“...está inherente la trascendencia hacia el plano moral, a un punto de vista ético sobre el valor de los demás...”
Lademocracia del Siglo XXI ya esta aquí y el trillado escape y dicotomía de la discusión del pasado respecto al comunismo, ya no es elemento definitivo para negociar. Se ensaya ahora la democracia como sistema político universal (utopía?). Debemos considerar que la democracia no es sólo la práctica política, sino también una actitud mental que incluye el pluralismo, la búsqueda y respeto de nuestros valores y los de los demás. (v. C.B. Los Valores en la Acción Política).
En la terrible experiencia peruana de dos gobiernos corruptos que uno tras otro vienen soportando principalmente los pobres del Perú desde los 90s, tenemos una evidencia de cómo los códigos de conducta de la colectividad, los valores sociales que la amalgaman, fueron esquivados e ignorados conscientemente y los desmanes de la camarilla que gobierna escogen por el resto de la sociedad, se ha evadido de manera total los intereses colectivos a favor de los personales y partidarios. Esto es la antítesis de la democracia.
Por eso es peligroso cuando el pueblo, como ocurre en el Perú, se ve impulsado a defender sus derechos, su dignidad y en un ejemplo extremo afirmó sus derechos en los terribles sucesos de Ilave. Se acerca ahora una huelga general de trabajadores que puede acabar de desestabilizar al país. Los peruanos demandan tomar parte en la transformación del estado de cosas. Y aquí surge poderosa la necesidad de respetar la Constitución como institución que establece el alcance y límites de esta interacción. Y también la importancia de aquellos que por su posición de líderes se supone que desempeñan un rol precipitante. Lamentablemente la última Constitución fue hecha a medida del último ladrón. Es lógico, por otro lado, haber resentido el tutelaje o intentos de intervención de parte de organismos y gobiernos exteriores en esta crisis. Más la intervención no es un problema sólo peruano.
Este método de "estabilización, pacificación," de parte de los los poderes globales en el siglo XXI seguirá aplicándose cuando lo crean de necesidad estratégica; aunque queda demostrado como vemos ahora en Iraq -que entra en grave conflicto con el concepto de soberanía. Problema y discusión que actualmente pesa para una mayor integración de la Unión Europea. Los intentos básicamente económicos por dominar al Islam -es pues un desafío totalmente contemporáneo y (contradictoriamente) profundamente antiguo.
Los que puedan aportar algo en este tema de nuestro tiempo tienen obligación de contribuir al nuevo pensamiento del siglo XXI. Democráticamente, con un pensamiento abierto, porque en esta actitud está inherente la trascendencia hacia el plano moral, a un punto de vista ético sobre el valor de los demás. Y, este modo de querer enlazar política y ética nos devuelve a los pensadores antiguos que concibieron la política como la búsqueda del bien común.
En nuestro caso del Perú, los políticos debieron considerar que uno de los efectos secundarios en el camino hacia la democracia luego de un gobierno corrupto e ilegal como fue el de Fujimori, surge primero la ilusión (la esperanza) y luego el inevitable escepticismo producto de la asombrosa corrupción que ha propiciado el gobierno de Perú Posible. (v. Crear la ilusión. C.B.). No sólo han agredido nuestra identidad nacional, los valores sociales, sino que también han atropellado nuestra soberanía nacional lo que ya había hecho Fujimori, al entregar Tiwinza a Ecuador y darles entrada al Amazonas. Nos han creado también divisiones sociales exacerbadas al haberse atentado contra las instituciones que se debían haber reconstruido e, incumplir de hecho, las leyes, especialmente la de Regionalización. Las consecuencias las veremos manifestarse fuertemente en la próxima campaña política, tanto entre los candidatos como en el electorado.
Ya en los 80s Alvin Toffler y Michel Serres advirtieron que había que repensar, rediseñar la arquitectura democrática del mañana partiendo desde las bases actuales de entonces. Hoy, no sólo teóricos y futuristas; sino también ciudadanos comunes y corrientes pueden reconocer que ya se dio la situación crítica y que se vienen, con imparable dinámica, cambios en el sistema. Así como no hay un solo tipo de democracia, no hay un solo tipo de pueblo soberano, por lo tanto, el proceso será ilustrador. Se podrán extrapolar situaciones.
Próximos tal vez a elegir a nuevos líderes, nuevos representantes ante la caótica situación que vive el país -es importante que examinemos los objetivos de cada partido, su Plan de gobierno- si son implementables a corto o largo plazo, si son basados en la realidad nacional o si son sólo una maniobra inmediata para de una manera fácil complacer a los electores, y salvaguardar los intereses personales de los que quieren llegar al poder.
Los otros problemas tienen que ver con la democracia directa (participatoria) versus la indirecta. (representativa) y lo que es muy importante, se revelan inevitablemente en el discurso y debate políticos -el discurso distorsionado y manipulado será ahora sí reconocible. A un alto y doloroso precio el pueblo peruano, los trabajadores, los maestros, los médicos, los jubilados, los estudiantes y las mujeres se han vuelto profundamente escépticos, desconfiados. Este es el electorado que los ambiciosos de poder, vis a vis con líderes honestos, si es que estos pueden sobrevivir en semejantes circunstancias, han de convencer a los peruanos porque serán sometidos a una dura competencia por el poder.
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