Ayer en La Primera, César Hildebrandt, en su vibrante artículo, Chile 4, Perú 0, recordó el abyecto prochilenismo rastrero de que hacen gala ciertos personajes públicos de recurrente y siempre mediocre presencia. Una cosa es el respeto a la convivencia de las naciones, a la forja y comprensión de la complementariedad que hay que mantener en equilibrio con la nación del sur y otra, muy distinta, la política de hinojos y servidumbre que muestran presidentes, burócratas, embajadores, militares, intelectuales, periodistas, etc. (con notorias excepciones, eso sí), cuya testa gacha es congénita y parte de su acción proditora. ¡Nada tiene que ver la altiva creación heroica de la patria con la absurda capacidad de quintacolumna y traición de algunos a lo largo de decenios desde el mismísimo 28 de julio de 1821! ¡El problema –a la par que tragedia, hasta hoy insuperable- siempre fueron los peruanos indignos y no los foráneos!

De resultas que el vecino austral hizo lo que consideró importante y vital para su geopolítica y supervivencia. No obstante que eso significó el aplastamiento de quienes, como Perú que en 1879 ni siquiera tenía límites con Chile, entonces se los creó de hecho y luego propagó por la fuerza de una invasión acaecida en 1881. La bota fue impuesta desde Chile y no al revés. En efecto, no me explico cómo el general Izurieta afirma que el soldado enterrado en su país natal “cayó defendiendo a su patria” ¡Si fue Perú la tierra invadida y asolada! Los gimoteos revisionistas de historiadores, aquí y allá, que pretenden el maquillaje de lo ocurrido, son más bien afeites inanes y que no conseguirán su protervo y cosmético objetivo: falsear y morigerar la crueldad inexplicable entonces habida.

Uno de los protagonistas de la crónica escrita el 2006, el hoy ministro de Defensa, Allan Wagner Tizón, firmó el 28-29 de noviembre de 1985 un Acta con su entonces par ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Jaime del Valle Alliende, en cuya parte III Revisión de Textos de Historia, se dice:

“Los ministros estuvieron de acuerdo en poner en práctica, en el más corto plazo posible, un procedimiento que permita en sus respectivos países efectuar una revisión de los textos de historia a nivel de la enseñanza primaria y secundaria, con miras a darle un sentido de paz e integración. Posteriormente, una Comisión Mixta efectuará un examen conjunto de las revisiones de dichos textos, con el objeto de armonizarlos”.

Escribió Alfonso Benavides Correa, en Una Difícil Vecindad, p. 218: “Para recusar tan aberrante acuerdo bastaría meditar sobre la lección que dio José de la Riva Aguero cuando afirmó con rotundidad que “la historia, ministerio grave y civil, examen de conciencia de las épocas y los pueblos, es escuela de seriedad y buen juicio pero también, y esencialmente, estímulo del deber y el heroísmo, ennoblecedora del alma, fuente y raíz del amor patrio”, atendiendo a que el patriotismo se alimenta y vive de la historia, a que la palabra patria viene de padres y, por ello mismo, que “sobre el altar de la patria y bajo su gallarda llama hecha de ruegos y de inmolaciones, de valor y de plegarias, deben existir siempre, como en la ritualidad litúrgica católica, los huesos de sus predecesores y las reliquias de sus mártires” (La historia en el Perú, José de la Riva Aguero, Lima, 1910, p. 548).

Lo ocurrido y detallado con buida enunciación filuda, casi en tinieblas para la prensa peruana, tal como lo escribe César Hildebrandt, ¿es consecuencia, criatura cimarrona de esa aberrante dinámica promovida desde entonces?

Leamos.

Señal de Alerta
24-10-2006

Los achilenados Pérez, Wagner y Novak

Durante la campaña electoral reciente fue el hoy presidente Alan García, quien señaló a Javier Pérez de Cuéllar como el suscriptor de posiciones a favor de Chile en contra del Perú, en documentos diplomáticos de años atrás, 1968-69 (cuando era Secretario General de Torre Tagle) y que jamás han sido mostrados a la opinión pública. El aludido, el embajador Pérez, dijo por toda respuesta que no se acordaba del asunto. ¡Cómo si reconocer una delimitación marítima inexistente, con el vecino del sur, fuese un tema de fácil olvido o irresponsable como traidor ocultamiento! ¿Qué espera el jefe de Estado García para solicitar a su canciller que haga públicos aquellos papeles? ¿Permanecerá el Congreso tan inexistente como hasta hoy?

En el Acta del 29 de noviembre de 1985, suscrita por los ministros de Relaciones Exteriores de Perú, Allan Wagner Tizón y de Chile, Jaime del Valle Alliende, se acordó: “1) Las Partes convendrán, a través de un Acuerdo de Ejecución del Tratado de 1929, un régimen jurídico para regular el ejercicio pleno y eficaz de los derechos que acuerdan al Perú los Artículos Quinto del Tratado y Segundo de su Protocolo Complementario, en los establecimientos y zonas a los que ambas disposiciones se refieren, sin perjuicio de la soberanía chilena, en especial en lo concerniente a la aplicación de su ordenamiento jurídico, la jurisdicción y competencia de sus tribunales y el mantenimiento del orden público.”

En el artículo 3º. se dice: “Las Partes entienden asimismo, que el Malecón de Atraque para el servicio del Perú integra jurídicamente y funcionalmente el complejo portuario de Arica y, por ende, está sujeto a la autoridad chilena en todo lo que guarda relación con las competencias de la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante de Chile (Gobernación Marítima y Capitanía del Puerto de Arica y a la propia autoridad portuaria de Arica”.

Réplicas atronadoras

¿Qué sostuvo el maestro y patriota Alfonso Benavides Correa en Los triunfos que se dejó arrebatar la diplomacia peruana?, p. 213, Una difícil vecindad: “No fue todo. El comunicado conjunto ocultó que ese mismo día 29 de noviembre de 1985 los señores ministros de Relaciones Exteriores de Chile, don Jaime del Valle Alliende y del Perú, don Allan Wagner Tizón habían suscrito un Acta mediante la cual, en pretendida ejecución de las Cláusulas contenidas en los artículos Quinto y Undécimo del Tratado de Lima de 3 de junio de 1929 y Segundo de su Protocolo Complementario, habían desempolvado y repuesto, maquillado, el repudiado Protocolo de Liquidación de Obligaciones de 17 de marzo de 1934 que, como ya lo tengo expresado, mereció el rechazo tanto de la Comisión Consultiva de RREE, como del Congreso Constituyente de la República, entonces reunido”.

Más adelante en el mismo, jamás refutado artículo, sostiene Benavides Correa: “Sobre la base de la precedente capitulación –que trae a la memoria el parágrafo segundo del Artículo Once del Protocolo del 17 de marzo de 1934 Polo-Rivas Vicuña en que se decía que “con la ejecución de este compromiso se declaran totalmente cumplidas, por parte de Chile, las obligaciones referentes a obras en el puerto de Arica, contraídas en el Artículo Quinto del Tratado de Lima, del 3 de junio de 1929, y en el Artículo Segundo del Protocolo Complementario de la misma fecha”.

Padre de una criatura deleznable

En buena cuenta y como es fácilmente demostrable, acudiendo a las fuentes y a los escritos de entonces, todos publicados y nunca enmendados o rectificados, de esa fecha al hoy presente, cabe concluir que el padre creador de la criatura, es decir, de la recepción por parte de Chile del inútil y ridículo atracadero en Arica que se encuentra fuera del perímetro original de la bahía de Arica, estipulado en el Tratado y Protocolo Complementario del 3 de junio de 1929, es el señor Allan Wagner Tizón.

La historia, buena acusadora

¿Qué pretendieron hacer en 1999, noviembre, los traidores que bajo la capitanía de Jorge Valdez y el patrocinio del canciller Fernando de Trazegnies, con Chile? ¡Pues dar carta de ciudadanía al obsequio pro-chileno y en clara contravención del Tratado de 1929, que negoció el presidente Augusto B. Leguía!

Escribí en mayo del 2005 en el artículo Valdez: ¿un perdedor dando lecciones de diplomacia?: “Tres eran las cuestiones pendientes con Chile en agosto de 1998 que debieron ser temas resueltos de manera indesligable y sincrónica. Es decir, todas juntas en el mismo tiempo. A saber, en primer lugar: lograr la ejecución a satisfacción del Perú del Artículo 5to del Tratado de 1929, lo que implicaba modificar el desfavorable curso de acción seguido desde 1985, cuando Allan Wagner era canciller, porque la diplomacia chilena venía haciendo trampa.

En segundo lugar: debía plantearse la cuestión de la delimitación de la frontera marítima para corregir la asimétrica práctica de los paralelos geográficos que por el sur favorecía, también, a Chile. Y en tercer lugar: atender la petición chilena de llegar a un acuerdo sobre protección de las inversiones, interesados como estaban los de La Moneda por proteger a sus connacionales en el Perú.

El Artículo 5to del Tratado entre Perú y Chile del 3 de junio de 1929, dice a la letra: “Para el servicio del Perú el gobierno de Chile construirá a su costo, dentro de los mil quinientos setenticinco metros de la bahía de Arica, un malecón de atraque para vapores de calado, un edificio para la agencia aduanera y una estación terminal para el Ferrocarril a Tacna, establecimiento y zonas donde el comercio de tránsito del Perú gozará de la independencia propia del más amplio puerto libre”.

El novísimo “periodista” Jorge Valdez, era viceministro y secretario general de la Cancillería del Perú. Además, su identificación con la dictadura fujimorista no era un asunto extraño, por el contrario lucía orgulloso semejante y cuestionable “blasón” cívico.

Es importante subrayar que estas tres cuestiones estaban vinculadas entre sí y una era rehén de la otra, al punto que se tenía conciencia en Torre Tagle que no habría acuerdo sobre ninguna de ellas si no se lograba un trato sobre las tres.

Pero, la “estrategia de negociación” fue un dechado vergonzoso de perdedores, capitaneados por Jorge Valdez porque se siguió la línea que mejor sirvió al interés de Chile. Se concluyó el Acta de Ejecución del Artículo 5to del Tratado de 1929, donde se consagró la tesis chilena. Después se concluyó el acuerdo sobre protección de inversiones que, igualmente, favorecía a Chile. Y, por último, la cuestión de delimitación marítima quedó fuera de la agenda bilateral; también para satisfacción de Chile.

Con los años y sobre el específico punto de la delimitación marítima, los capituleros y vendepatrias han insistido hasta la saciedad en promover la adhesión del Perú a la Convención del Mar de las Naciones Unidas con el pretexto que ésta servía para acordar con Chile la delimitación en el mar. Y Chile, firmante de la Convemar, ha dicho expresamente que NO usará nunca este instrumento internacional para resolver ninguna clase de problemas limítrofes con países con mar adyacente. ¿Qué país tiene mar adyacente con Chile?: ¡Perú!

En 1985 la Cancillería peruana, capitaneada por Allan Wagner Tizón, notable por haber pasado los 2 mts. de altura, “logró”, en las “negociaciones” con Chile un mini-atracadero en Arica, diferente a lo preconizado y establecido en el Artículo 5to del Tratado de 1929. Por entonces ocurrió una anécdota infame que es bueno hacer de conocimiento del público.

Las ocurrencias del encuentro entre las delegaciones peruano y chilenas se llevaron a cabo en Arica.

Una noche de francachela irresponsable y espíritus liberados por el alcohol generó un desaguisado que fue la comidilla por años de la diplomacia chilena y una vergüenza oprobiosa para la nacional. El embajador Eduardo Ponce de Vivanco (otro de los novísimos “periodistas”) perdió una carpeta con todos los documentos de la posición peruana, oficios confidenciales, cartas y comunicaciones.

Esto no fue todo. La Cancillería de La Moneda llamó al embajador peruano a Santiago y éste concurrió ignorante del motivo de la convocatoria. Entonces, se habían dado los encuentros entre las delegaciones peruano-chilenas en Arica y no existían más motivos ríspidos o de cualquier otra naturaleza. Como se sabe, que una cancillería llame a un embajador presume de un motivo sumamente importante. ¡Y que lo era! La Moneda entregó la valija perdida por Eduardo Ponce de Vivanco en Arica con todos los documentos al embajador peruano. ¡Qué tal papelón!

¿Supo el canciller Allan Wagner de este desafortunado como infame caso? Si lo supo, se calló en todos los idiomas porque nunca hubo registro escrito sobre el particular y se estableció una especie de espíritu de cuerpo que no fue otra cosa que motivo de mofa entre nuestros vecinos del sur. En el equipo de aquella época figuraban al lado de Wagner, Eduardo Ponce, Hernán Couturier y Alfonso Rivero Monsalve, este último con los años, llegaría a ser el jefe de la mafia en Torre Tagle.

El plano del desarrollo portuario propuesto por los chilenos al presidente Augusto B. Leguía, llegó a Lima en el avión Jesús del Gran Poder a fines de abril de abril de 1929. Con el golpe de agosto de 1930 y la pasividad de quien era entonces el canciller Montagne, este plano se perdió en la bóveda de Torre Tagle por ¡nada menos que 70 años!

En 1998 se logró ubicar y reivindicar para la información de la Cancillería lo que era, nada más y nada menos, que un instrumento valiosísimo que habría evitado los constantes y aviesos requiebros mañosos de la diplomacia chilena. Es más: es de suponer que fue mostrado al entonces secretario general de Torre Tagle: Jorge Valdez.

Con este documento, era prácticamente imposible que las “negociaciones” siguieran el curso desfavorable que estaban siguiendo porque era la posición chilena la que prevalecía sin respuesta ni contundencia de la actitud peruana.

¿Cómo así se concluyó en 1999 el Acta de Ejecución irrespetando –o mejor dicho ignorando a sabiendas- un plano de inexcusable consulta y referencia, con Chile? ¿Puede explicar el embajador –ahora “periodista”- Jorge Valdez qué motivos le indujeron a traicionar los intereses peruanos y preferir los de otro país? ¿Cuál es la versión de los otros “negociadores”: Carlos Pareja, Fabián Novak, Fernando Pardo? ¿Por causa de qué concedieron entre gallos y medianoche una posición desfavorable al Perú?

Hoy la prensa y los medios en general, presos de una pereza criminal, se olvidan del pasado vergonzante y sucio de muchos individuos, como el caso de Jorge Valdez, y los convierten en “referentes” que pretenden dar clases de diplomacia, buena conducta, limpieza cívica y los ponen a “escribir”. ¿Qué clase de lecciones –de cualquier cosa- osarían dar Jorge Valdez, Eduardo Ponce o Alfonso Rivero Monsalve?

¿Qué categoría de prensa es aquella que cobija a malandrines que sólo han exaccionado al Fisco y mal representado al país que les pagó sus múltiples viajes y eternas torpezas contranatura?

¿Se atreverá Jorge Valdez a negar que conocía un plano que debió haber dado otro curso a los entendimientos entonces con Chile?”.

Convalidando obsequios contra Perú

Allan Wagner en 1986 convalida en términos de construcción, lo que Fernando Schwalb en 1964 aprobara en planos desde la Cancillería durante el primer gobierno de Fernando Belaunde. Aparentemente, durante los 50s, la diplomacia chilena tomó conocimiento firme que los planos del remozamiento portuario de Arica enviados a Leguía en el avión ibérico Cristo del Gran Poder estaban perdidos en Torre Tagle. Tema que Valdez y la pandilla comandada entre otros por Fabián Novak Talavera, ignoraron adrede con conocimiento de causa de su existencia. ¡Es decir obliteraron un documento fundamental en la negociación!

Entonces Wagner, en 1986 aprueba la construcción de acuerdo a los nuevos
planos inventados por los chilenos en 1964.

En 1993 los australes quisieron ganar mucho más con las Convenciones de Lima, pero la resistencia en Perú fue férrea. Y las dichas Convenciones fueron tiradas a la basura.

Los del sur, en 1999, se contentaron con ceder algo en cuanto a la "administración" portuaria, pero ratificando la aceptación de ese atracadero ridículo e inútil. Pero con una gran diferencia, UNA GRAN DIFERENCIA, los “negociadores peruanos” de 1999 ya sabían, por vez primera, que lo acordado en 1986 era algo distinto, y a pesar de eso cerraron los ojos. Y encima concedieron servilmente que el atracadero estuviera fuera de los 1575 metros dentro de la bahía de Arica y que fue lo estipulado en 1929.

¿Hay posibilidad de excusar los achilenamientos de Pérez de Cuéllar, Allan Wagner Tizón y del traidorzuelo bribón Fabián Novak Talavera, que para colmo de sinverguencerías fue condecorado en 1999 por “negociar” en nombre de Perú con Chile por esta última nación que premió sus esfuerzos –nadie sabe si pagados o gratuitos- proditores y desvergonzados?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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