Washington ha anunciado su intención de enviar un buque de guerra al Mar de Azov para imponer el respeto de los derechos de Ucrania. Una ojeada al pasado nos muestra que esa decisión es peligrosa y que puede agravar la situación. El experto en temas militares Valentin Vasiliescu recuerda aquí un incidente desconocido ocurrido entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en 1988.
El 25 de noviembre de 2018, las dos pequeñas unidades de superficie Izumrud y Don de la policía rusa de fronteras resolvieron el incidente registrado aquel día en el Estrecho de Kerch, sin necesidad de que intervinieran navíos de la Flota del Mar Negro.
Ahora, el secretario de Estado Mike Pompeo anuncia el envío de un gran barco de guerra estadounidense para obligar las autoridades rusas a respetar la libertad de navegación en el Estrecho de Kerch, probablemente pasando del Mar Negro al Mar de Azov. Ese gran barco de guerra estadounidense sería un destructor de la clase Arleigh Burke o un crucero de la clase Ticonderoga perteneciente a la Sexta Flota de la US Navy, que opera en el Mediterráneo
Si no solicita a las autoridades portuarias rusas una autorización de entrada de 48 horas o si esa autorización le es negada, ese gran barco de guerra estadounidense se hallará en la misma situación que las unidades de superficie ucranianas que provocaron el incidente del 25 de noviembre. Podríamos entonces ser testigos de una repetición del incidente del 12 de febrero de 1988, un episodio tan vergonzoso para Estados Unidos, que el Pentágono lo mantuvo en secreto.
Hace 30 años, el crucero lanzamisiles USS Yorktown (CG-48), de la clase Ticonderoga (un navío de 9 800 toneladas) y el destructor USS Caron (DD-970) cruzaron en secreto el Estrecho de los Dardanelos y el Bósforo y –habiendo cortado todas las transmisiones radiales [1]– navegaron silenciosamente en aguas del Mar Negro aprovechando la circunstancia de que el crucero Moskova y 3 destructores soviéticos de la Flota del Mar Negro se hallaban en el Mediterráneo, donde realizaban un ejercicio naval.
Pero los dos navíos estadounidenses no sabían que varias pequeñas unidades de superficie soviéticas los seguían a cierta distancia. Los navíos estadounidenses no respondieron a las advertencias radiales de las autoridades soviéticas, que los invitaban a cambiar de rumbo, y avanzaron 7 millas en las aguas territoriales de la URSS, cerca de Sebastopol.
El Pentágono había decidido ejercer un «derecho de paso inocente» a través de las aguas territoriales soviéticas. Ante aquella situación, las fragatas soviéticas Bezzavetniy, de 3 300 toneladas, y SKR-6, de 1 150 toneladas, se aproximaron a toda velocidad, adoptaron posiciones óptimas de acercamiento y entraron en colisión con los navíos estadounidenses.
A pesar de que eran 3 o 4 veces más pequeñas que los navíos estadounidenses, las fragatas soviéticas eran más robustas y estaban mejor posicionadas. El encontronazo causó importantes daños al crucero USS Yorktown, 4 de sus 8 misiles antibarcos Harpoon quedaron destruidos, al agual que su hangar para helicópteros.
En definitiva, los navíos de Estados Unidos abandonaron inmediatamente las aguas territoriales soviéticas y pusieron rumbo a toda máquina hacia el Estrecho del Bósforo. A partir de aquel incidente, se dio orden a los barcos de la Sexta Flota de Estados Unidos de mantenerse a más de 120 millas de Crimea.
[1] La suspensión de todas las transmisiones de radio de un navío o un avión se ordena sólo en casos de operaciones que requieren el más estricto secreto y su objetivo es evitar que las transmisiones de radio o de radar de la unidad que la realiza sean detectadas por el enemigo, que tendría así conocimiento de su presencia y localización geográfica. Nota de la Red Voltaire.
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