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Conflictos de baja intensidad
Si la guerra constituye una forma clásica de enfrentamiento entre Estados, los llamados «conflictos de baja intensidad» son una forma de enfrentamiento entre un Estado y actores no estatales. Esta expresión, creada por el jefe del Estado Mayor privado de la reina Isabel II, Sir Frank Kitson, se aplica por igual a la contrainsurgencia en las colonias, a la lucha contra la subversión durante la guerra fría y a ciertas operaciones de «mantenimiento de la paz».
Mientras que los miembros de una fuerza de resistencia, rebeldes o guerrilleros, tratan de moverse entre la población «como un pez en el agua», según la frase de Mao Zedong, la guerra o conflicto de baja intensidad trata en primer lugar de separar a los combatientes del resto de la población, de ser necesario mediante el desplazamiento forzoso de los pobladores aislados hacia zonas vigiladas, y posteriormente de «neutralizar» a los individuos sospechosos de ser combatientes.
El desarrollo reciente de operaciones de «mantenimiento de la paz» por parte de la ONU ilustra la deriva de esa organización hacia la sumisión a los dictados de las grandes potencias. Algo que debería tener un carácter estrictamente excepcional se ha convertido en rutina: la ONU despliega fuerzas militares, no para verificar la aplicación de acuerdos de paz sino para imponer esos acuerdos a las partes que se oponen a ellos, y se convierte así en parte del conflicto. Este fenómeno se ha acentuado con la reforma Brahimi, en total contradicción con los principios de la Carta de San Francisco.
Después de la desaparición de la Unión Soviética, la OTAN abandona su papel de fuerza bélica convencional y se especializa en las guerras de baja intensidad. En Afganistán, la OTAN está entrenando a los ejércitos aliados para ese tipo de conflicto.