La formación independentista calificó de "decisión y aportación de enorme importancia política" la declaración del alto el fuego permanente que la organización armada Euskadi ta askatasuna comunicó hace pocos días.
"Llegamos a este momento político, a esta gran oportunidad política, porque miles de personas de Euskal Herria han persistido en su lucha y compromiso por nuestros derechos como pueblo, por el reconocimiento, en definitiva, de los derechos que asisten a Euskal Herria como nación", dijo el dirigente de Batasuna, Fernando Barrena.
Si Batasuna saludó la determinación adoptada por la organización armada vasca en clave de "aportación", la formación independentista conminó acto seguido a los gobiernos español y francés para que "abran una nueva etapa política".
“El Gobierno del PSOE y el Gobierno de UMP (de Francia) tienen la oportunidad de poder aportar a un escenario de soluciones democráticas, y como consecuencia deben desactivar todas las medidas represivas y de condicionamiento de la actividad política”. Batasuna señaló que son los gobiernos español y francés quienes deben hacer ahora su aportación al desarrollo de un proceso democrático, “a la puesta en marcha de un proceso de diálogo y negociación política bajo la referencia clave de respeto a la palabra de la ciudadanía vasca”.
En el camino de la conformación de un proceso democrático, Batasuna definió como “de gran importancia” que los partidos políticos, sindicatos y agentes sociales del país “asuman su responsabilidad para crear las condiciones y los impulsos para un proceso democrático en Euskal Herria”.
La movilización, fundamental
Al hilo de la posible apertura de un proceso de diálogo y negociación política, Batasuna señaló que “la constitución con anclajes sólidos de la Mesa para la Resolución, sin exclusión territorial o ideológica alguna, es la referencia ineludible para el conjunto de agentes políticos del país”.
“Queremos subrayar que el pueblo vasco es el auténtico destinatario de esta iniciativa, y es la sociedad vasca la que debe liderar un proceso de negociación que defina un acuerdo sobre la territorialidad y el derecho de autodeterminación”, claves a juicio de Batasuna para la superación en parámetros democráticos del conflicto.
Frente a este objetivo, Batasuna subrayó la necesidad de la movilización social y anunció manifestaciones multitudinarias de aquí en más. “Es fundamental que la sociedad vasca salga a la calle” para exigir el arranque de un proceso de soluciones".
Como complemento a todo ello, Batasuna afirmó que “la importancia del momento político nos sitúa a todos y a todas directamente ante nuestras propias responsabilidades” y constató que la formación independentista reitera su compromiso con Euskal Herria y con “la búsqueda de un escenario democrático basado en el respeto a la voluntad mayoritaria del pueblo vasco”.
Todo irá mejor
Estamos de suerte. Algunos dirán que, gracias a su insistencia, los malos de “la” ETA han declarado un alto el fuego, pero es más probable con perdón que ETA haya elegido un momento adecuado para avanzar en sus objetivos. Cuarenta años con las mismas alforjas, hace suponer esto último.
En cualquier caso, para todos es buena noticia. Para los que sólo les molesta el ruido caliente de las bombas; para los que nos estremece mucho más la fría violencia del sistema, y también para los que dicen que ni lo uno ni lo otro, pero que hablan cien veces más de lo uno que de lo otro. Todos dicen albricias y anuncian cambios futuros. Yo espero algunos:
El Estado anunciará de inmediato su tregua, y dejará de usar la ley como un chicle; en las comisarías no habrá ya más bolsas que las de pipas, y en las cárceles pondrá a los presos más cerca de la puerta.
Las asociaciones de víctimas (del “terrorismo”) harán ruido sabedores que es en la piñata final donde más caramelos repartirán para comprar silencios. Ya sabemos que nada sustituye los seres queridos, pero las lágrimas se vierten mejor en recipientes de oro. Los herederos del torturador policial Manzanas brindarán por su abuelo. Las verdaderas víctimas, si son gente honrada, se alegrarán de que nadie vuelva a sufrir como sufrieron ellos.
El Partido Nacionalista Vasco (PNV) agradecerá a “la” ETA todas las castañas recogidas y merendadas en solitario durante tantos años; reconocerá lo fácil que adquirió competencias a cuenta de un “problema vasco” que sufrieron otros, y se mostrará dispuesto a dejar paso a nuevas gobiernos que oxigenen sus endogámicas instituciones. La Ertzaintza (policía vasca), preñada de soberbia, será purgada, desaparecerán sus embozos, lucirán sus txapelas (boinas) y siniestros personajes como Atutxa y Balaza (dirigentes del PNV) serán borrados hasta de la guía de teléfonos.
Izquierda Unida reconocerá que si se torturó durante tantos años y a tanta gente, y si se llamó “Estado de Derecho” a esta farsa, fue por su silencio letal, pues sin su consenso no hubiera sido posible. Pedirá perdón por su tibieza y afán de medro. Y en Navarra abandonarán las tesis de Del Burgo, y aprenderán de sus abuelos del Frente Popular que un Estatuto sin las cuatro provincias es pasto de la derechona.
Elkarri (organización que dice ser pacifista) y Lokarri se convertirán en Hilarri y descansarán en paz después de tantos esfuerzos baldíos. No se puede servir por igual a Dios y al Diablo, sobre todo cuando las mercedes vienen de Dios. Aquella campaña unidireccional en favor de las víctimas de ETA dejó en el camino a miles de víctimas que sólo pedían un poco de equidad. Sin intermediarios, el mercado de las ideas también funcionará mejor.
En la tregua vamos a ver a ELA (central sindical del PNV) demostrar su mayoría sindical en pro de la patria. Con ETA en silencio, sonará su tronadora voz como nunca la hemos oído y, amén de engordar, se preocupará también de hacer músculo abertzale, fuerza de choque independentista. “El día que callen las armas haremos noseloqué”, solían decir. Temblad españoles: la hora ha llegado.
Eusko Alkartasuna (formación nacionalista moderada escindida del PNV) deshojará al fin su margarita: O vuelve con su ex-marido, que la maltrata pero la colma de prebendas, o se va con los cazadores de estrellas a cruzar el desierto hacia la libertad. Ahora ya no tiene excusa alguna para sus recatos morales: puede acostarse con su amante independentista. ¿Podrán vivir lejos de los pesebres? Algunas sí. Otras volverán, sumisas, al cómodo lecho marital.
Es la hora de Aralar (minúscula formación escindida de Batasuna). Calladas las armas, temblará el Parlamento. No teniendo ya paisanos a quien incordiar con peticiones de tregua y condenas de violencia, ya sólo tendrán una violencia que denunciar. Demostrarán a los jóvenes que toda kale borroka (lucha callejera) se puede hacer desde el escaño. Los veremos patalear, ser sacados a rastras por clamar contra la injusticia. Pero sobre todo, replantearse montajes como Nafarroa Bai, hechos a la sombra de la Ley de Partidos. En cualquier caso, alguno deberá retomar la idea de abrir un kiosko. La hora del desempleo ha llegado.
Aunque parezca lo contrario, la izquierda abertzale, es la que peor panorama tiene. Parte con treinta y una de mano, pero puede perder la partida si confunde su actividad con la de ETA. A mayor radicalismo armado correspondía mayor ternura política, de la misma manera que al cese de las armas corresponde mayor dureza dialéctica. Y muchas veces se ha obrado al revés. La mejor manera de evitar que ETA vuelva a la lucha armada es demostrar que hay otras vías de lucha que la sustituyen: la pasión militante, la resistencia civil, la lucha popular en todas sus formas, la imaginación insurgente, la entrega desinteresada a la construcción nacional y al cambio social. Si la izquierda abertzale con su lucha es capaz de cubrir el enorme hueco activista que deja ETA y consigue contagiar a lo mejor de otras fuerzas políticas, probablemente las nuevas generaciones de vascos no se sentirán compelidas a tomar las armas.
De los demás espero poca cosa. Si este país tiene futuro, la izquierda abertzale será la clave. Sonó la hora. ETA ha dicho alto el fuego. Los demás, a lo nuestro: jo ta ke, irabazi arte (expresión vasca similar a nuestro “luchar hasta vencer”).
José Mari Esparza Zabalegi (Director de la Editorial vasca Txalaparta).
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