Prosiguiendo su política de ocupación en Europa occidental y central, Washington multiplica alertas y advertencias sobre «el peligro ruso». Una intensa campaña de prensa denuncia la propaganda ex soviética mientras que los expertos militares vociferan sobre el desequilibrio de fuerzas y la necesidad de implantar el «escudo» estadounidense. El capítulo más reciente de esta histeria organizada es la aparición de un informe de la Rand Corporation sobre una posible –aunque improbable– invasión rusa contra los países bálticos.
La alianza atlántica dispone de un PIB de 35 000 millardos [1] de dólares, pero sólo dedica a la defensa 1 000 millardos al año y 700 millardos corresponden únicamente a los gastos militares de Estados Unidos. Para dictar la pauta, en 2016, Washington asignó 3,4 millardos al fortalecimiento del flanco oriental de la OTAN, o sea 4 veces la suma asignada anteriormente. Ese presupuesto incluye el despliegue –en 6 países del este de Europa– de 4 000 militares estadounidenses, 250 tanques y vehículos de transporte Bradley, cañones autopropulsados Paladin, junto a otros 1 700 vehículos blindados.
Dado el hecho que sus aliados de la OTAN no están dispuestos a asignar sumas importantes a ese objetivo, el Pentágono está inventando todo tipo de escenarios apocalípticos para convencerlos de que contribuyan a la creación de un gigantesco dispositivo de «disuasión» contra Rusia, con costos anuales suplementarios de 2,7 millardos de dólares. Estados Unidos obligó a los Estados neutros con costas bañadas por el Báltico, como Suecia y Finlandia, a organizar ejercicios de la OTAN en sus territorios. En paralelo, las exitosas operaciones militares de Rusia en Crimea y Siria provocaron furor en el Pentágono, que aún dispone de 35 000 militares en Europa, donde anteriormente tenía –en los años 1980– más de 200 000.
Para justificar sus intenciones, el Pentágono confió a la Rand Corporation la realización de un estudio sobre un hipotético enfrentamiento militar con Rusia en los países bálticos, partiendo del principio que el agresor sería Rusia [2].
El objetivo del estudio es sugerir que, para evitar una derrota, de consecuencias desastrosas, ante Rusia, la OTAN tendría que invertir en la región báltica en la preparación allí de… un ataque a Rusia, un escenario más que plausible, como ya expliqué en un artículo anterior [3].
El escenario del supuestamente posible ataque ruso contra los países bálticos no pasa de ser una maniobra intoxicación. ¿Por qué? Porque Rusia no tiene ningún interés militar ni económico en las tres antiguas Repúblicas soviéticas del Báltico, que se incorporaron a la OTAN, incorporación que Rusia aceptó en 2004.
¿Por qué ocuparía Moscú los países bálticos, donde la minoría rusa goza de acceso a los cargos públicos, lo cual le permite obtener información sobre la OTAN? Incluso suponiendo que Rusia decidiera emprender la conquista de los países bálticos, el hecho es que con esa aventura no ganaría nada, exceptuando un mayor acceso al Mar Báltico… que desemboca en el Mar del Norte a través del estrecho de Skagerrak, bajo control de Dinamarca, Noruega y Alemania –tres Estados miembros de la OTAN. ¿Y qué podría hacer Rusia después? ¿Ocupar esos países para abrirse paso hacia el Atlántico?
Según ese escenario, que el Pentágono impuso a los expertos, Rusia tendría que ocupar los tres Estados bálticos en un lapso de tiempo de entre 30 y 60 horas. El análisis de la Rand Corporation tiene en cuenta en sus cálculos fuerzas terrestres de la OTAN consistentes en 7 batallones de infantería, 2 batallones de infantería motorizada y 2 batallones de infantería mecanizada, provenientes todos de los 3 Estados bálticos. Lo que no dicen los expertos de la Rand Corporation es que los 11 batallones de los países bálticos (que representan 3 brigadas) están tan mal armados que ni siquiera podrían enfrentar la embestida de una brigada mecanizada rusa, compuesta de 4 batallones.
A los fuerzas armadas de los Estados bálticos al parecer se agregaron 2 batallones aerotransportados, 2 batallones de helicópteros de ataque y una brigada mecanizada, pertenecientes todos a Estados Unidos. Veinticuatro horas después del inicio de la ofensiva, la OTAN podría desplegar 2 batallones aerotransportados británicos, 2 batallones de tanques polacos y otra brigada aerotransportada de Estados Unidos. En definitiva, la OTAN puede contar con 4 o 5 brigadas de fuerzas terrestres.
Según los especialistas de la Rand Corporation, Rusia puede concentrar 4 batallones de tanques, 5 batallones de infantería mecanizada, 4 batallones de infantería motorizada, 8 batallones aerotransportados y 3 batallones de infantería de marina (estacionados en Kaliningrado), 3 batallones de artillería pesada, 2 batallones de lanzacohetes pesados, 5 batallones de lanzacohetes de mediano calibre, 2 batallones de misiles Iskander, 2 batallones de misiles Tochka y 6 batallones de helicópteros de ataque. Rusia contaría así con 10 u 11 brigadas de fuerzas terrestres, lo cual representa una correlación de fuerzas favorable a Rusia de 2,7 contra 1. Una buena conclusión de los especialistas de la Rand Corporation es que sin la presencia, desde el inicio de las hostilidades, de al menos 7 brigadas de la alianza atlántica (incluyendo 3 brigadas de blindados pesados con apoyo de mucha artillería), sería imposible oponer a Rusia una verdadera resistencia.
El escenario de los especialistas de la Rand Corporation incluye las unidades aéreas de la OTAN basadas en Lituania: una escuadrilla (entre 12 y 14 aviones) de cazas estadounidenses F-15 C y 2 escuadrillas británicas multipropósitos de Eurofighter Typhoon.
Desde Polonia, la alianza atlántica podría poner en acción 2 escuadrillas polacas de F-16, una escuadrilla de MiG-29, 2 escuadrillas estadounidenses o danesas de F-16, una escuadrilla francesa de Rafale y 6 aviones CF 18 de Canadá.
Desde las bases situadas en Suecia, la OTAN también podría utilizar una escadrilla de cazas F-15 C y otras de cazabombarderos F-15 E, 6 aviones de ataque contra blancos terrestres A-10, una escuadrilla furtiva de F-22 (todas estadounidenses) y una escuadrilla noruega de F-16.
Dos escuadrillas de F-18 podrían operar desde un portaviones estadounidense posicionado en el Mar del Norte. Una escuadrilla de cazabombarderos F-15 basada en Inglaterra y, desde Estados Unidos, una escuadrilla de bombarderos B-1B de largo alcance también podrían participar en las operaciones.
Las fuerzas aéreas que Rusia podría oponer se componen de 9 escuadrillas de Su-27, 2 escuadrillas de cazabombarderos ligeros Su-34, 3 escuadrillas de aviones multipropósito MiG-29, 4 escuadrillas de cazas MiG-31, 5 escuadrillas de bombarderos ligeros Su-24, y 4 escuadrillas de bombarderos pesados Tu-22M3.
En vez de buscar una ocasión para enfrentarse a Rusia con un ataque por sorpresa desde los países bálticos, lo cual podría desencadenar una guerra devastadora en varios continentes, Estados Unidos haría mucho mejor en iniciar el diálogo con Rusia, antes de apostar por la escalada armamentista en Europa.
Por desgracia, Washington mantiene una posición agresiva, torpedeando todo intento de diálogo con Moscú y sustrayéndose a todo régimen de control recíproco del armamento convencional en Europa. Así aporta continuamente nuevas fuerzas suplementarias a esa región. El diálogo permitiría limitar las fuerzas convencionales y la cantidad de material de guerra desplegado a ambos lados de la frontera entre la OTAN y Rusia.
[1] 1 millardo = 1 000 millones
[2] Reinforcing Deterrence on NATO’s Eastern Flank. Wargaming the Defense of the Baltics, David A. Shlapak y Michael Johnson, Rand Corporation, 16 p., junio de 2016.
[3] «Le Pentagone prépare-t-il l’invasion de la Russie?», Valentin Vasilescu, Réseau intde international, 4 de mayo de 2016.
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