En el seno de la ONU, uno de los organismos más empeñados en mejorar la vida en los países pobres es el PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (http://hdr.undp.org) .
Posee una red de expertos presentes en 166 de los 191 Estados del mundo y ayuda a los gobiernos y a las poblaciones a identificar sus propias soluciones frente a los desafíos en materia de desarrollo. En los países menos avanzados, el PNUD estimula el gobierno democrático, la lucha contra la pobreza, la prevención de los conflictos, la reconstrucción después de las guerras, el desarrollo de los recursos energéticos, la protección del medio ambiente y el combate contra la propagación del sida.
Cada año publica un importante Informe mundial sobre el desarrollo humano (versión española editada por Mundi-Prensa Libros, Madrid), que todas las ONG y asociaciones enfrascadas en acciones de solidaridad y de ayuda humanitaria en favor del Tercer Mundo consultan con enorme interés. El informe de este año acaba de salir y lleva por título La cooperación internacional ante una encrucijada . Subraya en particular que políticas comerciales injustas comprometen las perspectivas de crecimiento de los países en vías de desarrollo.
“El comercio -declara Kevin Watkins, autor principal del informe- podría ser un motor del desarrollo humano mucho más poderoso que la ayuda a los países pobres”. Pero las políticas actuales, muy desiguales, impiden a millones de ciudadanos de países pobres el acceso a las oportunidades comerciales. Poblaciones enteras se quedan al margen de la prosperidad.
A modo de ejemplo, el informe señala el África subsahariana, cada vez más marginada en el mercado mundial. Con una población de 700 millones de personas, esta región representa una parte de las exportaciones mundiales inferior a la de Bélgica, país de apenas 10 millones de habitantes... Si África hubiera conservado la misma parte de las exportaciones mundiales que tenía en 1980, el volumen de sus ventas sería hoy 119.000 millones de dólares superior. Una suma cinco veces más importante que toda la ayuda dada por los países ricos desde el 2002.
Los autores del informe se guardan bien de afirmar, como lo hacen en general los neoliberales, que el comercio sólo tiene ventajas. Citan, por ejemplo, dos casos contradictorios: el de Vietnam, donde el aumento de las exportaciones se ha traducido, en efecto, en una reducción espectacular de la pobreza; y el de México, donde la liberalización rápida de las importaciones agrícolas ha empobrecido más aún a los campesinos.
Aunque los Estados ricos no cesan de prometer la disminución de sus tarifas aduaneras para favorecer las importaciones provenientes de los países en vías de desarrollo, y la reducción de las subvenciones a sus agricultores, la verdad es que esas medidas no se toman. Al respecto, el PNUD señala que las ayudas concedidas por los gobiernos de los países ricos (donde hay sobreproducción agrícola permanente) a sus campesinos alcanzan la suma de mil millones de dólares ¡al día! Mientras, la ayuda dada por esos mismos países a los agricultores del Tercer Mundo apenas asciende a mil millones de dólares al año...
Los contribuyentes y los consumidores de los Estados desarrollados financian así un sistema que, por lo esencial, favorece sobremanera a los agricultores ricos de Europa, Estados Unidos y Japón, y causa un daño tremendo a los campesinos más pobres del mundo.
“Detrás de la retórica del mercado libre y de su mano invisible que pretende armonizarlo todo -dice Kevin Watkins-, se esconde una dura realidad: los agricultores más pobres del planeta no compiten con los campesinos del Norte, sino con los ministerios de finanzas de los países industrializados que sobreprotegen su mundo rural. Y falsean las reglas del juego”.
La Voz de Galicia
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