La nominación del nuevo embajador de Estados Unidos en Arabia Saudita está siendo ‎interpretada en Riad como una nueva prueba del desinterés de Washington por la monarquía saudita. ‎

El nuevo embajador, Michael Ratney –nominado por el presidente Joe Biden– es visto en Riad ‎como un simple civil mientras que el Pacto del USS Quincy de 1945, entre el entonces ‎presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt y el fundador del Reino de Arabia Saudita, el rey ‎Abdelaziz al-Saud, estipulaba que Washington garantizaría a la monarquía saudita protección ‎militar a cambio del acceso al petróleo del reino. ‎

En los últimos años, Estados Unidos no ha defendido Arabia Saudita ni los Emiratos Árabes ‎Unidos frente a los ataques de los huthis yemenitas. Sin embargo, Washington exigía que el reino ‎saudita y los Emiratos mantuviesen la guerra contra Yemen y que no dejaran el estrecho de Bab-‎el Mandeb en manos de Irán. ‎

Al llegar a la Casa Blanca, el presidente Biden abrió conversaciones con Irán y retiró a los huthis ‎yemenitas de la lista de grupos que Estados Unidos considera organizaciones terroristas. ‎

A esos desacuerdos, el president Biden agregó su denuncia contra el heredero del trono ‎saudita, el príncipe Mohamed ben Salman, como responsable del asesinato del periodista y ‎miembro de la Hermandad Musulmana Jamal Kashoggi, perpetrado en octubre de 2018 en la sede ‎del consulado de Arabia Saudita en Estambul. ‎

Por su parte Arabia Saudita se ha negado repetidamente a incrementar su producción de petróleo ‎para aliviar el alza de los precios del crudo provocada por el embargo occidental sobre el petróleo ‎ruso. ‎

El príncipe Turki al-Faisal (ver foto), ex jefe de los servicios secretos de Arabia Saudita, declaró ‎recientemente a la agencia de prensa Arab News que su país se siente abandonado por su aliado ‎estadounidense. ‎