El gobierno de Estados Unidos asesina a cualquier persona a la que crea vinculada al terrorismo y sobre la que no tenga control. Son asesinatos perpetrados sin juicio previo y en flagrante violación del derecho internacional… pero son legales, desde el punto de vista estadounidense. Ese programa, bajo el mando personal del presidente Obama, está dirigido por sicópatas.
En Washington, existe ahora un macabro ritual. Una vez al mes, varios miembros del Congreso, pertenecientes a las comisiones de Inteligencia, van al cuartel general de la CIA para «visionar las grabaciones filmadas de personas que explotan, alcanzadas por los ataques de los drones en Pakistán y en otros países».
La información proviene del New York Times, que además subraya que esa «aparente supervisión» tiene como objetivo ofrecer la imagen de que existe «un riguroso control, por parte del Congreso, sobre el programa de asesinatos selectivos». Un programa que «la Casa Blanca sigue respaldando» mediante la promoción a los más altos puestos de los funcionarios de la CIA que lo crearon hace 10 años, «algunos de los cuales han encabezado también programas para el uso de la tortura en las cárceles secretas» [1]. Los drones asesinos ya «forman parte del modo estadounidense de hacer la guerra».
Este trabajo del New York Times confirma que el presidente Barack Obama estaba obligatoriamente al tanto, cuando se reunió con el primer ministro [italiano] Matteo Renzi, del asesinato de Lo Porto [2] por un drone de la CIA, ocurrido 3 meses antes del encuentro. Eso demuestra que el «terrible dolor» que Obama expresó tardíamente no implica que piense ordenar un cambio de política sobre el uso de drones asesinos.
Este es el mismo presidente de Estados Unidos que da su visto bueno a la «lista de objetivos» [3], una lista que se actualiza constantemente y en la que se recogen los nombres de personas del mundo entero que, al ser consideradas peligrosas para Estados Unidos y sus intereses, son simplemente condenadas a muerte bajo la acusación de terrorismo.
«La evaluación moral final» está en manos del presidente, sobre todo en los casos en que «con el terrorista, que será abatido por un drone, se encuentra la familia de este». Y cuando llega la autorización emitida por el presidente, el operador, cómodamente instalado en Estados Unidos, a 10 000 kilómetros de distancia, ante la consola de mandos del drone, dispara los misiles contra la casa –en Pakistán o en cualquier otro país– señalada como refugio del terrorista.
Es principalmente la CIA la que utiliza los drones asesinos en Afganistán, Pakistán, Irak, Yemen y Somalia, entre otros países. El Mando de Operaciones Especiales del Pentágono, que efectúa operaciones paralelas a las de CIA, trató en 2013 de tomar el control de todas las operaciones con drones. Pero no logró hacerlo.
La CIA sigue operando un gran número, no precisado, de drones asesinos. Se suman a estos alrededor de 250 drones de ataque de la US Air Force, que forman parte de la flota de unos 7 500 drones de todo tipo bajo control del Pentagono. Y su número va en aumento, a tal punto que ya escasean los pilotos de drones. Los que están en servicio son sometidos a rotaciones estresantes, que se traducen en un aumento de los «daños colaterales».
Pero el elevado número de víctimas se debe principalmente al hecho que la mayoría de los ataques con drones (más del 60% en Pakistán) se dirigen contra casas en las que también viven mujeres y niños. El número de víctimas civiles está llamado a aumentar con el uso de aparatos volantes robotizados capaces de despegar, atacar y regresar a sus bases de manera totalmente autónoma [sin intervención alguna de humanos]. Entre esos aparatos se halla el nEUROn, fabricado por un consorcio europeo al que pertenece [la firma italiana] Alenia Aermacchi, que será capaz de «efectuar automáticamente el reconocimiento del objetivo».
En lo que llega la guerra robotizada, la ministra de Defensa [italiana] Roberta Pinotti –quien al igual que Renzi hizo su debut como jefe de niños exploradores– está decidida a involucrar a Italia en la guerra de los drones. La ministra ha pedido a Washington que le dé permiso para armar los drones asesinos estadounidenses MQ-9 Reaper adquiridos por Italia, capaces de lanzar 14 misiles Hellfire cada uno.
Serán perfectos para destruir en Libia las embarcaciones de los traficantes de personas, aunque haya que lamentar una que otra masacre de inocentes que serán contabilizados como «daños colaterales».
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
[1] “Deep Support in Washington for C.I.A.’s Drone Missions”, por Mark Mazzetti y Matt Apuzzo, The New York Times, 25 de abril de 2015.
[2] Giovanni Lo Porto era un cooperante italiano secuestrado por un grupo armado en Pakistán y estaba a punto de ser liberado como resultado de negociaciones con los secuestradores. NdlR.
[3] «Secret ‘Kill List’ Proves a Test of Obama’s Principles and Will», Jo Becker y Scott Shane, The New York Times, 29 de mayo de 2012. «Drones asesinos para la "kill list"», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia), Red Voltaire, 18 de junio de 2012.
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