En una década, el presupuesto del “servicio federal de inteligencia civil de México” se incrementó en casi 500 por ciento, revela un “comparativo” elaborado por la propia oficina dependiente de la Segob. La mayoría de los recursos se gastan en los “servicios personales” de los empleados del Centro, el cual, según especialistas, mantiene el acoso contra disidentes y, desde la llegada del PAN a la Presidencia, se ha subordinado a la agenda de riesgos estadounidense
Durante 1996 el presupuesto ejercido por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) fue de 239 millones 113 mil 900 pesos. En el primer año de Felipe Calderón, la misma oficina erogará, al menos, mil 114 millones 398 mil 723 pesos, es decir, 466 por ciento más.
Sin embargo, el último año de gobierno de Vicente Fox –marcado por la disputa por la Presidencia de la República y la efervescencia de movimientos sociales como la APPO y La Otra Campaña– ha sido el más oneroso para pagar “el servicio de inteligencia civil y contrainteligencia para la seguridad nacional de México”. El gasto del Centro fue de mil 427 millones 615 mil 527 pesos, es decir, 497 por ciento más de lo que se erogaba en 1996.
El documento “Comparativo del presupuesto asignado”, elaborado por el Cisen y obtenido por Contralínea a través de la Ley Federal de Acceso a la Información, desglosa, de 1996 a 2006, el gasto por los capítulos 1000 (“servicios personales”); 4320 (“creación de plazas”); 4302 (“adquisición de materiales y suministros”); 4303 (“contratación de servicios”); 4304 (“adquisición de bienes muebles”); 4305 (“adquisición de bienes inmuebles”); 4306 (“apoyo de obras públicas”), y 4310 (“gastos de seguridad pública y nacional”).
Sin abundar en el gasto de cada capítulo, el Comparativo da cuenta de una partida en 2006 por 80 millones 800 mil pesos para la creación de plazas. En ningún otro año, comprendido en la relación, se habían destinado recursos para nuevos empleos en el Centro. Además, también erogó 160 millones 840 mil 387 pesos en la contratación de servicios.
En el mismo año, el Cisen adquirió materiales y suministros por 19 millones 595 mil 280 pesos. Y, como en todos los ejercicios, el gasto mayor fue por el pago de servicios personales. En este caso fue de mil 153 millones 113 mil 635 pesos, el 80.77 por ciento del total del presupuesto asignado.
Apenas un año antes, en 2005, el total de los recursos erogados por el Centro había sido de 879 millones 766 mil 865 pesos, es decir, 547 millones 848 mil 662 pesos menos que en 2006. Tan sólo en un año, la partida presupuestal para el Cisen se incrementó en 62.27 por ciento.
El gasto en la oficina desconcentrada de la Secretaría de Gobernación (Segob) se acrecentó abruptamente desde 2000, cuando tuvieron lugar las elecciones presidenciales que echaron de los Pinos al Partido Revolucionario Institucional y colocaron en la titularidad del Poder Ejecutivo al primer gobierno emanado del Partido Acción Nacional. El gasto total del Cisen en ese año fue de 954 millones 269 mil 350 pesos. Un año antes, 1999, el Centro había dispuesto de 665 millones 770 mil 304 pesos.
Desde diciembre de 2000, cuando tomó posesión Vicente Fox Quesada como presidente de México, y hasta septiembre de 2005, el Cisen estuvo encabezado por Eduardo Medina-Mora Icaza, quien ahora ocupa el puesto de procurador General de la República y cuyo hermano, Manuel Medina-Mora era presidente de la Asociación de Bancos en México y hasta la fecha director general del Grupo Financiero Banamex y presidente y CEO de Citigroup América Latina.
En el primer año del foxismo, el gasto en la operación del aparato de inteligencia superó la barrera de los mil millones de pesos: se erogaron mil 157 millones 790 mil 756 pesos.
El gasto total ejercido por el Cisen durante el gobierno de Vicente Fox (ejercicios fiscales de 2001 a 2006) ascendió a 6 mil 487 millones 197 mil 974 pesos. En promedio, el foxismo destinó al Centro anualmente mil 81 millones de pesos.
Durante el sexenio pasado, el organismo erogó 331 millones 914 mil 190 pesos en la “adquisición de materiales y suministros”; por concepto de “adquisición de bienes inmuebles”, un millón 52 mil 227, y por bienes muebles, 183 millones 729 mil 25 pesos. Además, 12 millones 549 mil 743 en “apoyo de obras públicas” y 87 millones 707 mil 799 pesos en “gastos de seguridad pública y nacional”.
El gasto más oneroso corresponde a los “servicios personales” de los empleados del Centro. A lo largo del gobierno foxista se erogaron 5 mil 200 millones 452 mil 901 pesos en sueldos, prestaciones, reconocimientos, recompensas, compensaciones y, entre otros, “estímulos monetarios” de los funcionarios y trabajadores del Cisen.
El presupuesto ejercido durante 2006 por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán fue de 993 millones 751 mil 570 pesos, es decir, 433 millones 863 mil 957 pesos menos que el ejercido por el organismo de inteligencia. Además, los municipios más pobres del país, ubicados en La Montaña de Guerrero, Cochoapa el Grande y Metlatónoc, recibieron durante ese mismo año 27 millones de pesos cada uno, el 1.89 por ciento de lo destinado al Cisen.
En 10 años, el presupuesto anual del Centro se incrementó en mil 188 millones 501 mil 627 pesos.
El doctor en Sociología y especialista en Seguridad Nacional Guillermo Garduño lamenta que la principal erogación del Cisen sean los servicios personales y la contratación de servicios.
“Eso es una fuga millonaria y en beneficio de unos cuantos; pero no en el mejoramiento de un sistema de seguridad nacional. Si la distribución del gasto no es en inversión, pues definitivamente lo que estamos haciendo es botando el dinero a la basura, o peor aún: estamos yendo contra nuestro propio interés.”
El académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), plantel Iztapalapa, reprueba que se estén pagando en asesorías, “cantidades multimillonarias a empresas privadas”. Garduño explica que “eso implica un riesgo enorme porque en las asesorías son elementos del sector privado los que están manejando información clasificada, que pueden terminar por utilizar esa información en su beneficio. Eso constituye un riesgo mayúsculo. Es algo mortal para el país porque podría llevarnos a una fuga de información impresionante”.
Por su parte, José Luis Piñeyro, maestro en Sociología por la Universidad de Roma y también especialista en Seguridad Nacional, considera que “al gastarse casi todo en servicios personales, lo más probable es que el Cisen haya reforzado su presencia a nivel nacional; podemos inferir que el Centro reforzó sus delegaciones estatales”.
A decir del también investigador de la UAM, plantel Azacapotzalco, el incremento en el presupuesto del Cisen se debe a “la permanente y creciente conflictividad social y política en el país; y a que el enfoque del Centro, en materia de seguridad nacional, es mantener el control interno de la oposición política y de la población en general”.
Los académicos universitarios, quienes han sido profesores de empleados del Centro, lamentan que el Cisen mantenga “una visión de la Seguridad Nacional que ya se creía superada” y reprueban que se haya incorporado a la Agenda Nacional de Riesgos el “terrorismo” y la “facilitación” de las “reformas estructurales”.
Y es que, según la “Nota metodológica para construir agendas de riesgos” –documento que sirve de base al Cisen para elaborar año con año la Agenda Nacional de Riesgos (Contralínea 79)–, las “reformas estructurales” son uno de los cuatro “valores tutelados” que rigen las actividades del Centro. Además, uno de sus objetivos es “facilitar” la imposición de las mismas.
Rotundo, Piñeyro dice: “No es atribución del Centro impulsar las ‘reformas estructurales’. Ni en la Ley de Seguridad Nacional ni en el reglamento del Cisen se le dan estas facultades”.
Guillermo Garduño está de acuerdo en que la “facilitación” de las reformas no debe estar dentro de las actividades del Centro.
“Ese tema es un debate nacional no resuelto. Independientemente de los puntos en los que pueda estar de acuerdo o no con las ‘reformas estructurales’, el debate nacional no ha concluido y no va a concluir en el corto plazo porque están en juego cosas tan importantes como los recursos del subsuelo o las conquistas laborales. Pretender que la aprobación de estas reformas es asunto de seguridad nacional es instalar el pensamiento único, es decir, que quienes están en el poder piensen que tienen la razón, la verdad única, y la impongan.”
Las “reformas estructurales” impulsadas desde los últimos dos sexenios son la energética (privatización de las empresas productoras de combustible, como Petróleos Mexicanos, Luz y Fuerza del Centro y Comisión Federal de Electricidad); hacendaria o fiscal (tendiente a implantar sistemas simplificados de recaudación con tasas bajas e “imposibles de evadir”, como el IVA a medicinas y alimentos) y, entre otras, laboral (que permita el trabajo a destajo y reduzca la obligaciones que los patrones mantienen ante los obreros y el Estado).
Dentro de los temas de Seguridad Nacional, la Nota metodológica considera al “terrorismo”, además de “grupos armados”, “fronteras y migración”, “crimen organizado” y “dinámica demográfica”.
A este respecto, Garduño señala: “el ‘terrorismo’ responde a la agenda estadounidense, responde a las amenazas contra Estados Unidos. Tenemos una línea fronteriza común de más de 3 mil kilómetros y esta frontera es extremadamente porosa, y el interés norteamericano termina predominando sobre el interés nacional”.
Los especialistas se muestran sorprendidos de que la Agenda Nacional de Riesgos no incluya la soberanía alimentaria; la crisis de agua potable; la pobreza extrema; la desigual distribución de la riqueza; la deforestación de 600 mil hectáreas al año; el cambo climático; la relación con Estados Unidos; la probabilidad de una crisis financiera en el corto plazo; las fluctuaciones del precio del petróleo; las epidemias y, entre otros, el impacto de las nuevas tecnologías en la seguridad.
“Nos encontramos con que se le ha dado más dinero al Cisen no para desarrollar un enfoque amplio de lo que es la Seguridad Nacional, sino que es nuevamente restrictivo y orientado hacia el control interno”, concluye José Luis Piñeyro.
¿Y el Ejército?
Además del Cisen, la institución federal encargada de realizar actividades de inteligencia, contrainteligencia y Seguridad Nacional es el Ejército Mexicano. Para ello, cuenta con la Sección Segunda del Estado Mayor de la Defensa Nacional.
Las autoridades castrenses declinaron informar el gasto anual de la Sección Segunda con el argumento de que “el presupuesto que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público autoriza en cada ejercicio fiscal a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), únicamente se encuentra desagregado a nivel de unidad responsable de gasto”.
La Sección Segunda se encuentra dentro de la unidad responsable 111 Jefatura del Estado Mayor de la Sedena, la cual en 2002 erogó 603 millones 670 mil 733 pesos; en 2003, 682 millones 851 mil 613; en 2004, 734 millones 134 mil 820; en 2005, 698 millones 666 mil 949, y en 2006, 740 millones 613 mil 169 pesos.
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