Mientras que los Estados Unidos se hunden en el pantano iraquí y apoyan las acciones militares israelíes de destrucción en el Líbano y Palestina, una polémica toma auge en los Estados Unidos acerca de los vínculos exactos entre el imperialismo estadounidense y el expansionismo sionista. De repente constatamos que el pensamiento de Noam Chomsky, que desde hace tiempo es una referencia en la izquierda norteamericana, no funciona ni responde a las expectativas. Para el periodista Jeffrey Blankfort, ha llegado el momento de cuestionar a esta “vaca sagrada”. Publicamos a continuación la primera parte de tres capítulos, de su largo estudio sobre las limitaciones del pensamiento de Noam Chomsky.
Foto arriba: Noam Chomsky. Ver segunda parte de este estudio: «En contra de lo que afirma Chomsky en su teoría, los EEUU no tienen nada que ganar apoyando Israel»
_________________________________________________
«En un artículo del New York Times (con fecha de 19 de abril de 2003), la periodista Emily Eakin relataba los hechos de un coloquio en la Universidad de Chicago, realizado a fin de evaluar (de manera general) el impacto de las teorías (políticas). Durante una de las sesiones de este coloquio, en la cual participaban un equipo de reconocidos intelectuales en el campo de las ciencias humanas, un estudiante levantó la mano y preguntó:
¿Para qué sirve la teoría si desde un principio nosotros admitimos que las acciones [o discursos] de Noam Chomsky son más importantes para el mundo que cualquier formulación de los teóricos críticos más importantes en su conjunto?
(John Spayde, jefe editorial, UTNE Reader, noviembre-diciembre 2004.)
Noam Chomsky es el relator y contable de las aventuras imperiales estadounidenses más conocido y longevo en el mundo. Desde hace más de treinta años que escribe. Esto es sin duda el único hecho que hace la unanimidad tanto entre de sus leales partidarios (que son muchísimos) que dentro de sus detractores. Tan apasionados los unos como los otros de temas [políticos-sociales] aunque los últimos sean menos numerosos. El acaparamiento de Chomsky en la materia es tan grande -sin precedentes, algo nunca visto en el pasado-, por lo cual es difícil citar el nombre de un rival que le llegue a los tobillos. Estamos frente a una consagración monumental, alguien a quien se le califica a veces de «icono sagrado» [1]
Desde hace mucho tiempo que hablamos de Chomsky. A pesar de su apariencia modesta y de su alocución calmada y unísona, Chomsky es por decir, todo lo que usted pueda imaginarse menos una persona tímida. Si miramos de más cerca, podemos darnos cuenta que su posición de inminencia gris se debe más a su cuantiosa producción intelectual, hablo en cuanto a cantidad, (treinta obras estos treinta últimos años, sin contar los cientos de discursos y entrevistas), se debe más a su masiva producción que a su erudición.
En el campo de las relaciones entre los Estados Unidos, Israel y Palestina, con Chomsky nos encontramos frente a una verdadera avalancha humana, nos encontramos frente a una enorme ola de auténticos trabajos universitarios que contradicen sus posiciones políticas y de lo que realmente está ocurriendo en el Medio Oriente. Por ejemplo, sus afirmaciones que: Israel serviría de “portaviones” estratégico a los EEUU en la región y que el lobby israelí (el AIPAC a la cabeza) sería un simple grupo de presión semejante a muchos otros existentes [en los EEUU], aparte del simple hecho que buscaría a influenciar la política estadounidense en el Medio Oriente. Con el apoyo de estos dos axiomas “chomskianos” –yo demostraré- que Chomsky no sólo fabrica pruebas extraordinariamente inconsistentes y simples, sino que además Chomsky evita todo elemento o prueba que pueda perturbar o contradecir su teoría. ¿Cómo lo hace? Muy fácil, Chomsky elimina simplemente cualquier elemento perturbador...
Sin embargo y a pesar de todo esto, Chomsky ha logrado fundar un pensamiento. Se ha ganado el apoyo y la adhesión casi religiosa de miles de adeptos en el mundo entero. Por otro lado, también está en la mira, o mejor dicho, es el personaje más odiado de aquellos que apoyan y justifican el programa imperial [y político] de los Estados Unidos, como los crímenes de su indefectible aliado menor, Israel, contra los palestinos. ¿Quién más que Chomsky podría vanagloriase de la existencia de blogs [sitios web internet] especialmente dedicados atacar las opiniones de tan augusto personaje?
Lo que se sabe muy poco, por ejemplo, es el reconocimiento que hizo el mismo Chomsky, de haber sido en el pasado -desde su más joven infancia, un sionista (en una de las primeras aceptaciones de este término, es decir, que él era favorable a la creación de un núcleo judío en Palestina –de un estado binacional, y no de un estado exclusivamente judío) y como Chomsky lo escribió de su puño y letra, hace ya más de treinta años:
«Sin duda, mi historia personal deforma la representación que yo me hago de este problema [2]...»
Es muy importante de comprender y medir el grado de distorsión empleado por Chomsky si se quiere entender sus increíbles y alucinantes posiciones, posiciones que Chomsky ha adoptado respecto al conflicto israelo-palestino...
Mientras el presidente venezolano Hugo Chávez lanzaba una seria acusación (ver video) contra el presidente estadounidense George Bush en la tribuna de la Asamblea General de la ONU en New York y publicitaba el libro de Noam Chomsky (foto arriba), este último cuando fue interrogado por la prensa de su país acerca de lo que pensaba del discurso del presidente Chávez en la ONU, Chomsky declaró que no estaba de acuerdo con el presidente venezolano por la forma y manera en que lo hizo.
_________________________________________________
Como se sabe, Chomsky siempre ha estado bajo constantes ataques –incluso de gran perversidad, por parte de sus detractores «de derecha», entonces nos encontramos en un terreno minado cuando se es «de izquierda» y se trata de criticarlo. Denunciar los graves errores cometidos por Chomsky en el análisis y en la recensión de la historia, es correr el riesgo casi seguro-, de recibir la recriminación de aquellos que podrían –al extremo rigor- estar de acuerdo con el contenido de la crítica, pero que se han convertido en asiduos defensores de la reputación de Chomsky, desde hace tanto años, sea a causa de una amistad personal u otra, hecho que no sólo les impide de cuestionar públicamente el menor error sustancial de [su maestro] Chomsky, sea factual o de interpretación, sino que también los ha incitado a rechazar violentamente cualquier intento o cualquier critica –viniendo de otras personas- y que iban en ese sentido, actitud que no los ha hecho dudar un solo momento para clasificar dichos ataques, bajo la etiqueta de «venganzas personales»...
El mismo Chomsky no es más «tierno» que sus asiduos defensores al momento de admitir cualquier crítica. Como lo ha dicho uno de sus detractores: «su actitud frente aquellos que no están de acuerdo con él es ante todo una actitud de desprecio. Para Chomsky, los motivos por los cuales sus contestatarios son incapaces de comprender que lo que él dice es la pura verdad, es que de una manera u otra, esa gente es moralmente deficiente a su vista». [3]
A pesar que yo reproché a Chomsky de minimizar la influencia del lobby pro-israelí en la política del Medio Oriente de Washington [4], yo me retuve de redactar una crítica general respecto a sus puntos de vista por las razones indicadas anteriormente. Sin embargo yo estaba convencido, ironía de la vida, que a pesar que él había recopilado y poseía la documentación más completa acerca de los crímenes de Israel, Chomsky había al mismo tiempo no sólo paralizado, sino que deliberadamente saboteado el desarrollo de cualquier esfuerzo para poner fin a esos crímenes, impidiendo de construir un movimiento al servicio de la causa Palestina.
¿Yo exagero? Casi no: muchas de las declaraciones de Chomsky han demostrado su determinación a premunir Israel y a los israelíes contra las sanciones, castigos u otros inconvenientes mayores que hubiesen tenido que afrontar a consecuencia de sus transgresiones absolutamente monstruosas de lo que tendría que ser un comportamiento humano decente, comportamiento que Chomsky ha documentado él mismo, con pasión y desde hace tantos años. Esto constituye ya una de las contradicciones de su trabajo intelectual. Él desearía hacernos creer que la ocupación, los comportamientos brutales y criminales de Israel contra los palestinos, sus invasiones, sus cuarenta años de guerra no declarada contra el Líbano, el hecho de haber suministrado y armado regímenes asesinos en América Central y en África durante la Guerra Fría, a Chomsky le gustaría hacernos creer que el comportamiento criminal de Israel se debe por el simple hecho de ser un Estado-cliente al servicio de los intereses [imperiales] estadounidenses. El punto de vista geopolítico de Chomsky, el de absolver a Israel de cualquier responsabilidad, constituye el fundamento de su doctrina oficial.
Me ha parecido esencial de proceder a un estudio crítico de su obra, y sobre todo después de haberme enterado de una entrevista que Chomsky concedió en mayo último a Christopher J. Lee, periodista de la revista Safundi: The Journal of South African and American Comparative Studies [Revista de estudios comparativos de África del Sur y de América], consultable en el sitio web Znet [5].
Naturalmente en la entrevista, la conversación tocó el tema del apartheid y se le preguntó entonces a Chomsky si él consideraba que este término se aplicaba (o no) a los palestinos sometidos a la dominación israelí. Chomsky respondió:
«Yo mismo no utilizo este término para ser franco. Del mismo modo que no utilizo [frecuentemente] el término «imperio», porque estos son, simplemente, términos provocadores...Pienso que basta con describir la situación sin necesidad de compararlas con otras.»
Cualquier lector conocedor de los textos de Chomsky reconocerá que él no se priva [privarse] de términos incendiarios al momento de escribir, y que comparar una situación histórica con otra hace parte de su modus operandi, y esto desde hace mucho tiempo atrás. Su respuesta era entonces perturbadora y misteriosa. Muchos universitarios y periodistas israelíes, como Ilan Pappe, Tanya Reinhart y Amira Hass han descrito la situación de los palestinos calificándola de régimen de apartheid. Monseñor Desmont Tutu [6] ha dicho lo mismo y, el año pasado, el gran cotidiano israelí Ha’aretz informaba que el profesor sudafricano John Dugarden, especialista en leyes y derecho además de ser relator especial de las Naciones Unidas en cuanto a la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados y antiguo miembro de la Comisión Verdad y Reconciliación en su país de origen [Sudáfrica], había escrito en su informe destinado a la Asamblea General de la ONU que: «en los territorios (palestinos ocupados por Israel)» impera un «régimen de apartheid mucho peor que aquel que existió en el pasado en Sudáfrica.» [7]
Chomsky explicó su desacuerdo:
«El apartheid era un sistema particular, y una situación particularmente infame...Este término se le cita con la finalidad de dar una “alerta roja”, a pesar que podemos contentarnos con describir la situación simplemente y tal como es...»
Su reticencia a calificar los abusos y el control aplicado por Israel sobre los palestinos de «apartheid», porque eso podría ser percibido como una simple señal de «alerta roja», el hecho de tildar este calificativo de «provocación», son más bien respuestas en sí que deben convertirse en una alerta roja para nosotros ante el [intelectual] Chomsky, hechos que suscitan preguntas y que debieron ser formuladas por el entrevistador a Chomsky, sobre todo aquella que le hubiese preguntado ¿quién exactamente se siente culpable cuando se habla de «alerta roja» y en qué está censada representar un vínculo con el «apartheid» en el caso de Israel, y qué objeciones puede oponer Chomsky contra esto?
También hubo otro intercambio de palabras aún más sorprendente, poco después, en el transcurso de la misma entrevista, cuando se le preguntó a Chomsky sí se podrían aplicar sanciones a Israel cómo fue el caso contra Sudáfrica? [en la época del apartheid], Chomky respondió:
«Aplicar sanciones causa perjuicios a la población. No se puede imponer sanciones mientras que la población no las exija ella misma. Es una cuestión de moral. También, lo más importante, en el caso de Israel, es de saber esto: ¿la población (israelí) pide ella que le impongan sanciones? Eh bien, evidentemente, la respuesta es: ¡no!»
Evidentemente la respuesta es: ¡no!»...Pero, ¿se puede aceptar de tomar una decisión de esta naturaleza, sobre la base de lo que quiere o no quiere una mayoría de israelíes? Israel, que yo sepa, no es una dictadura cuya población está aterrorizada por el miedo [de sus gobernantes], si tal fuera el caso, no se le podría reprochar o tenerla por responsable de los comportamientos [criminales] de su gobierno. Pero al contrario, Israel tiene una prensa muy independiente y dinámica, un “ejército popular” en la cual todos los judíos israelíes (excluyendo a los ultra-ortodoxos) están obligados de servir, ejército además que es venerado casi religiosamente por la opinión pública. En el transcurso de los años y de manera democrática, con sus costumbres que le son propias, la mayoría de israelíes a constantemente apoyado y participado en las acciones de su gobierno contra los palestinos y libaneses, acciones que no sólo son racistas sino que violaban continuamente las Convenciones de Ginebra.
Chomsky nos esclarece su opinión:
«Así qué llamar a sanciones cuando la mayoría de la población [israelí] no comprende lo que Usted está haciendo, es tácticamente absurdo – incluso si estas sanciones serían moralmente justificadas, cosa que yo pienso que no lo son [por otro lado]. El país al cual [nosotros] queremos imponerle sanciones no las pide.»
El entrevistador, señor Lee, estupefacto por esta respuesta (lo comprendemos)- le pregunta entonces:
«¿Los palestinos no están llamando a que se impongan sanciones?»
Chomsky: «Sí, pero las sanciones no serían aplicadas a los palestinos -¿qué yo sepa?-, ¡éstas serían impuestas a los israelíes!»
Lee: «¡Exacto!...[Así pues, lo que quiere decir Usted, es que] los israelíes no piden a que se les impongan sanciones...»
Esta respuesta perturbó también al analista palestino Omar Barghouthi, quien viendo también (con tacto) en Chomsky un «eminente apoyo a la causa Palestina», se dejó de rodeos para romper las argucias chomskianas:
«De todos los argumentos anti-boicot, el citado ahora, es el reflejo, sea de una grandiosa ingenuidad, sea de una deshonestidad deliberada. ¿Vamos a juzgar si debemos aplicar (o no) sanciones a una potencia colonial en función de la opinión de la mayoría del pueblo opresor? ¡Por favor! ¿Qué alguien me diga si los derechos del pueblo oprimido nos importa una pizca?» [8]
Aparentemente para Chomsky no es el caso. Pero esto no es todo en cuanto a absurdidades.
«Además, estas sanciones son inútiles. Nosotros deberíamos exigir sanciones contra los Estados Unidos, eso sí: ¡en eso estoy de acuerdo! Si los Estados Unidos paran su apoyo masivo a esta política, todo esto se acaba. Y en este caso, no habría ninguna necesidad de imponer cualquier tipo de sanción a Israel. Sería como imponer sanciones a Polonia sometida a Rusia por lo que hacen los polacos. Sería totalmente absurdo. En el caso presente [del Medio Oriente] nosotros [los estadounidenses] jugamos el rol de los rusos».
Primero: ¿qué quiere decir Chomsky cuando afirma que «estas sanciones son inútiles»? El sabía, seguramente, en el momento que respondía a este periodista, que Israel, construía un muro de ocho metros de alto, llamado con razón «Muro del Apartheid», aceleraba la confiscación de nuevos territorios palestinos y continuaba su depuración étnica, la cual habían puesto en práctica desde antes de los años 1947. Y la única cosa que podía parar estas exacciones israelíes era la presión de la opinión pública.
Segundo: si hubiese un apoyo considerable a imponer sanciones contra los Estados Unidos y si estas sanciones se concretizarían, aplicándolas ¿no violaríamos las normas definidas por Chomsky para una tal operación? ¿No había dicho él que sería necesario que la mayoría de la población estuviese favorable? Aparentemente, no tiene los mismos criterios cuando se trata de israelíes que cuando se trata de estadounidenses. En cuanto a los deseos de los palestinos, ¡no dice ni una palabra!...
Y sobre todo, él que venía de decirle al periodista que no le gustaba comparar situaciones, ¿que tiene que ver entonces la alusión que él hace de la relación entre la Polonia y la ex Unión Soviética ( «Rusia» en el léxico original de Chomsky), que la califica similar a aquella existente entre Israel y los Estados Unidos? Chomsky se refiere a las sanciones aplicadas por la administración del presidente Reagan contra Polonia en 1981, después que este país miembro del Bloque del Este, hubo instaurado la ley marcial para parar el auge del movimiento Solidarnosc. El rol jugado por la Unión Soviética en esta decisión fue el tema de innumerables debates y discusiones. Pero evidentemente no existe ningún fundamento serio para una comparación de tal tipo.
Ver video discurso de Noam Chomsky sobre la invasión de Irak.
____________________________________________________
De manera retrospectiva, estas declaraciones no tienen nada de sorprendente. Ya desde los años 1980 Chomsky clasificaba las relaciones israelo-estadounidenses en la misma categoría que las relaciones salvadoreñas-estadounidenses. En aquella época, la administración Reagan apoyaba un gobierno fantoche en El Salvador contra la guerrilla del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Nada preocupado de haber pronunciado esta necedad, Chomsky las vuelve a repetir [9]. Ya desde aquella época, Chomsky emplea toda su determinación para hacer recaer sobre los Estados Unidos la responsabilidad de los comportamientos (criminales) israelíes. Hacer esta aclaración no quiere decir que tomamos la defensa de los Estados Unidos ni de su larga historia cargada de criminalidad planetaria, -cosa que nada podría justificar-, pero esta observación revela las profundas fallas e incoherencias inherentes a la representación que Chomsky se hace del mundo.
Para cerciorarme que nada se me hubiese escapado, omitido o no haber comprendido, tomé la decisión de escribirle a Chomsky, para preguntarle que me aclare por favor ¿en qué cosa las relaciones polaco-soviéticas tenían algo en común con las relaciones israelo-estadounidenses? Chomsky rechazó de responderme ese punto. Pero por otro lado, respecto a mis interrogantes al tema de su continua tendencia a esquivar cualquier condena de Israel, ahí si me respondió:
«Tampoco intento acusar a otros [presumiendo a Israel], al menos que seamos nosotros mismos de lo que hacemos. Es mezquino, es cobarde, conveniente en alguna manera...Pero yo no acepto ese tipo de arreglo o compromiso. Y es precisamente eso lo que está en juego y no otra cosa [10].»
¿Ah, caramba? ¿Incriminar a Israel es «mezquino, cobarde y conveniente»? ¿Su primer deseo sería el de proteger Israel y a los israelíes contra toda eventual contrariedad? Todas estas repuestas que Chomsky me ha enviado en privado no están claras en absoluto. Pero los esfuerzos públicos de Chomsky cuya finalidad es sabotear el programa que está tomando cuerpo en los campos universitarios [de EEUU] para que se anulen [o congelen] las inversiones [financieras destinadas a Israel] no dejan la menor duda en cuanto a donde y a quienes va su simpatía.
Chomsky se opone al boicot de las inversiones a Israel
En el transcurso de un dialogo con los lectores del [diario] Washington Post, Chomsky fue cuestionado por un lector:
«¿Por qué firmó Usted una petición pidiendo al MIT [Massachussets Institute of Technology, universidad] de boicotear las inversiones en Israel, para que más tarde, en otra entrevista, Usted declarase que está en contra de esos tipos de boicots -los boicots contra las inversiones. ¿Cuál era o cuál es hoy en día vuestra posición respecto a las iniciativas del MIT de boicotear las inversiones [hacia Israel]?»
Respuesta de Chomsky:
«Como esto es perfectamente conocido, a Cambridge, de todas las personas implicadas, yo he sido el opositor más recalcitrante a esta petición, petición que exigía que no se inviertan [los fondos financieros en Israel], y yo me he opuesto, yo rechacé de firmar esta petición mientras ésta no sea profundamente modificada, según los principios de los cuales Usted tiene conocimiento. La parte consagrada a boicotear la inversión ha sido reducida a tres palabras totalmente desprovistas de toda significación, que no tenían nada que ver con el objetivo principal de la petición. Yo pienso que estas tres palabras, que no dicen nada, debían ser suprimidas simplemente...Respecto a vuestra segunda pregunta, yo he estado y sigo estándolo, opuesto, completamente, sin ninguna excepción, a este tipo de medida, a pesar de todo. Sin embargo, yo he comprendido bien el sentido de vuestra pregunta...Qué se me explique entonces [por otro lado] cómo alguien podría bien “boicotear las inversiones destinadas a Israel”». [11]
Yo supongo que Chomsky comprendió perfectamente a lo que se refería su interlocutor, a saber: que las inversiones norteamericanas en las empresas israelíes y en los Bonos del Estado israelí, son financiadas por los sindicatos de los trabajadores norteamericanos, que muchos Estados [federales de EEUU] y universidades de Estados Unidos han adquirido, a razón de varios cientos de millones de dólares. Estas adquisiciones obligan evidentemente a que estas instituciones ejerzan un cabildeo ante el Congreso [de los EEUU] a fin de asegurarse que la economía israelí va e irá bien pase lo que pase, manteniendo siempre la cabeza fuera del agua y en cualquier circunstancia. Pero de todo esto Chomsky no dice ni una jota...y en ninguno de sus libros, no toca este tema para nada...
La persona que intervino hizo referencia a un discurso que Chomsky había pronunciado en el departamento de antropología de Harvard, poco después que el MIT y las diversas facultades de Harvard habían publicado una declaración común contra las inversiones [hacia Israel]. Esto fue reportado (con mucha alegría) en la revista “Harvard Crimson” por el militante pro-israelí David Weinfeld, bajo el título: «El regalo de Chomsky».
«El profesor de lingüística del MIT, Noam Chomsky, viene de hacer el más hermoso regalo de Hanoukkah [12] a todos los militantes que luchan para evitar que un bloqueo de las inversiones hacia Israel sea instaurado. Firmando [Chomsky] en un primer momento la petición del MIT-Harvard, para bloquear las inversiones hacia Israel y, posteriormente denunciando la susodicha iniciativa y campaña, el 25 de noviembre último en Harvard, ese día, Chomsky ha hecho que la petición sufra de corto-circuito...»
En el transcurso de su ultima conferencia en el departamento de antropología de Harvard Chomsky declaró:
«Yo estoy opuesto, como siempre lo he estado, desde hace años...de hecho, yo soy tal vez y probablemente el más vistoso de los opositores, desde hace años, a las campañas que tienden a imponer un bloqueo de las inversiones hacia Israel, como igualmente a las campañas universitarias de boicot contra este país...»
Chomsky invocó como argumento que bloquear las inversiones a Israel sería como «hacer un regalo particularmente a favor de los partisanos lo más extremistas de la violencia israelo-estadounidense... Este boicot esconde los puntos fundamentales a tratar hoy en día y eso permite de desviar la discusión hacía temas fuera de tema, de objetivo, como el antisemitismo, las libertades universitarias, etc... [13]»
Aquí, observamos una de las tácticas a las cuales Chomsky recurre habitualmente a fin de neutralizar y callar a los posibles opositores: tiene costumbre de acusarlos de brindar argumentos y favorecer la causa de los «partidarios extremistas de la violencia israelo-estadounidense»…
Contactado por el diario Cornell Daily Sun, que preparaba un artículo sobre el movimiento a favor del bloqueo de inversiones hacia Israel en el MIT/Harvard, Chomsky reiteró sus objeciones y a pesar que «reconoció la existencia de esta petición» como lo escribe el periodista, Chomsky declaró:
«Yo no conozco ningún movimiento predicando el paro de las inversiones [hacia Israel]. Por otro lado tampoco mantengo ninguna relación con cualquier “movimiento” si no es únicamente para insistirles del hecho que nunca estaré a favor de una campaña a favor del bloqueo o paro de las inversiones [hacia Israel]». [14]
Al menos no podemos reprocharle [a Chomsky] su falta de constancia...Chomsky después participar y hablar en la primera conferencia anual Maryse Mikhaïl, en la Universidad de Toledo, el 4 de marzo de 2001, se le preguntó a Chomsky lo siguiente:
«¿Cree Usted que la idea de hacer una campaña para bloquear las inversiones destinadas a Israel, de la misma manera que esto fue preconizado y hecho contra el gobierno [racista] de Sudáfrica en tiempos del apartheid , sea una buena idea?»
Chomsky respondió:
«Considero en este caso, que los EEUU son los principales culpables, en este problema y esto desde hace treinta años. Para nosotros [estadounidenses] hablar a favor de un bloqueo de las inversiones hacia Israel, verdaderamente esto no tendría ningún sentido...Lo que debemos hacer, es ejercer presiones en vista de obtener un cambio en la política de Washington.
Sería más sensato de hacer presión para que los EEUU no envíen más helicópteros [militares] de guerra a Israel por ejemplo. Por ejemplo, sería muy bueno de obtener que un cotidiano en los EEUU publique un reportaje narrando que este tipo se cosas ocurren realmente. Esto sería un buen comienzo. Después, sería necesario parar de enviar armas, que son utilizadas militarmente [por Israel] con fines de represión. Ustedes pueden tomar medidas como estas; es posible. Pero yo no creo que bloquear las inversiones hacia Israel tenga sentido, incluso si una política de tal tipo fuera propuesta (algo además que no existe).
Yo pienso que nuestra principal lucha debe ser para lograr un cambio fundamental en la política de los EEUU, que es lo que engendra todo esto que nosotros constatamos, desde hace decenios. Y este cambio considero que está a nuestro alcance. Es esto lo que nosotros debemos realizar y conseguir: cambiar la política estadounidense...»
Examinemos la respuesta dada por Chomsky durante la reunión de este debate. Habiendo expresado toda su oposición a cualquier tipo de presión contra Israel o cualquier bloqueo de las inversiones [hacia Israel], Chomsky a parte de esto, no aportó ninguna otra sugestión. A Chomsky no se le ocurrió por ejemplo de sugerir al público de contactar a sus representantes [políticos] en el Congreso [de EEUU] o a sus respectivos senadores, para que los interroguen [o cuestionen] respecto a sus votos o decisiones [políticas] favorables a la ayuda [económica y militar] a Israel. Como lo sabemos de otras experiencias, numerosas llamadas y cartas fueron enviadas [en el pasado] al Congreso, pidiéndole de parar ciertos financiamientos. Como por ejemplo aquellos que eran destinados a la guerra de Vietnam, o aquellos a la Contra en Nicaragua, y esto representó un elemento fundamental en toda lucha [política] de ámbito nacional contra la política global [imperialista] de Estados Unidos. Por qué no sería la misma cosa en lo que respecta a la Palestina? Averigüé para estar seguro –en el caso que Chomsky haya hecho este tipo de acción–, pero no encontré ninguna traza escrita de él dirigida al Congreso en ese sentido, nada, ninguna cosa por el estilo.
Ver video: Entrevista a Noam Chomsky en Perú.
_______________________________________________
Los activistas para [la paz] del Medio Oriente, más tarde, guiados por el pensamiento de Chomsky, han continuado contribuyendo a que los miembros del Congreso [estadounidense] –Demócratas liberales, en particular– no tengan nada que perder [políticamente] por sus votos a favor de los textos legislativos que han permitido de otorgar a Israel miles de millones de dólares y armas, cosas que son utilizadas para masacrar a los palestinos, confiscar sus tierras y ensanchar las colonias [judías de ocupación] ilegales. Esto tiene sobre todo un efecto devastador para los palestinos, y no las treinta y tantas resoluciones redactadas por el Consejo de Seguridad de la ONU desprovistas de significación y efecto real sobre Israel [que además se burla de ellas y nunca las ha respetado], y a las cuales los Estados Unidos [siempre] han opuesto su veto. Pero según la visión de Chomsky, este comportamiento [político] tiene la facultad de validar la posición que es la suya, a saber: son los EEUU quienes son los principales culpables...
Lo que Chomsky sugirió a la audiencia –como sabemos, fue: obtener que un diario hable de las «ventas» [las comillas son importantes ndt] de los helicópteros de guerra a Israel – esta frase tenía como objetivo convertir a todos aquellos que no estaban fascinados con su presencia carismática, para que tuerzan la cabeza de desaprobación. En cuanto a su afirmación «cambiar la política norteamericana» la cual estaría «a nuestro alcance»... todas estas afirmaciones suyas, como además esta de… Si Israel es un aliado estratégico [“portaviones”] para los EEUU en la región, como lo sostiene él, ¿de qué manera Chomsky nos puede explicar que este cambio puede concretizarse? Aparte de su consejo de escribir a un periodista de un diario local [para que denuncie este hecho], Chomsky no sugiere ninguna otra solución ni nada por el estilo...
Chomsky blanquea los crímenes de Israel
El año pasado, Noam Cohen tuvo el temerario valor de desafiar las opiniones que Chomsky, por un lado la solución de [constituir] «un solo estado» y [por otro lado] la aplicación efectiva del derecho que permita el regreso [a sus tierras] a los refugiados palestinos. Chomsky defendío su propio «realismo» y su burló de Cohen calificándolo de «participante a un seminario de intelectuales no comprometidos llegados del planeta Marte…», además Chomsky no olvidó de repetir que «aquellos que adoptan este tipo de posición no hacen más que favorecer la causa de los halcones extremistas tanto en Israel como en los Estados Unidos, y de traerle más miseria a los palestinos, los cuales si sufren.» [15]
Tome nota, que de esta manera, Chomsky acusa a todos aquellos que no están de acuerdo con él, de ser los causantes y/o responsables de la desgracia palestina. Esta [tesis o posición suya] incluye a los mismos palestinos, ¡quienes no quieren renunciar a su derecho de retornar a sus tierras! Su crimen para Chomsky es de oponerse a lo que él califica –de manera elogiosa-, el «consenso internacional», la única opción que merece ser defendida y respaldada por Chomsky. [16]
«La tarea fundamental», dice Chomsky, «consiste hacer que las opiniones y las actitudes de una gran mayoría de ciudadanos estadounidenses estén representadas en la arena política. Si comparamos las otras tareas a las cuales los activistas tiene que hacer frente, esta es y desde hace tiempo la más simple.» [17]
¿Simple? ¿De quién?... ¡¡¡Da ganas de preguntarle a Chomsky si no viene del planeta Marte!!!
Por supuesto, como nosotros ya hemos observado, Chomsky ¡no ofrece ninguna sugestión en cuanto a la manera de obtener tal resultado!…
A pesar que no se vanagloria públicamente, él firmó una petición exigiendo la suspensión de la ayuda militar a Israel. Pero esta petición tuvo muy poco éxito e impacto mediático, y Sustain, así se llama la asociación que era la promotora de esta petición, hizo prácticamente todo para no popularizarla ni difundirla. Pero esto no es el tipo de reproche que Chomsky va a escribir en sus libros, ni en sus entrevistas. Cómo se lo dije, él me respondió:
«Es totalmente falso. Yo siempre he apoyado el llamado de Human Rights Watch [HRW, ONG estadounidense de derechos humanos] y otras asociaciones para parar «la ayuda a Israel mientras que este país no respetase los derechos humanos. Yo hecho todo para hacer saber que la mayoría de estadounidenses estaban a favor del paro de toda ayuda a Israel mientras que no aceptase de empezar negociaciones serias [sobre lo que yo he aprobado]…» [18].
Dada la forma y los resultados que conocemos de estas «negociaciones serias», dada la relación de fuerzas existentes entre los israelíes y los palestinos, relación de fuerzas que nosotros conocemos bien, esta exigencia [de Chomsky] no representa para nada un problema para Israel. Como lo demostró más tarde [el no respeto y la no aplicación de] los acuerdos de Oslo y lo que continúo después...es el mejor ejemplo...
La afirmación de Chomsky, según la cual habría apoyado un llamado de la ONG Human Rights Watch (HRW) para suspender toda ayuda a Israel, yo puedo asegurar que es falso, ¡puro producto de su fértil imaginación! Esto me lo confirmó un mismo responsable del HRW, quien me explicó que su organización se había contentado con pedir solamente, que los fondos [de ayuda] gastados en los territorios [palestinos] ocupados [por Israel] sean deducidos del último subsidio en fecha de garantía del préstamo [estadounidense] [19]. Como podemos apreciar, esto está muy lejos de significar la misma cosa. Cómo se lo señalé a Chomsky, él me replicó:
«Para tomar un solo ejemplo... Tomemos [el informe] de HRW intitulado "Los interrogatorios de los palestinos en los territorios ocupados por Israel" [Israel’s Interrogation of Palestinians from the Occupied Territories], página XV, que enuncia que la ley estadounidense prohíbe el suministro de toda ayuda militar o económica a Israel a consecuencia de la utilización sistemática de la tortura. [20]»
Ante mí objeción que esto no constituía precisamente algo que pueda ser calificado exactamente de «campaña», Chomsky respondió de manera jesuita:
«Calificar ciertos actos de ilegales constituye un fundamento suficiente para poder utilizarlo de referencia y formular un llamado pidiendo de poner fin a tales actos. Si usted prefiere no unirse al HRW, ni a mí, a fin de calificar de ilegal esta ayuda, lo que implica que esta debe cesar, libre a usted [de escoger]...Vuestra argumentación no es muy impresionante... [21].»
¡¿Yo dejo al lector la opción de juzgar si, calificar la ayuda estadounidense a Israel de ilegal, en un solo, desconocido y olvidado documento es la misma cosa que organizar y/o lanzar una campaña de denuncia [implicando las asociaciones, movimientos sociales, prensa, etc.] para tratar de poner fin a tal cosa!?
Tres años antes, Chomsky ya había definido claramente su posición:
«Muy práctico, para los EEUU y de manera general para Occidente, la de culpar a Israel, y en particular a [Ariel] Sharon... Pero esto es injusto y deshonesto. Muchísimas y peores atrocidades [que las cometidas] por Sharon lo han sido bajo gobierno de los [partido] trabajadores [de Israel]. En tanto que criminal de guerra, [Shimon] Peres le sigue de muy cerca. Además, la primera responsabilidad recae sobre Washington y esto desde hace más de treinta años. Es una verdad en los que respecta la situación diplomática general, es verdad también en lo que respecta a ciertos comportamientos en circunstancias [determinadas]. Israel puede [es verdad] actuar al interior de los límites definidos por sus amos de Washington, pero casi nunca más allá. [22]»
A pesar que este tipo de declaración puede alegrar y hacer placer a las orejas y oídos de los pro-israelíes «de izquierda», esto constituye una evidencia para todo el mundo que la manera que tiene Chomsky de esgrimir la responsabilidad del Estado judío en materia de respeto de los principios de Nuremberg así como de las convenciones de Ginebra, esta manera de esgrimir sirve manifiestamente a los intereses... de Israel. (Además, incluso si se puede constituir un informe bien dotado y devastador para acusar a Peres [por sus crímenes], este no tiene la misma magnitud e importancia que la de Sharon en lo que respecta los crímenes de guerra...).
Chomsky racionaliza las sinvergüencerías criminales de Israel, como lo hizo en [su libro] Triangulo fatal [The Fatal Triangle] obra publicada en 1983, esto constituye un hecho que debió servir para dar la alerta respecto a sus aberraciones. Chomsky escribió en dicho libro, justo un año después de la invasión del Líbano por Israel, libro que se convertiría posteriormente en la Biblia de los activistas de la causa Palestina. El libro no comienza con ninguna crítica dura hacia Israel como lo hace [generalmente] contra la mayoría de sus detractores:
«La guerra semántica [de palabras, de significados o de imagen] que se desencadenó después de la invasión del Líbano por Israel, en junio 1982, los individuos que no saben más que denigrar las acciones israelíes son conocidos también por haber sido acusados [en el pasado] de hipocresía. Si las razones invocadas han sido falaces o falsas, la acusación en sí misma no estaba totalmente infundada. Es manifiestamente hipócrita de condenar la construcción de colonias por Israel en los territorios palestinos ocupados, desde el momento que somos nosotros [los Estados Unidos] los que pagamos, permitiendo que esto sea realizado y que ensanche cada día. Hipócrita lo es también de condenar a Israel porque ataca objetivos civiles con bombas de fragmentación o con bombas de fósforo, «a fin de obtener un mejor rendimiento o cantidad de muertos por ataque», cuando somos nosotros mismos [los estadounidenses] los que ofrecemos gratuitamente, o a precio de amigo, [este material], sabiendo muy bien cual será su utilización final...O hipócrita de criticar los bombardeos israelíes «ciegos» en zonas densamente pobladas o otros «graves hechos» militares, cuando no solamente nosotros proveemos estos artefactos militares en abundancia, pero que al mismo tiempo exigimos y demandamos a Israel su ayuda [militar] la cual [Israel] nos aporta en contraparte,...[por ejemplo] información de las armas que ha ensayo en condiciones de guerra, armas que le hemos dado...De una manera general, es pura hipocresía la de criticar el uso que hace Israel de su poderío, cuando acogemos con los brazos abiertos las acciones [ataques] de este país a la concretización por los Estados Unidos de su objetivo de eliminación de toda potencial amenaza, de origen sobre todo local [indígena], para la hegemonía estadounidense en el Medio Oriente [23]»
Yo respondía a Chomsky, escribiéndole lo siguiente: es Israel quien veía en la OLP [Organización para la Liberación de Palestina] una amenaza, en 1982, ¡y no los Estados Unidos! Sobre todo después que la OLP respetó rigurosamente un alto el fuego con Israel apadrinado por los mismos EEUU, y esto durante once meses; situación que Usted tiene que reconocer, hecho que confería una gran credibilidad a la OLP, ¡credibilidad peligrosa para los ojos de Israel! Veamos también, ¿a quién Chomsky designa él cuando dice «nosotros»? Tal vez se trate del presidente [Ronald] Reagan y de algunos miembros del Congreso, que manifestaron una cierta «preocupación» después que los medios de comunicación se encontraron ante la evidencia que ya no podían seguir disimulando ni escondiendo más tiempo [a la opinión pública] la enorme cantidad de [civiles] palestinos y libaneses asesinados por la invasión israelí, ni de la destrucción casi total del Líbano. Todo esto Chomsky no lo dice.
Tampoco se puede tratar de la gente que salió a las calles a protestar contra la invasión israelí. Los dos partidos políticos [estadounidenses] (el partido republicano y el partido demócrata, NdT.) se lanzaron en duelo de aplausos y elogios hacía Israel en el momento en que este país había lanzado su agresión yel sindicato AFL-CIO hizo lo mismo, incluso pagó un anuncio publicitario, toda una página, en el diario New York Times en el cual proclamaba: «¡Nosotros no somos neutros: nosotros apoyamos a Israel!» - propaganda que fue financiada por un lobbyista israelí que residía en el barrio del Park Avenue, un barrio ultra-rico.
Al principio, los medios de comunicación también estaban muy entusiastas a favor. Pero era raro -a pesar de todo, de encontrar un editorial que apoyase la ayuda estadounidense a Israel. Este tema casi nunca ha sido mencionado –mejor dicho, nunca- y es de esa manera que le lobby israelí ama o prefiere a la prensa: ¡cuando cierra el hocico! Escribiendo esto que Chomsky ha escrito, ¿no sería, por casualidad, que Chomsky estaría fabricándonos un espantapájaros con la única finalidad de distraernos y conducirnos al engaño? Desgraciadamente, me parece que así es...
Si adoptamos la «lógica» de Chomsky, sería injusto de acusar a los oficiales y responsables políticos de Indonesia, a los [escuadrones de la muerte] salvadoreños, guatemaltecos, haitianos o filipinos, [Pinochet y sus torturadores] por las atrocidades cometidas contra sus propios conciudadanos desde el momento que ¡estos han estado financiados, [armados] y políticamente respaldados por los Estados Unidos!
Ninguna duda que Pinochet pediría al maestro Chomsky, como abogado para su defensa, si algún día debe ser juzgado como se debe...
Chomsky invocó una vez más la responsabilidad estadounidense en los pecados de Israel en la introducción de su libro intitulado The New Intifada (El nuevo Intifada), revelando que [los EEUU] en calidad de contratante y miembro de envergadura de las Convenciones de Ginebra:
«es de menester e incumbe a Washington de impedir la colonización, las expropiaciones [de tierras], los castigos colectivos y todas otras formas de violencia [de Israel]... El resultado es que los Estados Unidos cometen una violación explícita y extrema de sus obligaciones en calidad de firmantes de estas convenciones» [24].
Tendría cierta tendencia a estar de acuerdo con Chomsky... Pero la negativa de intervenir por parte de los Estados Unidos ¿qué relación tiene para que esto sea considerado como una «violación» más «extrema» que los crímenes, igualmente reales y concretos, perpetrados hoy en día por otro [país] firmante de las dichas Convenciones, a saber: Israel?
Chomsky nos quiere hacer creer eso.
El mito de Israel guardián de los pozos petroleros
Este punto ha sido aclarado, durante una conferencia de Chomsky en Orford, en mayo del 2004, en el transcurso del cual Chomsky evocó el asesinato, una semana antes, del jefe espiritual del Hamas por el ejército israelí, cuando éste salía de una mezquita en Gaza. «Esto ha sido el tema central de reportajes, y esto ha sido presentado como un asesinato israelí, cosa que no es exacta...», dijo Chomsky, quien rápidamente ajusto su pensamiento:
«Chéik Yasin ha sido asesinado por un helicóptero norteamericano, piloteado por un piloto israelí. Ahora sabemos que Israel no produce helicópteros. Son los Estados Unidos que le envían [este material militar], sabiendo muy bien que estos helicópteros serían utilizados para tales fines. Son los Estados Unidos proveen armas a Israel, a pesar que están al corriente del hecho que estas armas serán utilizadas a tales fines por Israel, y no para asegurar su defensa, motivo real por el cual estas han sido exportadas.»
Hasta un cierto punto Chomsky tiene razón. Pero lo que le falta a su análisis es el hecho que él no hace la más mínima alusión a las demandas del Congreso [de EEUU] –demandas orquestadas por la AIPAC, el lobby pro-israelí oficialmente registrado en los Estados Unidos-, a fin de asegurar que Washington provea sin falta a Israel estos helicópteros de guerra, de los cuales Israel hará uso solamente si sus generales lo juzgan conveniente. (Del mismo modo, Chomsky no hace el más mínimo comentario respecto al AIPAC en sus numerosos libros consagrados al conflicto israelí-palestino, ¡toda una proeza! si vemos bien...). La impresión que se llevó el público inglés de esta conferencia, fue la conclusión que el asesinato de Cheik Yasin había recibido luz verde de Washington...
El empleo constante de helicópteros de guerra contra la resistencia y la población civil palestinas era y es uno de los aspectos criminales empleados por Israel para reprimir el Intifada, la absolución de los israelíes por tales comportamientos y la utilización de tales métodos se convertía en Chomsky una obsesión, como lo demuestra si introducción en The New Intifada [25] y (sin duda a fortiori) en su obra Middle East Illusions.
«El 1ro de octubre [comienzo del Intifada de al-Aqçâ], los helicópteros militares israelíes o, más precisamente, los helicópteros militares norteamericanos piloteados por los israelíes, acentuaron enormemente la presión, con la muerte de dos palestinos en Gaza...El suministro constante de helicópteros de asalto por los EEUU a Israel, sabiendo que estas armas eran utilizadas contra los civiles palestinos, así que el silencio de los medios de comunicación aprobadores, no son más que una ilustración del lamentable principio según el cual nosotros no creemos en la violencia. Una vez más, esto significa un [doble] desafió a los ciudadanos honestos: en primer lugar (lo más importante) –hacer algo respecto a este problema, segundo, -intentar comprender ¿porqué tal tipo de política es llevada a cabo [26]?»
¿Qué hacer? Justamente y una vez más Chomsky no nos dice nada al respecto. Pero intenta de decirnos el «porque»…:
«A la ocurrencia, las razones fundamentales no son realmente controvertidas... Sabemos desde hace tiempo que la región del Golfo posee los principales yacimientos energéticos del mundo... » [27].
Chomsky va dedicar entonces dos páginas para explicarnos la importancia del petróleo en el Medio Oriente y los esfuerzos desplegados por los EEUU para asegurarse su control. Se trata entonces de una explicación de base [o para principiantes] y que no ha parado de repetir y repetir, de publicar y publicar, siempre la misma canción, casi literalmente y desde hace años. Qué cosa tiene que ver esto con los palestinos, los cuales no poseen ni una gota de petróleo, o la manera por la cual un posible estado “bandido” palestino pondría en peligro los intereses de EEUU en esta región del mundo. Esta es la pregunta a la cual Chomsky no ha respondido. Pero, después de sus dos páginas escritas, el lector habrá olvidado la cuestión crucial de este tema, el cual no se ha tocado apenas...En su explicación, Chomsky no hace la menor mención al lobby pro-israelí, tampoco por otro lado, a los grupos de presión existentes al interior de los EEUU...
Chomsky reconoce, eso sí, que «importantes sectores del capitalismo norteamericano, dentro de los cuales algunos poderosos elementos teniendo intereses en el Medio Oriente [entender por grandes compañías petroleras!] han hecho su elección por una «solución a dos estados», partiendo del principio que:
«Las tendencias nacionalistas radicales suscitadas por la no solución del problema palestino serían reducidas por la instauración de un mini-estado palestino, que sería contenido gracias a una alianza militar jordano-israelí (tacita eventualmente), sobreviviendo en función del buen humor de sus vecinos mucho más poderosos, y siendo financiado por fuerzas conservadoras pro-estadounidenses y del mundo árabe...Tal sería, el resultado al parecer de una solución a dos estados. [28]»
Un tal resultado tendría pocos efectos sobre la política regional árabe, aparte de desmoralizar a los simpatizantes a favor del combate de los palestinos en los países limítrofes y en el conjunto del mundo, esto sería además una evolución que favorecería a toda evidencia a los intereses estadounidenses. Pero por otro lado esto sería una tranca a la expansión israelí, cosa que es sumamente importante para Israel, pero de poca importancia para los ojos de Washington. Por otro lado Chomsky no ve esta contradicción, a pesar que es flagrante, en su argumentación: si el apoyo hacia Israel [por EEUU] está efectivamente fundado (como él lo afirma) por su rol estratégico de protección de los recursos [energéticos] estadounidenses –a saber el petróleo-, porqué entonces está geopolítica no recibe los favores y apoyos de los grandes trust [multinacionales] petroleros teniendo «intereses en esta región»?
Es interesante de examinar los antiguos escritos de Chomsky, a fin de darse cuenta y comprender mejor la evolución de su posición. El párrafo a continuación que les voy a presentar hace parte [de su libro] Peace in the Middle East, publicado en 1974 -reeditado y actualizado en 2003-, no difiere en mucho del sancochado liberal que Chomsky difunde constantemente y frecuentemente...
«Yo no veo ninguna manera o forma en la cual los estadoundenses puedan contribuir a la búsqueda activa de la paz [en esta región]. Este trabajo incumbe únicamente al pueblo de la antigua Palestina. Pero se puede concebir o plantear que los estadounidenses puedan proveer una contribución de manera pasiva, alentando canales de comunicación, fomentando el nivel de discusión y explorando [indagando] los asuntos [cuestiones] fundamentales de diversas maneras, las cuales no están al alcance o no son accesibles a aquellos cuyas vidas están directamente amenazadas en el inmediato.» [29]
Los lectores se darán cuenta del estilo vacío [impreciso] de este párrafo, de que manera la sugerencia hecha por Chomsky, «la búsqueda activa de la paz» debe ser confiada [dejada] «al pueblo de la antigua Palestina» es el reflejo de una frase que nosotros hemos escuchado frecuentemente en la boca de Bill Clinton y, desde entonces repetidas por el George de turno y por los Colin Powel, la misma frase de siempre: «dejemos las negociaciones a las partes involucradas».
Esta declaraciones fueron publicadas un año después de la guerra de Octubre 1973, en una época donde los EEUU estaban aumentando masivamente su ayuda, tanto económica que militar [a Israel] –situación que Chomsky señaló, en otro de sus escritos. Hacerse tal pregunta y en dicho contexto, no era manifiestamente una de las prioritarias en esa poca para él.
Para concluir de manera razonable y a estas alturas, podemos decir que la manera que tiene Chomsky de dar vueltas y vueltas alrededor de la ayuda estadounidense al estado hebreo sin decir nada al final de cuentas..., su posición de rechazo a la idea de bloquear las inversiones hacia Israel..., su negativa a la aplicación de sanciones contra Israel..., su manera de posicionar a Israel como si se tratara de un estado a cual se le debe algo..., todo esto hace que su visión solamente pueda ser explicada por la perspectiva sionista que tiene Chomsky del conflicto israelo-palestino -cualesquiera que sea la manera como él la defina-, más que a un enfoque general de los acontecimientos históricos ocurridos. No obstante, la cosa no termina aquí: examinando una muestra de las prodigiosas producciones [escritas] de Chomsky sobre el conflicto israelí-palestino, podemos apreciar las enormes omisiones históricas críticas y otros aspectos que ha silenciado. Desgraciadamente, estos acontecimientos mal interpretados por él y con una tendencia a repetir sus mismos errores, al punto que estas se han transformado en «hechos no controvertidos» para las generaciones futuras de activistas, quiénes las repiten sin más ni más, tales urracas amaestras por su amo. Resumiendo, podemos decir que esto es lo que Chomsky les ha legado, un escenario bastante deformado, escenario que Chomsky a logrado venderles y revenderles, haciéndoles tomar esto por realidad.
Las consecuencias son evidentes.
Todos aquellos que se han fiado a la interpretación chomskiana de las relaciones israelo-estadounidenses a favor de la causa Palestina se han encontrado totalmente impotentes a nivel de resultados o en cuanto al plano funcional. No existe ninguna prueba, ninguna actividad realizada que haya de una manera u otra favorecido a los palestinos. Tampoco existe el menor resultado concreto, ni freno a la deterioración interrumpida de la situación de las poblaciones palestinas. Yo incluyo en estas apreciaciones a los movimientos anti-guerra, a los movimientos de solidaridad, yo incluyo a sus portavoces, que adoptando las formulaciones en bloque de Chomsky llevan también gran parte de responsabilidad en este fracaso. Fracaso que debiéramos poner a los pies de Chomsky y que debiera ser el objeto de un serio debate. El rol primordial jugado por Chomsky en este fracaso es a todas luces incontestable. Por otro lado, Chomsky a brindado una inestimable ayuda a todos aquellos que, dentro del movimiento de solidaridad, tenían como principal (y frecuentemente como única) preocupación, la de proteger a Israel contra toda recriminación, contra toda sanción, y sabemos que no son pocos.
___________________________________________________
© Traducción: Copyright Agencia IPI.
Traducido del inglés por SC.
Informe de Prensa Internacional.
Biografía
Noam Chomsky nació el 7 de diciembre de 1928 en Filadelfia (Pensilvania), hijo del doctor William (Zev) Chomsky (estudioso de la lengua Hebrea y uno de sus más distinguidos gramáticos) y de Elsie Simonofsky, maestra de hebreo. Ambos eran inmigrantes judío-ucranianos. Estudió filosofía, lingüística y matemática en la Universidad de Pensilvania desde 1945. Allí estuvo bajo la tutela del profesor Zellig Harris (también inmigrante judío-ucraniano, fundador del primer departamento especializado en lingüística en Norteamérica); tanto Harris como Elsie influyeron, más que Zev, en la formación de su ideología política. De hecho, Chomsky comenzó a tomar clases de matemáticas y filosofía por influencia de Harris. Recibió su doctorado en 1955, habiendo llevado a cabo la mayor parte de sus investigaciones en la Universidad de Harvard durante los cuatro años anteriores.
En su tesis doctoral comenzó a desarrollar algunas de sus ideas en lingüística, elaborándolas luego en su libro Estructuras sintácticas, posiblemente su trabajo más conocido en este campo. Sus planteamientos lingüísticos han revolucionado muchos puntos clave del estudio del lenguaje humano, que se han visto plasmados en la Teoría de la Gramática Transformacional y Generativa.
Es profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT) desde 1955, donde ocupó la cátedra Ferrari P. Ward de Lenguaje Moderno y Lingüística de 1966 a 1976.
Fuente: Enciclopedia electrónica wikipedia.
© Foto: Copyright Agencia IPI.
[1] Noam Chomsky entrevistado por Tim Halle (en ingles), 1999.
[2] Peace in the Middle East, Vintage, 1974 p. 49-51.
[3] Mick Hartley, January 10, 2004.
[4] «Occupied Territory: Congress, the Lobby and Jewish Responsibility», City Lights Review, San Francisco, 1992, The Israel Lobby and the Left: Uneasy Questions, Left Curve, Oakland, 2003.
[5] Safundi, Znet, Mayo 10, 2004.
[6] Desmond Mpilo Tutu (Klerksdorp, Transvaal, Sudáfrica 1931) es un pacifista sudafricano que se hizo famoso durante los años 80 a causa de su oposición al Apartheid. Fue el primer arzobispo negro anglicano de Ciudad del Cabo en Sudáfrica y primado de la Iglesia de la Provincia de África Meridional.
[7] Ha’aretz, Agosto 24, 2004.
[8] www.jihadunspun.org, Dec. 25, 2004.
[9] Pirates and Emperors, South End Press. Cambridge, 2002.
[10] E-mail, 26 noviembre 2004.
[11] Washington Post, 26 noviembre 2003.
[12] Jánuca (חֲנֻכָּה, y sin puntuación diacrítica חנוכה), llamada "la Fiesta de las Luminarias", es una festividad judía que se celebra por ocho días, y en la que se celebra la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos, y la posterior purificación del Templo de Jerusalén de los iconos paganos, del que se recuerda el milagro del candelabro, que ardió por ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite.
[13] Harvard Crimson, 2 diciembre 2003.
[14] Cornell Daily Sun, 12 abril 2004.
[15] Znet, 26 julio 2004.
[16] Znet, 26 agosto 2004.
[17] Ibid.
[18] E-mail, 26 noviembre 2004.
[19] Leila Hull, HRW, e-mail, 27 noviembre 2004.
[20] E-mail, 25 noviembre 2004.
[21] E-mail, 26 noviembre 2004.
[22] Znet, 2 abril 2002.
[23] The Fateful Triangle, South End, Boston, 1983, pp. 1-2.
[24] The New Intifada, Verso, London-New York, 2001 p. 18-19.
[25] Ibid, p. 6.
[26] Middle East Illusions, Rowman and Littlefield, Lanham, MD, 2003, p.207.
[27] Middle East Illusions, p. 209 Fateful Triangle, pp. 17 ff.
[28] The Fateful Triangle, pp 43-44.
[29] Peace in the Middle East, p. 56.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter