Dirigentes de la clase trabajadora reconocen que el movimiento sindical atraviesa por una severa crisis, y las conquistas laborales plasmadas en la Constitución son avasalladas por el sistema neoliberal que administra la economía mexicana.
Con un gremio dividido, sin proyecto de clase y en vías de perder las conquistas laborales de 1917, el sindicalismo mexicano atraviesa por un estado de deterioro. Mientras, la clase trabajadora se debate entre el desempleo y el empleo precario.
Dirigentes sindicales del país aseguran que el sector productivo permanece fraccionado en organizaciones “vanguardistas y democráticas” y “corporativas, corruptas y ligadas estrechamente a las cúpulas de poder”, que no permiten una transformación de fondo en la política laboral.
Martín Esparza Flores, secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y representante del Frente Sindical Mexicano (FSM), acepta que hay una crisis en el movimiento obrero, causada por las posiciones divergentes de los dirigentes. “Esto demuestra que no habrá cambios que nos lleven a un sindicalismo democrático que defienda con todo los derechos de los trabajadores”.
El dirigente de más de 60 mil empleados en activo y jubilados del SME critica la operación de las organizaciones y centrales calificadas como corporativas, ya que éstas –dice– actúan en detrimento de los logros alcanzados por los trabajadores.
“La Confederación de Trabajadores de México y el Congreso del Trabajo (encabezadas por Joaquín Gamboa Pascoe y el líder ferrocarrilero Víctor Flores, respectivamente) han decidido acercarse al presidente para continuar con la elaboración de reformas y programas asistenciales que benefician a los grupos de poder. Así también vemos el trabajo de Elba Esther Gordillo Morales en esta materia".
Tal es el caso de las modificaciones a la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), donde se aumenta la edad de jubilación, contempla la creación de un nuevo sistema de pensiones y constituye una Afore pública (Pensionissste), argumenta.
Agustín Rodríguez Fuentes, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM), coincide con el dirigente de los electricistas y agrega que el gobierno de Felipe Calderón ha priorizado los encuentros con las “organizaciones oficialistas que trabajan a modo del gobierno en turno”.
El líder de más de 30 mil trabajadores académicos y administrativos de la máxima casa de estudios añade que las relaciones que estrechó la administración panista con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), controlado por Gordillo Morales, y la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), que opera Joel Ayala Almeida, fue en perjuicio de los sindicatos independientes.
“Estos acercamientos demuestran cómo el gobierno sigue actuando de manera sesgada y minimiza la presencia del sindicalismo democrático e independiente. Está muy claro que la concertación de la Ley del ISSSTE se hizo con ellos. Violaron nuestras garantías mínimas, referentes al derecho de audiencia. Jamás fuimos escuchados a pesar de que insistimos manifestar nuestras propuestas.”
Divisionismo e independencia
Elías Aguilar Bernardino, secretario general de la Universidad Obrera de México (UOM), lamenta que el movimiento obrero esté dividido. Sin embargo, optimista, señala que todavía hay fuerza en el sindicalismo no alineado a las ordenanzas de los empresarios ni del gobierno para llevar a cabo reformas a favor de sus agremiados.
“Todos sabemos que el sindicalismo independiente es el más fuerte, y pese a que ha perdido posiciones, mantiene su influencia en el 80 por ciento de los trabajadores organizados y el porcentaje restante pertenece a los sindicatos de protección”, dice.
Aguilar Bernardino explica que las principales fuerzas del movimiento trabajador recaen en la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y el Frente Sindical Mexicano (FSM). A ellas se suman algunas agrupaciones que han perdido fuerza, pero que tratan de dar una respuesta a la política laboral impuesta por el gobierno de Felipe Calderón.
“Cada agrupación tiene sus posiciones ideológicas y políticas muy claras. En el caso de la UNT intentan ser interlocutores directos con el gobierno y si éste les da un pequeño espacio lo aprovechan con la idea de que pueden avanzar en sus propuestas, pero hasta donde sabemos el trato es muy limitado. Lamentablemente son liderazgos que no tienen una posición de clase firme para impulsar otra política.
“En el FSM se intentan llevar acciones más contundentes; sin embargo, no han podido imponerse ante el Estado, aunque impulsan una política de rechazo a las privatizaciones y a las reformas como del ISSSTE”, expone el académico de la UOM, encargada de contribuir a la formación clasista de los trabajadores independientemente a la central sindical a la que pertenezcan.
Aguilar Bernardino arremete en su análisis contra dos de los dirigentes sindicales: Elba Esther Gordillo y Víctor Flores, pues dice que “son piezas clave para el control de gremios muy importantes y, en el caso del magisterio, Elba Esther le permite al gobierno tener un interlocutor válido para impulsar sus políticas”.
El presidente de la Comisión del Trabajo y Previsión Social en la Cámara de Diputados, el panista Tomás del Toro del Villar, admite la crisis por la que atraviesa el gremio. No obstante, es optimista al decir que “la clase trabajadora han sido grupos bien organizados, vivos, dinámicos y activos”.
“Indiscutiblemente es sobre quienes se ha respaldado la recuperación de México. Cada vez que tenemos una crisis los primeros en entrar al rescate somos los trabajadores y nuestras representaciones sindicales y empleadores”, dice el también secretario general del Sindicato Independencia de Aviación.
Para el dirigente de 6 mil trabajadores de tierra de la aviación, las organizaciones se clasifican en “vanguardistas, auténticas, dinámicas, con visión de futuro y con una legitimidad en su representación, pero hay otras de membrete, ilegítimas, de corrupción y que con su dinámica auyentan las posibilidades de inversión”.
Tomás del Toro señala que en las primeras, la evolución de los procesos de trabajo (como las fórmulas de productividad y competitividad) se dan siempre que exista esa plataforma de confianza. Mientras que en las segundas, simplemente hay un rezago y garantía de represión a cambio de dividendos.
“En términos generales podemos hablar de sindicatos de protección, corrupción, de empleadores y organizaciones que se prestan a la acumulación. Éstas son precisamente parte fundamental del rezago y la ausencia dinámica productiva que podemos tener”.
Sindicalismo y globalización
Para los dirigentes sindicales, los logros de la lucha sindical quedan al margen de una economía neoliberal. Poco a poco se reforman y privatizan los sistemas de pensiones, no se respetan las jornadas de trabajo de ocho horas y el ajuste al salario mínimo no alcanza para que los asalariados tengan, como señala el artículo tercero de la Ley Federal del Trabajo, “las condiciones que aseguren la vida, la salud y nivel económico decoroso para el trabajador y su familia”.
El presidente de la Comisión del Trabajo en la Cámara de Diputados dice que “la dinámica laboral, consecuencia de la globalización, nos lleva a sufrir abusos porque tenemos un rezago en materia de legislación laboral. No estamos compitiendo con la fábrica de enfrente sino con el resto del mundo.
“La tendencia mundial es propiamente de emplear y aprovechar al máximo las maquiladoras, aparecen los sistemas de outsurcing que si no contamos con una regulación adecuada y rigurosa, definitivamente van a haber simulaciones, van a incumplir y explotar al trabajador”, dice.
Apegado a su afiliación política, el legislador panista contrasta con los otros líderes sindicales y dice que “en materia laboral el equipo de Felipe Calderón nos permite pensar en una gradual evolución. Estoy seguro que la dinámica del país está perfectamente ubicada en los tiempos que estamos viviendo”.
Martín Esparza Flores advierte que desde la administración de Vicente Fox se ofreció la generación de un millón y medio de empleos por año y nunca llegaron, únicamente hubo 600 mil empleos formales en todo el sexenio.
“Observamos que en las dependencias públicas hay una constante: la falta de presupuesto para mejorar la atención y el servicio de lo que cada institución hace, lo que implica la carencia de empleos”.
Además, las políticas públicas con las que nos gobiernan atentan contra los derechos establecidos en la Ley del Trabajo, como la jornada de ocho horas acentuada en la primera lucha sindical, hace más de 100 años. “De cumplirse con este compromiso se podrían ocupar más trabajadores en el país”.
Ejemplo de ello es la explotación que hay en las maquiladoras instaladas, principalmente, en la franja fronteriza al norte del país. “Hay jornadas hasta de 12 o más horas y operan sin las condiciones que establece la propia ley, como es el contrato individual y el derecho de antigüedad. Hay un deterioro de las condiciones de los trabajadores”, explica.
El salario mínimo es otro de los problemas a los que se enfrenta la clase trabajadora. Año con año el incremento de este derecho es precario y “no alcanza para cubrir los gastos de alimentación, calzado, vestido, esparcimiento y acceso a los productos de la canasta básica, es decir, no alcanza para llevar una vida digna”, recrimina Esparza Flores.
Estadísticas de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social revelan los magros alcances que ha tenido el sector laboral, respecto a las revisiones salariales y contractuales a nivel nacional, de 2000 al primer mes de 2007.
Y es que de acuerdo con los indicadores oficiales, en 2000 hubo un incremento salarial del 12.8 por ciento, que cayó gradualmente año con año hasta llegar a un incremento de tan sólo el 4.5 por ciento, registrado en enero de este año.
“Los trabajadores somos los que generamos la riqueza del país. Cada año, y desde hace más de 20 años, el Producto Interno Bruto va en aumento, no así el salario. El dato más alto registrado es de 1994, ya que de cada peso que generábamos se destinaban 35 centavos a los salarios, pero a la fecha de cada peso obtenemos 25 centavos.
“Además, el número de empleados que se contratan tiende a la baja y genera condiciones difíciles para el movimiento obrero. Lo más grave de este proceso es que los únicos que aportan para poder mejorar las finanzas de las instituciones y del país somos los trabajadores y ahora nos quieren quitar las conquistas que hemos tenido los sindicatos”, concluye.
Fuente: Revista Contralínea
Publicado: Mayo 2a quincena de 2007
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