¿Fue asesinado el príncipe Bandar «Bush», de 63 años, hijo del príncipe Sultan bin Abdulaziz -perenne ministro de Defensa saudí (1963-2001), semi-perenne embajador en Washington (1983-2005) y sigiloso financista yihadista- por agentes de la inteligencia siria?
Un estruendoso silencio prevalece en los medios sirios, iraníes y árabes (controlados en su mayor parte por los saudíes). Lo mismo vale para al-Jazeera. Esta es la interpretación algo antojadiza de DEBKA (revista de análisis e inteligencia israelí).
Las fechas son cruciales. El príncipe Bandar bin Sultan bin Abdulaziz Al Saud puede haber efectuado la operación «Volcán en Damasco» el 18 de julio. Fue definitivamente promovido a jefe de la inteligencia saudí el 19 de julio. Y puede haber sido eliminado en un ataque con bomba en la sede de la Inteligencia General saudí en Riad el 22 de julio.
Una versión de la fábrica de rumores siria determina que «Volcán en Damasco» provino de la inteligencia saudí con logística suministrada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Esto es extremadamente improbable; la CIA no tiene idea de cómo penetrar el círculo íntimo de Asad. La versión predominante que circula en la capital siria es que fue un golpe «blanco».
«Volcán en Damasco», a propósito, fue un fracaso: el enjambre de mercenarios –infiltrados desde Jordania– que supuestamente debía apoderarse de la capital tuvo que retirarse hacia el norte. Ahora el ciclo noticioso se concentra en otro falso cambio real, la «Batalla de Alepo».
Existen problemas serios con todo el sesgo respecto a «Volcán en Damasco». Según mis fuentes, e incluso según informaciones filtradas a los medios occidentales, los cuatro jefes militares: Jamil Hassan, Abdel-Fatah Qudsiyeh, Ali Mamlouk y Muhammad Deeb Zaitoon, ni siquiera estaban en la reunión. El único alto cargo clave de Assad que murió era el presidente del Consejo de Seguridad Nacional, Hisham Bakhtiar. Así que ninguna de esas personas importantes murió o resultó herida y en realidad están dirigiendo la lucha de inteligencia en Alepo.
También existen problemas respecto a que un escuadrón de la muerte sirio pueda atacar el círculo íntimo en Riad. Pero los servicios de inteligencia iraníes ciertamente podrían hacerlo. En cuanto a la suposición de DEBKA de que Teherán podría haber contratado a yihadistas de al Qaida para realizar un «trabajo interno» contra la Casa de Saud, se trata de basura.
El resultado final nadie lo sabe, porque nadie habla. Lo que es seguro es que Bandar, como jefe de los servicios de inteligencia saudíes formaba parte de la reacción dura del rey Abdullah a la Primavera Árabe.
En Siria, la estrategia de la Casa de Saud se concentra en el cambio de régimen, y un frágil, fragmentado gobierno suní en Damasco, no alineado con Teherán.
En el interior, la estrategia es aplastar cruelmente cualquier manifestación pacífica de la mayoría chií en las provincias orientales. Esencialmente, no hay Primavera Árabe en Arabia Saudí porque la Casa de Saud soborna o intimida a sus súbditos.
La estrategia generalmente preferida es «culpad a Irán»; siguiendo esta lógica, los chiíes saudíes son marionetas iraníes, igual que los chiíes bahreiníes. El gobierno de Obama suscribe ciegamente esta falacia, sin comprender en nada de qué se trata; la Casa de Saud odia cualquier semblanza de democracia parlamentaria occidental tanto cómo odia a los chiíes, sean iraníes u otros.
¿Qué pasó entonces en Riad? ¿Un mensaje gráfico de Teherán a la Casa de Saud? ¿Un atacante suicida aislado? ¿Una guerra interna saudí?
La Casa de Saud no habla. Y Bandar no se mueve.
Autor: Pepe Escobar.
Fuente: Asia Times Online, 03 de agosto de 2012.
Traducido por Germán Leyens.
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