En América del Norte, durante la guerra contra los franceses, las tribus iroquesas tomaron partido por Inglaterra y fueron recompensadas con un estatus que les confería derecho sobre las tierras, protección contra la expansión de los colonos y derechos comerciales. Al estallar la guerra de independencia las tribus iroquesas del Estado de Nueva York, sedentarizadas, apoyan a los soldados ingleses y participan en las acciones contra los colonos rebeldes. El 4 de junio de 1779, el general del ejército revolucionario George Washington, en violación del tratado, ordena la invasión del territorio de la confederación iroquesa. Insiste en que sean muertos tantos indios como sea posible, sin que se tenga en cuenta edad o sexo. Los sobrevivientes deben entregarse como esclavos agrícolas a los colonos que lo merezcan. «Es fundamental destruir no sólo a los hombres, sino también sus poblados y plantaciones. Se arrancará todo lo sembrado y se impedirá cualquier nueva plantación o cosecha. Lo que no pueda lograr el plomo, lo harán el hambre y el invierno.» De junio a diciembre, son masacrados 40 poblados indios y miles de plantaciones indias son devastadas.