Durante la Segunda Guerra Mundial y parte de la guerra fría, Washington utilizó un servicio de inteligencia privado de alcance internacional llamado The Pond (El Charco). Entre sus informantes más eficaces estuvo el asesino en serie francés Marcel Petiot. Así lo confirma una serie de archivos de la CIA recientemente desclasificados.
Durante mucho tiempo se puso en duda la existencia en Europa de una organización secreta estadounidense llamada The Pond (literalmente «El Charco», en referencia al Océano Atlántico) durante el periodo que va de 1942 hasta 1955. Las memorias del fundador de aquella red fueron incluso objeto de duras críticas en las que se afirmaba que estaban más cerca de ser una simple novela que un recuento de hechos reales vinculados a la historia. Sin embargo, los archivos de aquella organización fueron encontrados en 2001 y entregados, primeramente, a la CIA y posteriormente, en 2008) a los Archivos Nacionales de Estados Unidos. Finalmente han sido abiertos al público en abril de 2010 y sólo ahora comienza a salir a la luz la verdadera envergadura de aquella organización.
Mencionada bajo denominaciones como Special Service Branch, Special Service Section y Coverage and Indoctrination Branch, aquella organización secreta era conocida familiarmente en la CIA como El Charco (Pond) o El Lago (Lake) en oposición a La Bahía (Bay).
Sus actividades incluían la criptografía, el espionaje político y la acción clandestina. Daba empleo a más de 600 espías en 32 países garantizándoles que trabajaban exclusivamente para Estados Unidos, no para los aliados en general. El Charco fue creado por las fuerzas terrestres estadounidenses bajo la autoridad de la inteligencia militar. Al término de la Segunda Guerra Mundial, se independizó y siguió funcionado como una red privada, como contratista del US Army, del Departamento de Estado, la CIA y el FBI. Fue disuelto en 1955 en el marco de una reorganización y de una centralización de la inteligencia estadounidense y también porque su jefe estaba vinculado al senador Joseph McCarthy, a quien vendía informaciones sobre «la infiltración comunista».
El jefe del Charco era el coronel John V. Grombach, alias el Frenchy (El Francés), ex productor de CBS Radio y especialista en transmisiones codificadas insertadas en la programación radial.
Esta organización fue creada con el apoyo de la firma holandesa de artículos electrodomésticos Philips, que garantizaba el financiamiento y la logística. Ante la inminencia de la invasión nazi, los británicos sacaron de Holanda a los dirigentes de la Philips y a los miembros del gobierno holandés. Los dirigentes de la Philips se refugiaron entonces en Estados Unidos, desde donde seguían administrando la empresa. La oficina de Relaciones Públicas de Philips en Nueva York servía de cobertura y de cuartel general al Charco. Posteriormente, la Philips siguiendo manteniendo estrechas relaciones con los servicios de inteligencia y el ejército estadounidenses. Sus dirigentes participaron activamente en la creación del Grupo de Bilderberg, el círculo de influencia de la OTAN. Otras grandes firmas, como American Express, Remington Rand y el Chase National Bank también sirvieron de cobertura al Charco.
Los datos de inteligencia que recogía el Charco eran a veces de muy alto nivel. Aquella organización privada llegó incluso a negociar con el mariscal Herman Goering durante los 6 últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Siguió además al detalle las primeras pruebas nucleares soviéticas. No sea ha comprobado, sin embargo, que esos datos de inteligencia hayan llegado hasta la cúpula de la burocracia washingtoniana ni que hayan sido explotados de forma correcta. El Charco estuvo especialmente activo en Hungría, donde tenía contacto con el almirante Miklos Horthy durante el transcurso de la guerra y sacó de Hungría a Zoltan Pfeiffer con toda su familia al producirse la ocupación soviética.
Existe un detalle que seguramente sorprenderá a los lectores franceses. El Charco obtuvo importantísimos datos de inteligencia a través de uno de sus agentes… el doctor Marcel Petiot, célebre asesino en serie francés. El doctor Petiot era un desequilibrado, estuvo internado varias veces por problemas siquiátricos, pero era también una mente brillante. Tenía en París un gabinete de consulta médica donde recibía oficiales de la Gestapo y del ejército del Reich. Fue el primero en informar sobre la masacre de oficiales polacos que tuvo lugar en Katyn y sobre la construcción de los cohetes V1 y V2 en Peenemunde. En 1944, como consecuencia de lo que parecía ser una chimenea incendiada, sus vecinos descubrieron que Petiot estaba quemando varios cuerpos humanos descuartizados en la caldera de su casa. El doctor Petiot fue acusado entonces de haber asesinado e incinerado a 27 personas a las que había prometido sacarlas de Francia hacia Argentina. Se calcula que robó a sus víctimas joyas y dinero por valor de 200 millones de francos de la época –una suma considerable. Aquel botín nunca fue encontrado. Contradiciendo todas las pruebas presentadas, el doctor Petiot afirmó que sólo había matado nazis e individuos que habían colaborado con los ocupantes alemanes y confesó 63 asesinatos. Fue condenado a muerte y ejecutado en la guillotina sin que se diera, en aquel entonces, el menor crédito a sus alegaciones, actualmente confirmadas, de que había trabajado para un grupo clandestino antinazi.
Los lectores alemanes y austriacos se asombrarán, por su parte, de saber que la diputada Ruth Fischer, quien dirigió el Partido Comunista Alemán durante la República de Weimar y fue cofundadora del Partido Comunista Austriaco, era agente del Charco. Lo cual explica su posterior actitud y las declaraciones que hizo en el Senado estadounidense cuando compareció ante la comisión McCarthy para denunciar a su hermano Gerhart.
Se puede decir que el Charco fue el antecesor de las grandes firmas privadas de inteligencia que conocemos hoy en día. Sus espías no actuaban por patriotismo sino que veían sus actividades como un negocio a desarrollar en tiempo de guerra, fría o caliente. Su reclutamiento era extremadamente diverso, al extremo de incluir lo mismo un asesino en serie que una política corrupta. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Pentágono pagó sin vacilar los servicios de tales personajes. Durante la guerra fría, tres departamentos [ministerios] del gobierno federal estadounidense contrataron a los agentes del Charco para la realización de operaciones que querían sustraer al posible control del Congreso de los Estados Unidos.
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