La iniciativa del gobierno de Cuba de convocar a un Congreso contra el Terrorismo, por la Verdad y la Justicia, en el marco de las Redes en Defensa de la Humanidad, en los primeros días de junio pasado, es uno de los hechos más importantes de los últimos tiempos, porque pone en escena la necesidad de una acción colectiva y mundial para frenar el notable avance del Terrorismo de Estado que impone Estados Unidos en el mundo.
Es posible que no se haya dado otra oportunidad histórica como ésta, ante el hecho de que la doble moral estadounidense, tantas veces denunciada y nunca tan evidente como en este período de imperialismo descarnado y sin máscaras, haya sido expuesta con el caso que está en boga: la protección de Washington a un símbolo de los terroristas en el mundo como lo es el cubano americano Luis Posadas Carriles.
Finalmente el gobierno de George W. Bush se enfrentó a su espejo, a su pequeño gran monstruo, construido a lo largo de los años. Posadas Carriles, Orlando Bosch, Félix Rodríguez y otros personajes como Ignacio y Guillermo Novo Sampol, Virgilo Paz, Dionisio Suárez, Oreste Ruiz, Gaspar Jiménez Escobedo y otros de su misma catadura moral, conforman el grupo móvil de tareas más efectivo de criminales que la CIA movió por el mundo y especialmente América Latina.
Fue George Bush padre quien cuando estuvo al frente de la CIA -entre enero de 1976 y febrero de 1977- ordenó a su agente Lawrence Sternfield (hombre clave de la "compañía" en México y Centroamérica) llamar a una reunión de los grupos terroristas cubanos de Miami, que ya habían estado comprometidos en atentados, colocación de bombas y crímenes en diversos países y muy especialmente en los fines de los 60 y principios de los 70 en México, para que formaran una coordinadora.
Algunos analistas estiman que ante la realidad de que ya los atentados eran cada vez más "espontáneos" por parte de estos grupos sin control, la medida fue tenerlos organizados bajo el paraguas de la CIA, en la que ya trabajaban varios de estos siniestros personajes y que además oficiaran como un "pequeño ejército" para enmascarar acciones criminales que Estados Unidos "necesitara" llevar a cabo en distintos lugares del mundo.
Así entre Costa Rica y luego Santo Domingo se integró el Comando de Organizaciones Revolucionarias (en realidad contrarrevolucionarias) Unificadas (CORU) bajo el mandato de Orlando Bosch.
Muy poco tiempo después se produjo el atentado que costó la vida a Orlando Letelier, quien fuera ministro de varias carteras del gobierno popular de Salvador Allende en Chile, y a su secretaria estadounidense, Ronny Moffit, dejando gravemente herido a Michael, el esposo de esta joven. Sucedió en Washington, el 21 de septiembre de 1976.
El asesinato de Letelier, precedido por otros crímenes contra dirigentes y militares de alto nivel de Chile, como los generales René Schneider (baleado el 22 de octubre de 1970 en Santiago por lo cuál falleció tres días después) y el general Carlos Prats y su esposa Sofía (el 30 de septiembre de 1974 en Buenos Aires, Argentina) entre otros, fue presentado por Bush en un primer momento como "una pelea entre izquierdistas chilenos", aunque ya sabía perfectamente quienes habían puesto la bomba y quienes habían activado el mecanismo: sus hombres del Coru.
En 1975 y precediendo también este crimen, los "protegidos" de Bush, intervinieron en el atentado contra Bernardo Leighton, político de la democracia cristiana chilena, refugiado en Roma, baleado junto con su esposa por Virgilo Paz, con un arma que llegó desde Miami, apoyado por los grupos fascistas italianos y otros agentes de la CIA como Michael Townley.
Por cierto el propio Townley agente de la CIA y la policía política del dictador Augusto Pinochet (DINA) había sido el personaje clave en el asesinato de Prats y su esposa y luego lo sería también en Washington dirigiendo, con el ex capitán chileno Armando Fernández Lario, el atentado que costó la vida a Letelier.
Por cierto ambos están amparados por Washington como "testigos protegidos", una categoría que también permite estar caminando por las calles de Roma a los jefes fascistas italianos que están señalados en numerosos crímenes en Europa y América Latina.
En octubre de 1976 los hombres del Coru cometieron uno de los crímenes más emblemáticos, la voladura de un avión con 73 pasajeros de la compañía cubana de aviación sobre Barbados.
El atentado fue preparado escrupulosamente por Orlando Bosch, el presidente del CORU y Luis Posadas Carriles, quien había sido enviado a Venezuela, como hombre de la CIA para trabajar- y fue funcionario- en la policía política venezolana DISIP. Allí prepararon el atentado contratando al fotógrafo Hernán Ricardo y a su amigo Fredy Lugo quienes volaron de Caracas a Trinidad Tobago y desde allí tomaron el vuelo de Cubana para bajar en Barbados, dejando la bomba que estallaría cuando casi inmediatamente después que el avión levantó vuelo con destino a La Habana. Como se conoció luego los criminales festejaron, tanto en el caso Letelier como en el del avión de Barbados, sus crímenes en los pasillos de la CIA en Washington y Miami.
Detenido luego en Caracas Venezuela, es conocida la cinematográfica "fuga" caminando por la puerta principal de la cárcel, de Posadas Carriles, quien fue a instalarse como funcionario de la CIA en el Puerto de Ilopango en El Salvador, para dirigir el trasiego de drogas cambiadas por armas para la "contra", los mercenarios que asolaron a Nicaragua y Honduras, dirigidos por Estados Unidos, durante los años 80.
La investigación sobre la Operación Cóndor, una coordinadora criminal de las dictaduras del Cono Sur, que luego se extendió a otros países de América Latina, permitió establecer a quienes investigamos el tema, la constante presencia de estos personajes de ese "ejército del mal" que utilizaron los gobiernos estadounidenses para sembrar el crimen en toda la región y también en países europeos, además de haberse convertido en los aliados "naturales" de todas las dictaduras.
El repaso de los crímenes lleva también hacia el Salvador y Guatemala. En el primer país, tanto Virgilio Paz como Dionisio Suárez fueron señalados por medios europeos como los autores directos del crimen de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador.
Aunque implicados en el asesinato de Letelier en el juicio que se llevó a cabo en Estados Unidos, estos personajes no cumplieron pena. Dionisio Suárez, por ejemplo, fue declarado prófugo y cambió su rostro para estar durante algún tiempo en Galicia, para volver luego al escenario de sus crímenes.
A la familia Bush y a Ronald Reagan se los liga a la formación de la Fundación Cubano Americana, dirigida por Jorge Más Canosa, quien- como muchos miembros de la CIA- se recicló en empresario millonario, gracias a las redes de negocios sucios. Con esto intentaban lavar la cara a los terroristas, bajo una Fundación, que permitió la entrada de la mafia en diversas empresas estratégicas de América Latina, durante el huracán neoliberal que pasó por la región en los años 90.
La reunión en La Habana, donde expusieron investigadores, juristas, intelectuales, pero fundamentalmente las víctimas de antes y de ahora de los crímenes de los "ejércitos del mal", que Washington envió sobre nosotros, dieron una dimensión del horror vivido, pero fundamentalmente del genocidio que significó la política contrainsurgente de Seguridad Nacional de los Estados Unidos en nuestra América y en el mundo. Ahora con la Guerra Preventiva por un lado y con la Guerra de Baja Intensidad (GBI) modelo renovado y actualizado de la contrainsurgencia estamos en otro período de horrores, como se está viendo en Afganistán, Irak y en la tragedia de los detenidos- desaparecidos de la base militar estadounidense o campo de concentración de Guantánamo.
Y la Operación Cóndor es un espejo pequeño frente a la que se desarrolla en el mundo, como acaba de verse con la solicitud del gobierno italiano que pidió la detención del comando secreto de la CIA, que secuestró en Roma a un ciudadano árabe para llevarlo a dos bases estadounidenses y luego a Egipto, adonde finalmente se lo pudo encontrar en estado grave por las torturas a las que fue sometido.
Esto sin contar la tragedia aún no difundida en toda su intensidad de los campos de concentración en Afganistán e Irak, de los miles y miles de asesinatos que se practican día por día en esos países, de las cárceles clandestinas en Estados Unidos y de la evidencia de la práctica del terrorismo de estado mundial, donde se borran las fronteras, como antes se hizo con el Cóndor o la operación Fénix en Asia en los años 60.
Posadas Carriles está en su medio ambiente, en la matriz exacta del terror.
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