México requiere un cambio de fondo y no unas simples modificaciones cosméticas para que todo siga igual. Pero estas mutaciones sociales no se logran mirando al pasado sino al futuro.
26. mayo, 2013 Edgar London Opinión
En el país la resistencia contra el neoliberalismo la encabezaron la Coordinadora Nacional Movimiento Urbano Popular, el Barzón, la Cempa. Hasta la década de 1990 veíamos un auge del movimiento social contra este modelo económico. Sin embargo, con la reforma electoral y el Programa Nacional de Solidaridad, el Estado mexicano desmanteló ese ascenso de la lucha popular y lo insertó en los partidos políticos, en realidad, partidos de Estado. Hoy no hay una resistencia efectiva contra la política imperial; México es un país ocupado, mientras nosotros andamos jugando a las elecciones como ingenuos inocentes.
En las elecciones de 2006 el pueblo acudió a esa vía, la única alternativa que le ofertaron políticos y dirigentes. Ganó la izquierda, pero no se tuvo la imaginación para crear una defensa efectiva ni el valor de ir más allá de la normatividad legal impuesta por los dueños del poder, diseñada para autoprotegerse. Si Francisco I Madero hubiera acatado la legalidad porfirista, todavía andaría de precandidato.
En 2006 y en 2012, el pueblo votó por Andrés Manuel López Obrador más que por los partidos políticos que lo postulaban, que no son bien vistos por la gente por sobradas razones. Sin embargo, al observar esos procesos se intuye que López Obrador desconfía de las masas y de su capacidad inventiva para luchar contra la pobreza, la injusticia y el autoritarismo.
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es la esperanza de muchos mexicanos, sin embargo surgen dudas porque el Partido del Trabajo (PT) quiere infiltrar y copar esa organización. En Durango tenemos un ejemplo: López Obrador encargó a Gonzalo Yáñez la constitución orgánica del Morena y lo hizo con puros militantes del PT; el pueblo no pudo participar porque Gonzalo es conocido por su corrupción.
Cuando López Obrador venía a Durango, Gonzalo y su cohorte de asalariados impedían el diálogo entre él y el pueblo. El resultado: la dirección estatal del Morena quedó en manos de María de Jesús Páez, esposa de Alfonso Primitivo Ríos, uno del trío vitalicio que domina el PT.
Esta mafia ha cometido lo que podría ser el primer acto de corrupción del Morena, a través de varios CADI (Centro de Atención y Desarrollo Infantil), que en realidad son bases de clientela política para llenar mítines y realizar actos de protesta, un instrumento político para obtener canonjías y posiciones.
El diario Reforma reveló el nepotismo y la corrupción obscena que reina en estas escuelas. El 10 de abril pasado, publicó una nota titulada “Explota el PT mina escolar”, donde se documenta el negocio particular de Gonzalo Yáñez: “Reforma tuvo acceso a la nómina de los CADI, en los que laboran 1 mil 83 personas, que anualmente representa un presupuesto de 72 millones de pesos. El apoyo gubernamental comenzó con 2 millones de pesos, pero en 2012 los recursos transferidos a los CADI ascendieron a 64 millones y para este año tendrán 115 millones”.
Gonzalo Yáñez es el fundador de estas instituciones educativas, donde se refugian otros líderes y exlíderes del PT, como el mismo Primitivo Ríos, Socorro y Hortensia Páez Güereca, hermanas de María de Jesús; Ana Carolina Ríos Vázquez, hija de Primitivo y María; así como Miguel Ángel Lucero Olivas, coordinador operativo del PT y director de la preparatoria CADI.
“La SEP [Secretaría de Educación Pública] y el gobierno estatal consideran que el sistema CADI opera de manera irregular, pues tiene su propio plan educativo y maneja de manera discrecional recursos que son aprobados por la Cámara de Diputados sin rendir cuentas”, dice la nota de Reforma.
En manos de esta gente se encuentra el Morena en Durango: personas que llevan mucho tiempo utilizando al pueblo para vivir sin trabajar; vagos disfrazados de mesías, que abusan de una sociedad noble que actúa de buena fe.
En Durango, López Obrador dejó al Morena en manos de vividores de la política, simuladores expertos que siempre han sido instrumentos del Estado para corromper el movimiento popular. En estas condiciones, el futuro de la organización es incierto, ya que está amenazado con convertirse en parte del mismo sistema que combate.
Fuente: Contralínea 336 / mayo 2013
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