Lectura obligatoria de aspirantes y agentes de la CIA hasta 1976 (cuando oficialmente se le prohibió diseñar planes encubiertos de asesinato), el hoy desclasificado manual de los asesinatos echa luz sobre algunos de los métodos históricamente empleados para asesinar
líderes políticos o sindicales.
«El trabajo de espionaje tiene una
sola ley moral: se justifica por los
resultados.»
John Le Carré
Delimitado en un principio a las «propuestas de asesinato» encubierto de prominentes figuras del gobierno de Guatemala cuando presidía ese país Jacobo Arbenz Guzmán (1951-1954 y sobre quien la CIA reconoció oficialmente que manejó la posibilidad de deshacerse de él por ese medio), fue confeccionado por Sidney Gottileb, un estudioso psiquiatra que había sido reclutado por la agencia en 1951 y que más tarde se abocó a estudiar las formas de controlar la mente humana utilizando como «fachada» un centro de estudios psiquiátricos canadiense.
Más allá de que las evidencias aportadas por la publicación de documentos de este tipo señalan que la operación de asesinatos «selectivos» de «piezas clave» del régimen arbencista fue aprobada (existen las listas de los funcionarios a ser «dispuestos»), puesta en marcha (armas y dinero fueron entregados para un grupo especial entrenado a tales efectos) y finalmente abortada por delaciones varias, el documento resulta interesante por un aspecto fundamental: revela la existencia de mentalidades justificadoras del crimen (el médico le confesó a un ex agente que la «eliminación» de una cuantas personas le evitaría a EE.UU. un montón de problemas) y pone al descubierto un estilo tan frío como escalofriante a la hora de analizar la eliminación de opositores cuya muerte "provee ventajas positivas". He aquí algunos de pasajes:
La definición
El asesinato es una idea derivada del término Hachís, droga similar a la marihuana que utilizaba Hasan Dan Sabbah para motivar a sus seguidores encargados de ejecutar crímenes políticos, normalmente a costa de sus vidas.
Aquí se usa para describir la muerte planeada de una persona que no se encuentra bajo la jurisdicción legal del asesino, ni físicamente en sus manos, que ha sido seleccionada por una organización para morir y cuya muerte provee ventajas positivas para dicha organización.
El empleo
No se escribirán ni grabarán nunca las órdenes de asesinato. Las instrucciones y decisiones involucrarán al mínimo número de personas. Y lo ideal es que impliquen a una sola.
La justificación
El asesinato no es moralmente justificable (...) [sin embargo] la matanza de un líder político cuya carrera creciente es un peligro claro a la causa de la libertad puede tener un lugar necesario. Pero el asesinato puede raramente ser empleado con una conciencia clara. Y las personas que son moralmente remisas no deben intentarlo.
El asesino
En asesinatos seguros, el asesino necesita las cualidades del agente clandestino (...) valeroso, inteligente, ingenioso y físicamente activo (...) Excepto en asesinatos terroristas, es deseable que el asesino sea transitorio en el área. Él debería tener un mínimo de contacto con el resto de la organización y sus instrucciones deberían darse oralmente por una persona única. Su evacuación segura después del acto es absolutamente necesaria, pero aquí nuevamente el contacto debería ser tan limitado como fuera posible (...)
La planificación
Cuando la decisión para asesinar se ha alcanzado, la táctica debe planificarse sobre la base de una estimación de la situación parecida a la que se usa en las operaciones militares. La estimación dará a conocer las brechas en la información y (...) cuando todos los datos necesarios se han corroborado, el plano táctico efectivo está dispuesto. Toda planificación debe ser mental, sin registros que evidencien la operación.
El manual
Es posible matar a un hombre sólo con las manos desnudas, pero pocas personas son lo bastante hábiles como para hacerlo bien. Sin embargo, puede servir un martillo, un hacha, una llave inglesa, un destornillador, un atizador, un cuchillo de cocina, el pie de una lámpara o cualquier cosa dura, pesada y que esté a mano. Un trozo de cuerda o de cable, o un cinturón, también sirven si el asesino es lo suficientemente fuerte y ágil. Todas estas armas improvisadas tienen la gran ventaja de que están disponibles y no despiertan sospechas.
Los accidentes
Para el asesinato oculto, el accidente ingeniado es la técnica más efectiva. Cuando es exitoso, ocasiona poca excitación y es investigado de manera superficial. El más eficaz es una caída desde una altura superior a 75 pies sobre una superficie dura: los huecos del ascensor, de la escalera, ventanas o puentes sin protección. Las caídas al agua desde un puente no son confiables (...) El acto debe ejecutarse sacudiendo al individuo repentina y enérgicamente por los tobillos e inclinándolo sobre el borde. (...) Las caídas al mar o a ríos pueden ser suficientes si el individuo no sabe nadar. Resulta más creíble si el asesino simula rescatarlo, de manera que no sólo se asegura la muerte del sujeto, sino que al mismo tiempo establece una coartada útil.
Si los hábitos personales de la persona lo permiten, podrán utilizarse bebidas alcohólicas para preparar un accidente: las caídas cuando pasa un tren o el metro son eficaces, pero requieren precisión y es difícil que no haya testigos. Los accidentes de automóvil son un método de asesinato menos satisfactorio. Si se atropella de modo deliberado al sujeto, es necesario calcular bien el momento porque es posible que se lleve a cabo una investigación. La manipulación del coche del sujeto tiene escasas posibilidades de éxito. Cabe la probabilidad de emborrachar o drogar al individuo y después colocarlo en el coche, pero esto solo funciona cuando puede lanzarse el vehículo por un barranco o a aguas profundas y sin testigos.
Las drogas
En todos los tipos de asesinatos, excepto en los terroristas, las drogas pueden ser muy eficaces. Si el asesino se entrena como un doctor y el sujeto se encuentra bajo cuidados médicos, entonces el método es fácil. Una sobredosis de morfina como sedante causa la muerte sin molestias y es difícil de detectar. Si utiliza drogas habitualmente, la dosis tendrá que ser mayor. En caso contrario, unos 130 mg. bastarán. Si el sujeto es muy bebedor, cuando pierda la conciencia podrá inyectársele morfina o un narcótico similar, y en tal caso es fácil que se atribuya la muerte a una intoxicación etílica.
Los venenos específicos, tales como el arsénico (...) son efectivos pero su posesión y adquisición incriminan, y la dosis precisa es problemática (...)
Las armas directas
Las armas directas requieren algún conocimiento anatómico para su uso efectivo. Su ventaja principal es su disponibilidad universal.
Los golpes deberán dirigirse a la zona que se encuentra debajo y detrás de la oreja y sobre la base del cráneo. Naturalmente que si el golpe es muy fuerte, cualquier parte de la zona superior del cráneo sirve. La zona frontal inferior de la cabeza, la situada entre los ojos y la garganta, puede soportar golpes tremendos sin consecuencias mortales.
Las armas de fuego
Con toda frecuencia se utilizan las armas de fuego para los asesinatos, muchas veces de modo no muy eficaz. Por lo general, el asesino carece de conocimientos técnicos sobre las limitaciones de las armas y espera de ellas mayor precisión y capacidad letal de la que poseen. Deberán emplearse armas con un poder destructivo que supere en un cien por cien lo considerado necesario, y el alcance del disparo previsto deberá ser equivalente a la mitad del que se crea adecuado para el arma.
Los explosivos
Nunca deben lanzarse sobre el sujeto bombas o granadas. Aunque causan una gran conmoción y pueden conseguir su muerte, no son precisas ni dignas de confianza, y además constituyen una mala propaganda.
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