Superman ha muerto. Y no fue por la kriptonita o cualquier sustancia galáctica producto de los creadores del personaje de ficción en historietas, series de TV y épicas películas sobre esta saga típicamente norteamericana.
Superman ha muerto por razones terrenales en la persona del actor Christopher Reeve, un típico buen mozo de Hollywood que, en los últimos años, libraba una batalla para mejorar las condiciones de todos los paralíticos del mundo.
Reeve trataba de recuperarse desde mayo de 1995, cuando un accidente ecuestre le lastimó la columna vertebral.
Al comienzo de este largo y penoso proceso, Reeve invirtió los millones que había acumulado en su exitosa carrera cinematográfica, en una fundación para fomentar la investigación de medicinas y sistemas de fisioterapia para la recuperación de paralíticos.
La vida del actor que hacía del hombre de acero y volaba entre los rascacielos de Metrópolis, ciudad mítica que se suponía era New York, aunque los creadores de la saga de Superman, Joe Shuster y Jerome Siegel (autor del libreto y dibujante), lo situaban en Cleveland, la pujante ciudad del estado de Ohio.
Y así Superman-Reeve, postrado en una complicada silla de ruedas de alta tecnología, empezó una lucha contra la paralisis del cuello para abajo que le provocó la fractura cervical en la caída del caballo.
Su Fundación fue generosamente reforzada por otros aportes y comenzó a dar réditos, especialmente en la investigación de las células-madre, como regeneradoras de células humanas de la columna vertebral. La Fundación también proveyó ayuda a muchos cuadrapléjicos y a instituciones de rehabilitación de países pobres del Tercer Mundo.
Reeve llevó su campaña sobre las células-madre (stem cells) al propio Congreso norteamericano, ya que por falsos argumentos religiosos, el gobierno de Bush se oponía a dar fondos para la investigación. Al mismo tiempo, Reeve se mantenía activo, dirigiendo y actuando en películas y manteniendo la moral alta. Varias veces afirmó que estaba seguro de que volvería a caminar y montar a caballo.
Como director de cine, desde su silla de ruedas hizo una película sobre una mujer cuadrapléjica que luchaba por su rehabilitación.
Como actor, estaba haciendo una nueva versión de La ventana indiscreta de
Hitchcock, que muestra a Reeve en el papel de fotógrafo postrado en una silla de ruedas, que desde su ventana fotografía un asesinato en el edificio del frente. Ese papel del film de auténtico suspenso, lo hizo James Stewart. A la muerte de Reeve por una falla cardíaca, no se sabía si la filmación había terminado.
En todo caso, Reeve fue un ejemplo de coraje y persistencia, y de cómo un hombre, sometido a una terrible adversidad, con inteligencia y voluntad puede convertirse en un verdadero superhombre. Es un ejemplo que todos los minusvalidados del mundo le agradecen, incluyendo el autor de este artículo, escrito desde mi silla de ruedas y con una sola mano. Sin pensar en los persistentes dolores, pero con mucha, mucha tristeza/BIP.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter