del G-10 (Estados Unidos, China, Rusia, Gran Bretaña, Japón, Francia, Arabia Saudita, la India, Alemania e Italia), cuyos gastos militares equivalen a 3 cuartas partes del gasto mundial, Estados Unidos gasta más que los otros 9 países juntos. En la presentación del presupuesto del Pentágono se recuerda que Estados Unidos dispone de «las fuerzas armadas mejor entrenadas, mejor dirigidas y mejor equipadas de toda la historia» y que ese país está decidido a mantener esa supremacía.
El objetivo del Pentágono es hacer que las fuerzas estadounidenses sean más ágiles, más flexibles y que estén mejor preparadas para desplegarse más rápidamente aún. La reducción de las fuerzas terrestres forma parte de la nueva estrategia, ya puesta prueba durante la guerra contra Libia, que consiste en aprovechar la aplastante superioridad aérea y naval estadounidense dejando el mayor esfuerzo a los aliados. Pero no por eso las guerras cuestan menos: si hace falta el Congreso se encarga de autorizar los fondos necesarios, agregándolos al presupuesto del Pentágono.
Los cortes presupuestarios militares estadounidenses anunciados para el próximo decenio, de 45 millardos, son por lo tanto algo que todavía está por ver. Hay que tener también en cuenta el hecho que, además del presupuesto del Pentágono, los gastos federales incluyen otros gastos que también son de carácter militar –entre los que se encuentran 140 millardos de dólares destinados anualmente a los militares en retiro, 53 millardos para el «programa nacional de inteligencia» y 60 millardos para la «seguridad de la patria»– y que elevan el gasto militar real de Estados Unidos a 900 millardos, o sea más de la mitad del gasto militar mundial.
La competencia con los demás
La estrategia de Estados Unidos tiene también como objetivo incrementar el gasto militar de sus aliados –sean o no miembros de la OTAN– ya que es la industria de guerra estadounidense quien les proporciona la mayor parte de su armamento. Los resultados ya están a la vista: en 2012, los gastos militares de Europa oriental aumentaron más de un 15% en relación con el año anterior. En 10 años, Polonia agregará a su presupuesto militar 33,6 millardos de euros para potenciar sus fuerzas armadas mediante la creación de su propio «escudo antimisiles» (con tecnología importada de Estados Unidos) en el marco del que están instalando Estados Unidos y la OTAN.
Fuerte aumento también del gasto militar de los aliados [de Estados Unidos] en el Medio Oriente, que en un solo año se aumentó en más del 8%. A la cabeza se encuentran Omán, con un 51% de aumento, y Arabia Saudita, con un 12%. Fuerte crecimiento también del gasto militar en el norte de África, con un aumento de 7,8%. En Latinoamérica es Paraguay el que se halla a la cabeza con un aumento anual del 51% mientras que el gasto militar de México creció en alrededor de un 10%.
En los estimados del SIPRI, China se mantiene en el segundo lugar mundial, con un gasto estimado en 166 millardos para el año 2012, equivalente al 9,5% del gasto mundial. Pero su ritmo de crecimiento (175% de 2003 a 2012) es superior al de los demás países. Esa aceleración se debe fundamentalmente al hecho que Estados Unidos está aplicando a China una política de aislamiento («containment») al desplazar cada vez más el centro focal de su estrategia hacia la región Asia/Pacífico. También se halla en rápido aumento el gasto militar de Rusia que, con 90 millardos de dólares, se sitúa en el tercer lugar a nivel mundial.
El coro de los que recibieron los datos del SIPRI con elogios para los «cortes» en el gasto militar estadounidense y el «derrumbe» del gasto italiano en ese sector no es más un grotesco intento de esconder la realidad: el pozo sin fondo del gasto militar sigue tragándose enormes recursos que, en vez de ser utilizados para dar solución a los problemas vitales, sirven para preparar nuevas guerras mediante la agravación de la pobreza a la que se ha relegado a la mitad de la población mundial.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la traducción al francés de Marie-Ange Patrizio
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter