El genial y fantasioso cineasta norteamericano George Lucas eligió como personaje predominante de su sexta película sobre “Star Wars” al villano Darth Vader, lo que algunos cronistas de cine, analistas políticos, sociólogos y psicólogos consideran como un símbolo de estos tiempos tenebrosos de la globalidad.
Algunos prominentes actores de la política norteamericana, como el vice Dick Cheney, han sido comparados con este personaje siniestro de la prolífica creación de Lucas que, en buenas cuentas, es un intento de mitología de la ciencia ficción de la conquista del Universo, con enfoque norteamericano.
El film titulado "Star Wars III: la venganza de los Sith", se está proyectando en USA desde el 19 de mayo, y la verdad es que también dimana confusión, cuando no decepción entre los millones de seguidores de Star Wars que han convertido a este mamotreto de guerras interplanetarias en un verdadero culto y de paso un multimillonario negocio global para el inefable Lucas, que se permite el lujo de convertir al héroe bueno de películas anteriores, Luke o Anakin Skywalker, en el maldito Darth Vader, en virtual vencedor del conflicto galáctico.
Utilizando la voz cavernosa del actor negro James Earl Jones, que sale mecánicamente sofocada desde una mascara negra con un resoplido asmático, el enorme personaje de capa negra y casco negro parecido al casco nazi de la era hitleriana fue interpretado por el gigantón actor inglés, David Prowse, levantador de pesas de casi dos metros, creando un arquetipo del hombre malo galáctico.
Un comentarista de cine dijo por la cadena NBC, que Lucas había creado con Vader a uno de los grandes villanos de Hollywood, sólo comparable con el hombre lobo de Lon Chaney o el Drácula de Bela Lugosi, todos actores de la época del cine en blanco y negro, que dejaron los prototipos de malditos para muchas películas.
Medios de gran difusión, como el periódico global USAToday le han dedicado amplio espacio a este desenlace cinematográfico en este nuevo film de la ya kilométrica serie de seis películas de “Star Wars o Guerra de las Galaxias", un invento que le ha permitido a Lucas acumular una fortuna personal de más de tres mil millones de dólares y un negocio de diversión donde el límite es cielo de las galaxias y todo lo que los trucos de digitalizacion lo permitan.
Al mismo tiempo, ya está circulando un DVD dedicado a la nueva película, en la que Lucas defiende su visión de la transformación del bien al mal, como una simbiosis tan vieja como la creación que se sustenta en el alma humana, como Jung, Nietzche, Kafka o Herman Hesse lo han sugerido. En Paraíso Perdido, el poeta John Milton casi santifica la existencia del Diablo.
Hollywood y el séptimo arte en general, señalan prototipos de nuestra época de sociedad global de desaforado consumo de bienes y sustos.
Darth Vader ha sido comparado con los más destacados “malos” que ha producido Hollywood, pero en esta nueva película la sutileza creativa va más lejos, cuando pone en la voz tenebrosa de Vader ciertos parlamentos maniqueistas como “los que no estan conmigo, son mis enemigos”. Algo que, es obvio, no gustó a la Casa Blanca porque, de lo que se trata es del triunfo de la “fuerza negra” aunque se diga que en una galaxia muy muy lejana y no precisamente en nuestra ya deteriorada globalidad.
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