De todas las históricas secuelas que se proyecten de la guerra de Irak cuando termine, si algún día termina, lo más importante será la responsabilidad por el holocausto del pueblo iraquí.
De todas las históricas secuelas que se proyecten de la guerra de Irak cuando termine, si algún día termina, lo más importante será la responsabilidad por el holocausto del pueblo iraquí.
¿Cuántos civiles ya han muerto? ¿Cien mil?, ¿un millón? Pero, al final, alguien será el responsable, según el veredicto inevitable e implacable de la historia. ¿Quién será? ¿Saddam?, ¿Ossama? Usted elige. Usted adivina.
Holocausto es un término gelatinoso. Se escapa de agarrarlo. No es fácil aplicar con precisión y es resbaloso, inasible. En su acepción más aceptada en inglés -lengua donde más se utiliza-, literalmente significa la muerte y destrucción causada por un gran incendio (Webster). Pero también es la palabra para definir la muerte de millones de judíos en los campos de concentración de la Alemania nazi. Y la verdad es que el término ha sido muy utilizado para defender la causa del Estado de Israel y algunos círculos judíos han podido lograr pingues indemnizaciones utilizando como clave la palabra holocausto.
Lo cierto, en su acepción de la destrucción masiva de vidas humanas por poderosos fuegos -como los misiles de helicópteros Apache o aviones F-16, tan generosamente entregados por EEUU a Israel-, ya se puede hablar de un holocausto palestino.
En un sorprendente informe investigativo, el antiguo y respetable periódico científico británico The Lancet, muestra la magnitud de lo que ya otros medios comentan como los “crímenes de guerra”del gobierno Bush (thelancet.com.uk).
Hasta antes de la batalla de Faluya (nov-4) y contando desde marzo del 2003, habían muerto 98 mil civiles iraquíes, incluyendo 40 mil niños, dice The Lancet.
Lo estremecedor del caso es que Lancet compara las muertes 18 meses después de marzo-3 con las muertes ocurridas en similar período antes de marzo-3. Y se debe tener en cuenta que ya Irak, por las sanciones impuestas por la ONU, estaba con serios problemas de abastecimiento de medicamentos.
Por todo esto, las investigaciones de Lancet tienen un gran significado, observa el magazine electrónico norteamericano Tom Paine, porque esas investigaciones se concentraron en regiones donde la aviación norteamericana lanzó sus bombas cluster y otras armas, que a fin de cuentas, son las únicas de destrucción masiva que se encuentran en ese territorio de la Mesopotamia del Oriente Medio, una de las cunas de la civilización.
En su análisis del informe Lancet, el periódico Newsday, del estado de Nueva York, observa que las causas más comunes de muerte antes de la invasión de Irak, eran ataques al corazón y otras enfermedades crónicas. Sin embargo, después de la invasión, la violencia es la principal causa de muerte, principalmente atribuida a las fuerzas de la coalición. El 95 por ciento de las muertes fueron causadas por bombas o el fuego de cañones de helicópteros.
Estas estadísticas no influyen directamente en la opinión pública norteamericana. Ello toma tiempo, como tomó el asimilar el holocausto de los judíos a manos de los alemanes nazis.
Espero estar equivocado, pero ¿significa esto que EEUU es una nación de ovejas temerosas que no reaccionan frente a quien viola sus principios tradicionales de libertad, tolerancia y libre expresión?
En esta perspectiva orwelliana no es difícil pensar en quién es responsable por los crímenes de guerra en Irak. Usted elige. Usted adivina. ¿En quién está usted pensando?/BIP
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