En el sector agroalimentario mexicano está a punto de detonar un conflicto social porque las políticas públicas aplicadas a este ramo sólo han beneficiado a los grandes productores y a empresas transnacionales, que encontraron en nuestro mercado un jugoso negocio.

De acuerdo con las académicas del Instituto de Investigaciones Económicas (Iiec) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Argelia Salinas y Patricia Sosa, el sexenio de Vicente Fox deja al campo mexicano en una fase de estancamiento de la producción.

Argelia Salinas, adscrita a la Unidad de Investigación de Economía Agrícola del Iiec, advierte que las lamentables consecuencias son emigración, pobreza, explotación de los recursos naturales e insuficiencia alimentaria para los más de 100 millones de habitantes del territorio nacional.

“El campo mexicano se encuentra en una situación de estancamiento ya que no ha tenido el auge que se prometió a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Es consecuencia de una política de entrega que se planteó desde los ochenta, y que Vicente Fox ha consolidado bajo el pretexto de tener ‘condiciones ventajosas’ para sus habitantes”, dice la especialista.

Y es que lejos cumplir con las ofertas de desarrollo y bienestar que se ofrecieron desde 1994, se han desperdiciado los medios para producir alimentos y abastecer a la población. “En el campo no contamos con dos recursos fundamentales: la fuerza de trabajo porque está emigrando a Estados Unidos, y los recursos naturales que desgraciadamente se están entregando bajo pretexto de desarrollo tecnológico y apertura mundial”, apunta.

Desde esa perspectiva, dice la investigadora de la UNAM, el sector agroalimentario del país está llegando a una fase de crisis que puede detonar. “Existen millones de campesinos que no tienen condiciones para producir, estas son de carácter financiero y de apoyo al campo”.

Los resultados del Segundo Conteo de Población y Vivienda que llevó a cabo el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) arrojaron que hasta finales del 2005 la población de nuestro país era de 103 millones 263 mil 388 personas. Pero se estima que emigraron en busca de nuevas oportunidades de trabajo 400 mil mexicanos por año; es decir, aproximadamente 2.4 millones de habitantes.

En el reporte oficial, anunciado por el presidente de la Institución, Gilberto Calvillo Vives, también se anunció que el mayor déficit de hombres se registra en Guanajuato, con 90.8 varones por cada 100 mujeres; Michoacán con 91.3, Oaxaca con 91.4, el Distrito Federal con 91.7, Hidalgo con 92.2, Zacatecas con 93.1 y Jalisco con 94.4., estados que han sido reconocidos como expulsores de mano de obra.

El estudio La población mexicana en Estados Unidos –elaborado por Rafael López Vega, del Consejo Nacional de Población, en junio de 2003– coincide con los datos del INEGI y señala que “el flujo neto de emigrantes en los últimos tres decenios se ha incrementado sustancialmente, pasando de 1.2 a 3 millones de personas”. En los 90, se trasladaron al país vecino 300 mil mexicanos anualmente, mientras que en la actualidad se calcula que el promedio asciende a 390 mil.

Competitividad

Uno de los problemas por los que atraviesa la mayoría pequeños y medianos productores es que el mercado nacional e internacional exige normas de calidad, competitividad e inversión en el sector, elementos con los que no cuentan nuestros campesinos, dice la investigadora de la UNAM Patricia Sosa.

“El enfoque con el que se ha visto al campo es muy simplista. Se ha dicho que a partir del crecimiento de aquellos campesinos que sean capaces de ser productivos y competitivos va a haber un impulso general para todo el sector. La producción de alimentos en México es muy compleja. Hay una gran diversidad de productores y cada uno está jugando un papel diferente en la economía”, dice la especialista en economía agrícola.

Añade que los encargados de realizar las políticas del sector se limitan a estudiar sólo el “equilibrio macroeconómico” que se ha logrado; sin embargo, “es un equilibrio endeble que no se va a poder sostener a largo plazo porque no se han tomado las medidas necesarias, como invertir para desarrollar el mercado interno”.

Patricia Sosa apunta que “se analiza el sector desde la perspectiva de su participación en el Producto Interno Bruto (PIB) –que según el penúltimo informe de gobierno del presidente Fox alcanzó tan sólo el 4 por ciento–, y como es decreciente, los funcionarios piensan que su importancia es la misma”.

La investigadora de la UNAM critica que en la política foxista se hable de “ganadores y perdedores”. Que lo beneficios que tienen los primeros sirva para justificar su política. Mientras, “hay perdedores porque no sólo se han desaprovechado las posibilidades reales de la economía campesina y del desarrollo local, sino que han destruido la posibilidad de un desarrollo interno”.

El campo de los años 50 significó la palanca del desarrollo, pero desde ese periodo lo único que ha ocurrido es que se le han extraído riquezas incalculables que lo han llevado al agotamiento y al deterioro.

“Todo aquello que se extrae no se recupera, no se fortalece, no hay un programa de enriquecimiento de los suelos, cuando las autoridades saben que la mayor parte de los suelos son áridos y que aquellos que reciben irrigación están muy contaminados por el uso excesivo de agroquímicos”, dice Patricia Sosa.

Para Argelia Salinas, del Iiec, otro obstáculo es la competencia externa, ya que no se cuenta con condiciones para enfrentarla. “No estamos destinando recursos ni apoyos directos a la producción, sino infraestructura, carreteras, caminos que son muy deficientes en este país. Pero eso responde a que el sector de la agricultura mexicana es totalmente empresarial”.

Importaciones

Los productores mexicanos también se enfrentan a la introducción de las mercancías de nuestros socios comerciales a territorio nacional. Tenemos cifras negativas en el reglón de crecimiento agrícola. La baja producción en granos básicos, como arroz, trigo, frijol y oleaginosas, indican que dependemos cada vez más de las importaciones.

El reporte: El TLCAN a los 11, del 2005, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, señala que el volumen de las exportaciones de maíz de aquel país a México creció de 5 millones de toneladas en 1993 hasta 7.5 millones de toneladas en el último año.

Antes de que entrara en vigor el TLCAN, las exportaciones agrícolas de Estados Unidos a México pasaron de 3 mil 476 millones de dólares, entre 1991 y 1993, a 7 mil 516 millones de dólares en el último mes del año pasado; es decir se incrementó en más del 100 por ciento, dice el informe estadounidense.

En el quinto informe de gobierno de Vicente Fox se dio cuenta de la asignación de Cupos de Importación de los Principales Productos Agropecuarios, que fue de 3 mil 462 millones de toneladas de maíz amarillo, el frijol ascendió a 71 mil 288 toneladas y la leche en polvo con 115 mil 248 toneladas.

Esta situación, dice Argelia Salinas, indica que las importaciones han provocado desempleo en el medio rural y desestabilización en las cadenas alimentarias. “Esto muestra un desdén muy notorio, sobre todo hacia los sectores más empobrecidos, los que menos apoyos tienen del campo, a ellos se les adjudica el no ser competitivos”, dice.

“El plan nacional de gobierno se centra en que hay que ser competitivos. Con esto estamos considerando a los productores de medianos y altos ingresos porque no lo pueden hacer los campesinos, pequeños productores y ejidatarios. De nada sirve que existan varios programas si en la práctica van a favorecer al sector agroindustrial”, añade Patricia Sosa.

En el gobierno de Vicente Fox “toda la cadena alimentaria se ha dejado a los vaivenes del mercado y el panorama es difícil porque la producción agrícola es un problema muy complejo, no sólo es la gran diferencia entre la capacidad productiva, de recursos sino también de acceso a los créditos”, coinciden las especialistas en economía agrícola.

Informe infructuoso

Al cierre de esta edición, los preparativos para que el presidente Vicente Fox rindiera su último informe de gobierno se coordinaban en un ambiente de inestabilidad e irritación social.

No obstante, los integrantes del gabinete presidencial parecían ser optimistas y aseguraban que el primer mandatario había conseguido logros no alcanzados en administraciones anteriores.

Francisco Mayorga, secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), aseguró que en las cuentas que entregará el presidente se encuentra “un campo en paz y activo.”

“El sexto informe de gobierno del presidente Vicente Fox no debe referirse sólo al último año de su gobierno, sino recapitular todos los logros importantes, entre los que se encuentra el tener un campo en paz y activo. Se deja un campo con una presencia muy importante en los mercados internacionales, así como un respeto sincero y profundo hacia las organizaciones de productores.”

El encargado de la política agropecuaria aseguró con respecto al tema del empleo que en este último año hay “un evidente dinamismo económico, empleo, una mayor liquidez en el sistema monetario y financiero y mayor poder adquisitivo de la gente, y agregó que durante estos seis años el crecimiento del país ha sido modesto pero sostenido en el sector rural”, pero reconoció que no hay garantía de que su desarrollo continúe en avance.

Federico Ovalle Vaquera, líder de la Central Independiente de Organizaciones Indígenas y Campesinas (CIOAC) coincide con las investigadoras de la UNAM y agrega que hay “una terrible decepción de los productores y de las organizaciones, respecto a los cambios que esperábamos de un gobierno diferente al que tradicionalmente había gobernado.

“Vicente Fox siguió con los mismos instrumentos de política económica, la misma orientación y exclusión en la aplicación de los programas. No se modificó la estructura productiva y tenemos como consecuencia la pobreza, que es el problema principal del medio rural”, señala.

“Hay una crisis que no logró superarse en todas las ramas de la actividad agropecuaria, por lo que podríamos hablar de una crisis nacional insuperada, falta de rentabilidad en todos los cultivos y productos agrícolas y pecuarios, lo cual ha sido sustituido con las importaciones”.

Ovalle Vaquera critica la falta de operación política del gobierno foxista, “dispersión en sus acciones, falta de coordinación, de experiencia y hasta incapacidad para poner en práctica medidas de política económica que pudieran atemperar la situación en el campo”.

Este es parte del “drama” que envuelve al medio rural, con un alto índice de marginación, y que coloca al 90 por ciento de su población en situación de miseria (calculada en más de 23 millones de mexicanos). Entonces, concluye el líder agrario, “dónde quedó el gran negocio del campo que nos prometió Fox”.

Año IV No. 44 Septiembre 2006