El analista político panameño Julio Yao Villalaz se indigna ante la mescolanza que hacen los grandes medios de prensa internacionales entre los documentos de la firma Mossack-Fonseca y su país, la República de Panamá. Por cierto, dado el papel que la agencia de espionaje de Estados Unidos desempeñó en la creación de esa firma, que ni siquiera fue creada en Panamá, sería más exacto hablar de «CIA Papers». Además, antes de la publicación de los famosos documentos, el gabinete Mossack-Fonseca fue utilizado en varias operaciones de diversas agencias federales estadounidenses.
No pienso participar en la discusión bizantina de si son legales o ilegales la formación de empresas offshore y sus posibles objetivos, lo cual no quiere decir que su naturaleza legal sea irrelevante o me sea ajena. De ninguna manera. Por ejemplo, desde el pasado mes supe que fue una dama quien, por razones personales, actuó en venganza y vendió (ahora se sabe), desde 2008/2009, parte de los documentos de Mossack-Fonseca, complementado por la acción de una pareja de la misma oficina y quizá de otras personas.
Lo que interesa saber es cómo llegaron los documentos de Mossack-Fonseca a manos de las agencias de Estados Unidos «a cargo del cumplimiento de la ley» (U.S. law enforcement agencies), y si ello ocurrió antes o después de que la dama los entregara o vendiera al diario Suddeutsche Zeitung. Se sabe que el diario Suddeutsche Zeitung los entregó al Consorcio de Periodistas de Investigación (CPI) y que estos fueron apoyados por George Soros y sectores de la élite corporativa de Estados Unidos opuestos a Rusia.
El caso es que las agencias de Estados Unidos a cargo del cumplimiento de la ley, posiblemente usaron los documentos deMossack-Fonseca para acusar (indictment) y detener a narcotraficantes, terroristas, traficantes de armas, lavadores de dinero, etc., como probablemente también para actuar contra algunos bancos en Panamá.
Esta cuestión ya no es bizantina, pues implica la posible participación del gobierno de Estados Unidos en una acción ilícita de orden internacional. La acción contra el centro bancario y financiero de Panamá es un ataque a una de las bases de nuestra economía. Tampoco es bizantina la denuncia de que Mossack-Fonseca estuvo y está involucrada con personajes siniestros de casi todos los continentes vinculados a servicios de inteligencia, al menos desde 1986, especialmente del escándalo Estados Unidos-Contra.
La firma Mossack-Fonseca no se originó en 1977 como registran sus archivos, sino en 1986, en Islas Vírgenes (Br.). En 1977 solo existía la Jürgen Mossack Law Firm (Firma de Abogados Jürgen Mossack). Es en 1986 cuando nace la firma Mossack-Fonseca, al calor del escándalo Estados Unidos-Contra.
Como afirma The New York Times del 8 de abril de 2016:
En 1986, mientras el país aún estaba bajo el yugo del general Manuel Noriega, estos hombres (Ramón Fonseca y Jürgen Mossack) fusionaron sus pequeños despachos de abogados y así crearon lo que se convertiría en el centro de las operaciones bancarias sigilosas para la élite, un paraíso fiscal. [1]
El dinero proveniente de la venta de armas se invertía en drogas, que altos funcionarios en Washington —haciéndose los chivos locos— introdujeron en barrios pobres de Estados Unidos. Parte de los fondos se canalizaron por el Proyecto Democracia para derrocar a Noriega, de modo que, por un lado, se hacían de la vista gorda en los barrios no blancos y, por el otro, permitieron que respetables señores en smoking abrieran la Mossack-Fonseca en Islas Vírgenes. territorio que Estados Unidos comparte con Gran Bretaña.
¿Por qué no se creó en Panamá? Quizá porque acababa de terminar exitosamente la Operación Piscis de la DEA en Panamá y nuestro país (bajo el presidente Ricardo De la Espriella) había aprobado leyes no favorables a operaciones clandestinas e ilegales como la Contra-Estados Unidos.
Mossack-Fonseca habría participado, en complicidad con Washington, en una acción violatoria del derecho internacional contra Panamá, como lo es el derrocamiento de un gobierno extranjero, y, por esa razón, su origen es espurio, pues además ahora se sabe que Mossack-Fonseca ha servido a servicios de inteligencia de diversos países.
El año 1986 es clave por el Escándalo Estados Unidos-Contra, pero también porque, hace exactamente 30 años (abril de 1986), el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos tomó la decisión de derrocar a Noriega por razones propias, y no de los panameños que pedían legítimamente un cambio. Cada panameño tendrá “su” Noriega, y eso se respeta, pero Estados Unidos carecía de todo derecho a expulsarlo, sobre todo sabiéndose de antemano que asesinarían a miles de panameños inocentes.
Es necesario rechazar mundialmente que el nombre de Panamá —que es el nombre de todos los panameños— se use para bautizar los documentos que retratan la podredumbre y degeneración más grave del capitalismo de la historia moderna. Para desvincularnos del perjuicio a múltiples países, organizaciones y personalidades, es necesario prohibir la entrada al prostíbulo o, mejor aún, cerrarlo.
[1] “Panama Papers Cast Light on a Law Firm Founded on Secrecy”, Kirk Semple,
Azam Ahmed & Eric Lipton, The New York Times, April 7th, 2016.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter