“Podremos entonces comprobar cómo funciona este proceso de interpretación de las necesidades populares cuando al entrar en la acción política, los conceptos de integración, consenso, soberanía, sean algo más que palabras y recuperen su poder. Ni Bush se salva.” C.B.
El caso del presidente Alejandro Toledo se ha convertido en paradigmatico y educativo para los futuros aspirantes al poder que partan del hecho de su etnia -convertirse en merecido cabeza de turco- que no de Pachacútec. Sus propios funcionarios medran dando vueltas a sus pies de barro. La falta de aprobación de Toledo, su increíble impopularidad arranca de la falla básica de haberse demorado el diseño y divulgación de un plan de gobierno e iniciales pautas de una política pública, esa es (se supone) la tarea a terminar por los representantes democráticamente elegidos. Por eso el Congreso tiene, según encuestas, el rechazo de los peruanos, parejo al de AT. Su interesada parsimonia burocrática que responde intereses personales actuales y futuros, es hecho dañino y triste, obedece a complejas maquinacions y alianzas destinadas a cuidar su deseo de pertenecer a la burguesía y de disfrutar de sus encantos.
Personalmente creo que su miopía, falta de formación política, etc., su ignorancia, los llevó a arriesgar la creación de un vacío en todo sentido. Cualquier vacío de poder tiende a llenarse con la disensión, la protesta, el descontento ante la no solución de los reclamos populares. Hay que analizar las condiciones objetivas que dan por resultado esta desaprobación -falta de trabajo, la prevaleciente pobreza, brechas de clase y de etnia, productos de desigualdad. Tocar la puerta de la ilusión creada con las promesas electorales. (v. C.B. Crear la ilusión; noviembre del 2001).
Mientras se agranda este vacío los ciudadanos tenderán a llenarlo con su disensión, responden comunitariamente o a través de sus organizaciones, laborales de preferencia, expresando diversos grados de descontento. Pero en verdad, todavía no han entrado a la etapa de la acción política que tiende a materializarse cuando el anunciado cambio no sucede. La mirada y rechazo se concentra en la figura simbólica del presidente y su gente, incluida su inestable mujer que es de otra etnia, esta sí poderosa como un gas invisible y peor que el clavo de los jesuitas, nada menos que la Amazonía quiere bajo su control. Se distancian los legisladores sin echarle ni un salvavidas, arriesgando la estabilidad del país.
La población de las regiones se siente ignorada y hasta burlada en sus reclamos que fueron claros desde inicios de la campaña. La participación ciudadana no escuchada, se materializa característicamente porque lleva su protesta a las calles, es el único camino que encuentra para expresar su participación política, o sea, para manifestar oposición y sus demandas a las autoridades que ellos ven responsables; subrayan su rechazo a tal o cual política en ciernes que ellos perciben amenazadora porque no incluye el producto de sus negociaciones ni sus viejos reclamos en tiempos de elecciones: y mucho menos ven aplicarse una honesta distribución de la riqueza regional a las cuales, temerariamente, han tratado de mantener paralizadas -así piensan perpetuarrse en el poder hasta el 2006 y copar, de allí en adelante los mecanismos de control del poder. Es una nueva élite sin visión del futuro nacional, sin preparacion integral, advenedizos irresponsables, o herederos de izquierdas y derechas que ni un currículum profesional auténtico pueden presentar, esos son los que nos quieren gobernar. Y su proyecto sin duda será cortar la cabeza a las orgnizaciones sindicales.
Los reclamos de oportunidad de trabajo, de vivienda, protección contra el crimen y la violencia urbana, atención a los ancianos y jubilados, oportunidad de educarse mejor, atención médica, protección de las minorías raciales, son algunos imperativos. Así como, si fuesen inteligentes, terminar con la ostentación de su súbita riqueza que exhiben constantemente en los medios de comunicación. Las profundas diferencias económicas y la hirviente injusticia existentes en la sociedad peruana que creyó sería de todas las sangres. Los símbolos de status los delatan. Una mezcla volátil. A cada uno de los reclamos de los pobres les responde el silencio. Por eso ahora están rugiendo. Gobernar, representar, algunos lo entienden como una fiesta interminable rodeados de la adulación, obsecuencia, un buen sueldo, una dosis de frivolidad. Todos estos elementos son forúnculos de la corrupción y han dado por resultado la rebelión de los pueblos regionales.
En atención a los reclamos y en respuesta a las protestas es y será necesario un plan de gobierno serio, inclusivo. Tener una agenda personal no es impedimento para que un político no cumpla con el trabajo para el que fue elegido: estructurar una agenda pública integral incluyendo el interés de los diversos sectores que incorporen, además, las características nacionales y regionales es el requisito.
Tarde o temprano una clase política cruel e inescrupulosa -no escapa a su confrontación- con la realidad de millones de representados. El descontento y desaprobación son consecuencias, aquí y en la Cochinchina, de promesas electorales incumplidas y del saqueo de los fondos públicos.
Pronto veremos, no solo en el Perú, la importancia y características de estas últimas interrelaciones. Podremos entonces comprobar cómo opera este proceso de interpretación de las necesidades populares cuando en la dinámica de la acción política, los conceptos de integración, consenso, soberanía, sean algo más que palabras y recuperen su poder, sus valencias. Haber esquivado una promesa hecha al pueblo, por razones políticas arcanas y limitadas, tiene el precio que hoy paga lamentablemente Toledo y el país.
Ni Bush se salva de responder a su propia circunstancia actual. Perú es un peoncito en el tablero, por la inestabilidad social reinante -más a ambos líderes les es común su falta de consistencia moral y ausencia de sensibilidad social. Es un gran e insolente "igualador" entrambos. El primero cosechó su triunfito pírrico y el segundo, ya veremos.
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