La narración sobre la crisis económico-financiera occidental no tiene nada que ver con la realidad. Pero lo cierto es que, debido a esa grave crisis, Estados Unidos va a verse obligado a tomar una decisión existencial.
La revista monárquica globalista neoliberal The Economist –donde los banqueros jázaros [1] Rothschild detentan un 26,7% del capital– comenzó a publicar un “reportaje especial” de 7 artículos sobre el “Sistema financiero global en peligro de fragmentación” [2].
En el segundo capítulo de esa serie, The Economist –que nos mata de risa cuando se define como “independiente”– aborda el “nuevo orden económico”, al unísono del desgajamiento del “orden liberal (sic) internacional” cuyo “colapso (¡megasic!) puede ser repentino e irreversible” [3].
Más allá de los epifenómenos que relata –desde la “resiliencia de la economía mundial”, pasando por el “auge de Estados Unidos pese a la escalada de su guerra comercial con China”, hasta la “ausencia de un choque petrolero en medio de la guerra del Medio Oriente”–, en una “mirada más profunda se vislumbra su fragilidad”. A su juicio, el “orden (¡megasic!) que ha gobernado la economía global desde la Segunda Guerra Mundial ha sido erosionado (¡megasic!)” y “hoy está cerca del colapso”. Este axioma lo hemos enunciado desde hace mucho los críticos de la nihilista y misántropa globalización desregulada, pero que lo exponga la revista portavoz del globalismo, hoy en caída libre, equivale a una capitulación.
Según The Economist se vislumbran “detonantes preocupantes que activarían un descenso a la anarquía”, donde “las superpotencias recurren a la guerra”. A The Economist se le olvida que la globalización fue impuesta, y que perduró, gracias a múltiples guerras del “complejo militar-financiero” (Dennis Small dixit) de la anglósfera.
Se autocita con su artículo: “El orden económico mundial se resquebraja” cuando “los críticos van a añorar la partida de la globalización” [4]. Hoy “la desintegración del viejo orden está visible por doquier” y “aunque el dólar permanece dominante y las economías emergentes son más resilientes, los flujos globales de capital han empezado a fragmentarse”, lo cual este modesto servidor ya había expuesto en el libro Hacia la desglobalización, que publiqué hace 17 años [5], y en el más reciente Nuevo orden geofinanciero multipolar: desdolarización y divisa BRICS [6].
La revista globalista es descomunalmente benigna con el manejo geofinanciero y geoeconómico de Estados Unidos cuando “el sistema establecido después de la Segunda Guerra consiguió el matrimonio entre los principios (sic) internacionalistas y los intereses estratégicos de Estados Unidos”. Concluye que “apuntalado por un fuerte crecimiento en Estados Unidos, pareciera como si la economía mundial pueda sobrevivir a cualquier cosa que se le presente. Pero no podrá” (¡megasic!).
La propaganda anglosajona no se da por vencida y, en la misma Londres, Ambrose Evans-Pritchard, portavoz de la monarquía declinante de Gran Bretaña, en 3 artículos publicados en The Telegraph alucina que:
– 1. El jázaro críptico “Milei convertirá a Argentina en la Texas de Latinoamérica” con las pletóricas reservas de gas esquisto en Vaca Muerta [7];
– 2. El litio de Argentina la propulsará a la estratósfera [8];
– 3. Con su desafío a China, el disfuncional Milei “está sentando las bases para una revolución de libre mercado” [9].
Las alucinaciones geofinancieras de los globalistas hoy son intratables por la realidad geopolítica. Quizá debido a su especialidad economicista, The Economist pasa por alto tres fechas nodales que (en)marcan la caída, para no decir “colapso”, del hoy ya caduco “orden globalista financiero”:
– 1. El anuncio del porvenir desde 2007 en la Conferencia de Seguridad de Múnich por el presidente ruso Putin [10];
– 2. La quiebra de Lehman Brothers, que la anglósfera intentó endosársela a China [11];
– 3. La humillante derrota de la OTAN en Ucrania.
A mi juicio, la elección del 5 noviembre decidirá si Biden prosigue su estéril guerra de hemorragia demográfica contra Rusia o si Trump opta por el aislamiento regional selectivo y la reconstrucción holística de Estados Unidos.
[1] El invento (sic) de la “Tierra de Israel”– la “Tierra de Canaan” espoliada–, según el historiador Shlomo Sand, Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada, 25 de febrero de 2024.
[2] “The global financial system is in danger of fragmenting. The American-led financial order is giving way to a more divided one”, Special Report, The Economist, 3 de mayo de 2024.
[3] “The liberal international order is slowly coming apart. Its collapse could be sudden and irreversible”, The Economist, 9 de mayo de 2024.
[4] “The world’s economic order is breaking down. Critics will miss globalisation when it is gone”, The Economist, 9 de mayo de 2024.
[5] Hacia la desglobalización, Alfredo Jalife-Rahme, Orfila Valentini, 2020.
[6] Nuevo orden geofinanciero multipolar: desdolarización y divisa BRICS, Alfredo Jalife-Rahme, Orfila Valentini, 2023.
[7] “Milei’s Argentina is fast becoming the Texas of Latin America. The country’s vast shale reserves are the president’s most potent economic weapon”, Ambrose Evans-Pritchard, The Telegraph, 8 de mayo de 2024.
[8] “Why a Cold War is breaking out over Milei’s lithium ‘gold rush’. Argentina’s Lithium Triangle in the Andes threatens China’s dominance of critical mineral”, Ambrose Evans-Pritchard, The Telegraph, 9 de mayo de 2024.
[9] “Argentina’s return to the West is a pivotal moment in world geopolitics. By defying China, Javier Milei is laying the grounds for a free market revolution”, Ambrose Evans-Pritchard, The Telegraph, 10 de mayo de 2024.
[10] «Rusia: ¿árbitro geopolítico del orden pentapolar?», Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada, 14 de febrero de 2007.
[11] «Banca de Estados Unidos: “día del juicio final” y su “establo de Augias”», Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada, 17 de septiembre de 2008.
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