El cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio no solo requiere de más años, o incrementar los flujos anuales que los países desarrollados destinan como ayuda oficial para el desarrollo y reorientar los gastos presupuestarios en cada uno de los países, poniendo atención al sector social; mientras esté presente la dependencia extranjera y las causas que originan la inequidad social no se eliminen, ese tipo de proyectos mundiales no dejarán de ser simples quimeras.
Como ocurre cada cierto tiempo, ahora correspondió a la pobreza el tema de discusión en la arena internacional; esto a propósito de la revisión que la Asamblea General de las Naciones Unidas hizo del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ODM, cinco años después de su adopción y diez de la realización de la Cumbre de Copenhague. Pero así mismo, muy pronto este tópico quedará en el olvido; luego se pasará revista a otro grave problema que afecta a la humanidad, en una suerte de catarsis mundial.
Entre los objetivos del Desarrollo del Milenio constan la erradicación de la pobreza y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, fomentar una asociación mundial para el desarrollo. El año 2015 fue fijado como fecha de su cumplimiento, y a esta altura del programa la humanidad debería haber dado pasos significativos para cumplir las metas; sin embargo, el informe que al respecto presentó la ONU hace pocas semanas deja en claro que el retrazo es evidente.
Los países más ricos tienen el compromiso de destinar el 0.7% de sus Ingresos Nacionales Brutos a la asistencia al desarrollo, pero hasta el 2000 lo hicieron el 0,22%. Siendo eso grave, queda un tanto opacado cuando se conoce que en el año 2003 aquellos distribuyeron como Ayuda para el Desarrollo 68 400 millones de dólares, pero cobraron como pago de deudas 436 mil millones de dólares, lo que reaviva la propuesta de condonar la deuda externa de los países pobres, para que estos puedan atender las necesidades de su desarrollo.
El informe presentado por el Programa de las Naciones para el Desarrollo PNUD, habla de “discretos avances” en algunos renglones de los ODM, pero estudios de la misma ONU, señalan que 54 países ahora son más pobres de lo que eran en 1990, el 80% de la riqueza de todo el planeta está controlada por el 20% de la población; en 1960 el 20% de la población mundial que vivía en los países más ricos tenía 30 veces el ingreso del 20% más pobre, en 1999 esta relación era 74 veces superior. Ahora se habla de 2 500 millones de personas que siguen sumidas en la pobreza, anotándose que el ritmo de disminución de la pobreza alcanzado en los años noventa ha decrecido en los primeros años de este siglo.
Tomando como referencia el poder adquisitivo del año 2000, se necesitaría 300 mil millones de dólares para superar el umbral de la pobreza, en el que se encuentran mil millones de personas que viven con un dólar por día. Vista así la cifra parece una cantidad enorme, pero apenas equivale a menos del 2% del ingreso del 10% más rico de la población mundial. Y lo que es más, los gastos que se destinan para exterminar vidas es superior; únicamente el presupuesto militar de los Estados Unidos para este año superan los 420 mil millones de dólares, sin incluir los gastos en Afganistán, Irak y de seguridad interna, que añadirían 90 mil millones. De acuerdo a la Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO), si se mantiene el curso actual de los gastos de guerra, podrían llegar a los 600 mil millones en 2010. Actualmente se destina en el mundo más de un billón de dólares para gasto militar, equivalente al 3% del Producto Interno Bruto global; con aproximadamente un 10% de los gastos militares se podría garantizar el acceso a los servicios básicos de la población mundial.
¿Cuál es la explicación de que esto ocurra? Todos estos años el mundo ha vivido bajo el dominio y aplicación de las recetas neoliberales y el impulso de la globalización imperialista. Allí está la respuesta. Los países han sido obligados a limitar los presupuestos destinados para los ámbitos sociales; se han llevado adelante procesos de privatización de las empresas estatales y de los servicios básicos, con el consiguiente proceso de desnacionalización de esas economías y el incremento de la inaccesibilidad de los sectores más empobrecidos a estos; han avanzado las fusiones y megafusiones de empresas, entre otros aspectos, que no pueden dar otro fruto que el empobrecimiento de los pueblos y la mayor concentración de la riqueza en pocas manos.
El cumplimiento de los objetivos de planteados por la ONU, y la solución total de los graves problemas que afectan a los pueblos, no solo requiere de más años, o incrementar los flujos anuales que los países desarrollados destinan como ayuda oficial para el desarrollo y, reorientar los gastos presupuestarios en cada uno de los países, poniendo atención al sector social; mientras esté presente la dependencia extranjera y las causas que originan la inequidad social no se eliminen, ese tipo de proyectos mundiales no dejarán de ser simples quimeras… y los pueblos buscan realidades.
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