El error periodístico se convirtió en horror. Error y horror. De eso se trata, fatalmente, en la actual política de Washington hacia Irak, que tiene confundidos a medios de comunicación de la globalidad, principalmente de EE.UU.
El error de información de la revista semanal Newsweek en su descripción del abuso a los detenidos islámicos en el campo de concentración instalado por el gobierno de Bush en Guantánamo, ha servido para exponer una vez más la persecución a la prensa libre bajo el actual sistema en Estados Unidos.
En breve nota de su sección confidencial, Newsweek comentó que como una forma de provocar o humillar a los prisioneros islámicos, los celadores norteamericanos profanaban el Corán, libro sagrado del islamismo.
La difusión del comentario en el mundo islámico, sustentados por datos confirmados, provocó reacción y protestas iracundas. Y, en Afganistán, muertos y heridos por esas protestas.
Los editores de la revista -la segunda en circulación después de Time-, se preocuparon y al revisar el proceso que dio lugar a su publicación, descubrieron que habían descuidado uno de los preceptos básicos del periodismo impreso norteamericano: confirmar datos y fuentes informativas de una noticia. Preocupados por el lio que se estaba armando, molestia en Washington y violentas protestas en el mundo islámico, Newsweek optó por reconocer su error y pidió disculpas públicas a través de otros medios. Lo que desató una lluvia de críticas a la revista y prácticamente cerró el capítulo de la actualidad noticiosa sobre el peliagudo tema de la profanación del Corán.
Pero el ponderado columnista Frank Rich del NY Times, opinó que el problema no era la revista sino la verdadera política del gobierno respecto a los prisioneros sospechosos de terrorismo. La opinión pública norteamericana está en contra de la tortura y la profanación de símbolos religiosos. Voceros del Pentágono anunciaron una investigación y expresaron serias dudas sobre la versión publicada sobre la profanación del Corán. Después de todo, no era fácil hacer pasar un voluminoso tomo del Corán, por el desague de un retrete de prisión, comentó un periodista de televisión.
Otro periodista norteamericano, Greg Palast, que escribe desde Londres, donde produce reportajes para la BBC, me envió su columna de Internet. Palast, que escribió libros y artículos de dura e implacable crítica sobre Bush, ironizó: la secretaia de Estado dice que está “consternada” porque se publicó esa noticia. Por qué no esté consternada Condi por los prisioneros en Guantánamo que según la Cruz Roja son sometidos a tortura?, pregunta Palast.
Y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, a quien la prensa norteamericana y varios miembros del Congreso consideran como el gran digitador de operaciones represivas, señaló directamente la responsabilidad de Newsweek y recordó que por esto hay gente que ha muerto, para luego pontificar: "los periodstas deben ser más cuidadosos con lo que dicen o hacen".
En este año se han producido varios casos en los que el periodismo ha quedado bajo el dedo acusador del Gobierno de Bush. El periodista estrella de la cadena CBS y uno de los principales de USA, Dan Rather, finalmente tuvo que retirarse al no poder confirmar sobre la situación de Bush cuando evadió el servicio militar en tiempos de guerra.
Los corresponsales en la Casa Blanca descubrieron que alguien que pesaba como un colega, era un agente político-policial plantado para espiar a sus colegas y hacer preguntas adulonas a los voceros del gobierno y al propio presidente. En este escenario, la actitud de Newsweek, de precipitarse a ponerse de rodillas y pedir disculpas, es un acto de cobardía periodística, que oculta el verdadero problema, según Palast.
Especial de Paralelo 21 www.radio.udg.mx
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