La Academia de Ciencias de Estados Unidos realizará durante 21 meses un programa de estudios sobre «Ingeniería del clima: evaluación de técnicas y discusión de impactos» [1]. Se trata de una información en la que nadie habría reparado si la publicación bimestral Mother Jones no hubiese revelado que el financiamiento de dicho programa proviene de la CIA [2].
Hasta el año pasado, la CIA tuvo su propio laboratorio de investigaciones sobre el clima. Pero la agencia acabó viéndose obligada a cerrarlo porque el Congreso estimó que el objetivo de la CIA es perseguir «terroristas en cuevas, no osos polares en icebergs», según la frase del senador republicano John Barrasso, del Estado de Wyoming. El anunciado programa de la Academia de Ciencias de Estados Unidos es en realidad una manera de conservar un programa de interés para la CIA insertándolo en una institución externa aparentemente no vinculada al espionaje estadounidense.
Oficialmente, el estudio en cuestión no pasa de ser una evaluación de las técnicas actuales. El hecho es, sin embargo, que Estados Unidos ya tiene un largo pasado en materia de manipulación del clima.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, la Marina de Guerra de Estados Unidos desarrolló el programa Cirrus, cuyo objetivo era modificar los huracanes mediante el bombardeo de nubes con yoduro de plata. Cirrus fue reactivado posteriormente –de 1963 a 1971– bajo la denominación Stormfury. Pero los resultados no fueron concluyentes.
Al mismo tiempo, durante la guerra estadounidense contra Vietnam, la US Air Force emprendió la operación Popeye, cuyo objetivo era provocar lluvias torrenciales para impedir el flujo de armas a través de la pista Ho Chi Minh [3]. De 1967 a 1972, las lluvias provocadas fueron tan intensas que Estados Unidos y la Unión Soviética concluyeron en 1977 una Convención Internacional que prohíbe la guerra climática.
A pesar de los riesgos que presenta la modificación de las condiciones climáticas, las grandes potencias nunca renunciaron a sus estudios en ese sentido, que siguen siendo legales. Por ejemplo, la US Navy y la US Air Force financian hoy en día el proyecto HAARP para la modificación del clima a través del uso de ondas de alta frecuencia.
Expertos consideran posible que varias tempestades enteramente atípicas registradas en los últimos años, esencialmente en Europa y China, hayan sido intensificadas artificialmente.
Con un financiamiento ascendente a 630 000 dólares, el estudio de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos permitirá identificar las hipótesis de trabajo y las técnicas más prometedoras.
[1] «Geoengineering Climate: Technical Evaluation and Discussion of Impacts», National Academy of Sciences.
[2] «CIA Backs $630,000 Scientific Study on Controlling Global Climate», por Dana Liebelson y Chris Mooney, Mother Jones, 17 de julio de 2013.
[3] Operation PopEye, conocida también como Operation Intermediary u Operation Compatriot (con 2 602 vuelos de aviones del tipo C-130 entre el 20 de marzo de 1967 y el 5 de julio de 1972). Ver: «Rainmaking Is Used As Weapon by U.S.; Cloud-Seeding in Indochina Is Said to Be Aimed at Hindering Troop Movements and Suppressing Antiaircraft Fire Rainmaking Used for Military Purposes by the U.S. in Indochina Since ’63», por Seymour Hersh, The New York Times, 3 de julio de 1972. Spacecast 2020: Into the Future. The U. S. Air Force Vision of Their Future, Possibilities, Capabilities, Technologies in the Pursuit of National Security objectives, US Department of Defense, Air University, 1994. En realidad, el Pentágono tenía una unidad de investigación en materia de guerra medioambiental, designada como Defense Environmental Services y creada por Cyrus Vance en 1966.
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