El Guía de la Revolución es una institución iraní muy particular. Su responsabilidad se inspira en el gobierno de sabios de la República de Platón y dispone simultáneamente de un poder de veto sobre cualquier decisión de los dirigentes políticos del país y de la posibilidad de tomar iniciativas en el exterior.
El presupuesto del Guía se nutre de los ingresos extraordinarios provenientes del petróleo y, en este momento, a raíz del acuerdo 5+1 sobre el programa nuclear, el levantamiento de la prohibición de comercializar el petróleo iraní ha traído a Irán, y por ende al Guía, ingresos excepcionales, situación que no debe repetirse a corto plazo.
Conforme a lo que prevé su función, el Guía no ha utilizado esos recursos en beneficio propio –es bien conocido el modo de vida frugal de Alí Khamenei– ni para su administración o sus conciudadanos sino para favorecer la justicia en el mundo. Contrariamente a las personalidades religiosas, el Guía financia pocas asociaciones caritativas y dirige sus fondos más bien a organizaciones políticas.
El ayatola Alí Khamenei ha dedicado esos recursos a aportar apoyo a diferentes grupos, como el Hezbollah libanés, al que asignó 800 millones de dólares en 2016.
El Hezbollah desplegó en la República Árabe Siria unos 7 000 combatientes voluntarios para salvar a las diferentes poblaciones de ese país de las hordas de yihadistas. De esos 7 000 combatientes voluntarios, 2 000 murieron en combate.
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