El liderazgo es un rol que toca ejercer de manera momentánea, muchas veces sin haberlo deseado y otras por la autoridad que reviste un cargo o la coyuntura que se presenta. Leí tiempo atrás un ensayo de Beatriz Merino sobre liderazgo ético y gestión de gobierno.
A lo largo de la historia no todos han ejercido el liderazgo de manera ética, como narrara Eric Hobswan en Historia del siglo XX, donde refiere la falta ética de líderes como Hitler, Mussolini, Stalin o Mao, frente a liderazgos revolucionarios como el de Gandhi, Mandela o la Madre Teresa de Calcuta. El austríaco Viktor Frankl describió el liderazgo ético en primer lugar como el propósito que el hombre debe tener en la vida y es que el ser humano no es movilizado por el placer o el ocio, sino por la tarea que cree debe cumplir. Este propósito genera un compromiso leal y sensato que no es nada más que la base del liderazgo ético.
El líder que rompe con aquella línea ética está rompiendo con su propósito de vida y su compromiso como ser humano, esta pérdida del sentido de seguir los afanes del dinero mal habido o transgredir las normas que nos constituyen como sociedad generan el colapso de la misión del ser, provocando el rompimiento del liderazgo con la ética y la responsabilidad. Entonces, no solo se trata de libertad sino también de responsabilidad.
Frankl nos dice que en segundo lugar este liderazgo debe ser empático, entendiendo la empatía como lo hizo David Hume, desarrollando el pensamiento de Adam Smith en La teoría de los sentimientos morales, donde la empatía no es sino la representación o estados mentales de otros en nuestra mente, ya que ahí podemos experimentar de manera más leve los sentimientos sobre el pensamiento que hemos internalizado.
Esta experiencia, según estos autores, nos lleva a la conclusión de dejar los intereses propios en beneficio del colectivo que lleva a la conformación de una moral compartida por la sociedad. El liderazgo ético y responsable es aquél que busca el bien y es empático, conociendo las necesidades de los otros y que la solución o satisfacción de ellos nos llevarán a nuestra propia satisfacción personal.
En la acción de gobierno, lo hemos visto repetidas veces, ya sea en la actividad pública o privada, que el líder ante la dejadez de su objetivo o doctrina al ser llevado por sus propios intereses o los intereses de su corte, rompen la unión de liderazgo ética y responsabilidad lo cual termina con escándalos de corrupción como podemos no solo verlos diariamente en Latinoamérica sino también en la percepción del líder público por parte de la ciudadanía.
Pero los problemas que afronta este líder no solo ocurren en la esfera pública sino también en la privada e influyen en lo público, ya que somos parte de una misma sociedad. Este liderazgo implica que se incentiven valores como la democracia, el respeto a los derechos humanos, protegiendo el medio ambiente, desarrollando el bienestar de nuestro entorno y fijando objetivos de largo plazo para ser de esta manera sostenibles.
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