En su discurso anual sobre el estado de la nación, el 10 de mayo de 2006, el presidente ruso Vladimir Putin enfatizó en los esfuerzos que se llevan a cabo para el regreso a la convertibilidad del rublo, lo que debería alcanzarse el 1º de julio de 2006, es decir, seis meses antes de la fecha prevista. Se trata de un objetivo fundamental para el restablecimiento de la soberanía económica rusa, la cual salió muy mal parada del período Yeltsin.
Para fortalecer el papel del rublo en las transacciones internacionales, es conveniente, lógicamente, provocar la demanda. Vladimir Putin siguió por lo tanto los pasos de Irán, que acaba de abrir su propia plaza de intercambio petrolero basada en el euro, declarando que Rusia debía tener una bolsa similar, en su caso basada en el rublo: «El rublo debe convertirse en una divisa de mayor uso en las transacciones internacionales. Con este objetivo, se hace necesario crear una plaza bursátil en Rusia para el comercio del petróleo, del gas y de otros productos básicos que serían facturados en rublos, declaró durante su discurso.
Como mostramos recientemente en estas columnas, numerosos países exportadores de recursos energéticos consideran apartarse del sistema de intercambio petrolero en dólares, el cual consideran obsoleto y contrario a sus intereses comerciales, especialmente los regionales.
Con más del 15% de las exportaciones mundiales de petróleo y el 25% de las de gas natural, Rusia tiene razones para fortalecer su moneda nacional. Si a ello se añade Irán (5,8% del petróleo en el mercado) y Venezuela (5,4%), que también han anunciado su ruptura con respecto a las plazas de intercambio anglosajonas, no hay dudas de que el sistema de los petrodólares vive sus últimos días.
Tras el desmantelamiento de la Unión Soviética, la brutal devaluación del rublo permitió a intereses extranjeros tomar el control de buena parte de los recursos naturales rusos a menor costo para luego obtener beneficios record, mientras era estable el valor de estos recursos en los mercados internacionales. La principal consecuencia de este saqueo fue una enorme disminución del nivel de vida medio y de la esperanza de vida de los rusos.
Así, Rusia no sólo ha retomado hoy el control de sus recursos, sino que igualmente pretende fortalecer el valor del rublo. Aunque no sea del agrado de Dick Cheney, esto es más legítimo que el hecho de que el dólar se beneficie ampliamente de los intercambios petroleros cuando Estados Unidos desde hace tiempo no exporta petróleo.
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