El avance de las sociedades está caracterizado, sin lugar a dudas, por el desarrollo de la ciencia y la tecnología. En este marco contextual, el mundo actual se va configurando por los nuevos retos y desafíos que el hombre debe enfrentar debido a la Revolución del Conocimiento, como un proceso de transición del paradigma de la Revolución Científico - Tecnológica a otro de mayor dinamismo, donde el crecimiento económico y social está condicionado por factores insoslayables como son los avances de la investigación y el progreso de la ciencia y la tecnología.

La Revolución del Conocimiento requiere comprenderla como un proceso transformador inevitable y trascendente de la sociedad que penetra en sus diferentes campos, en donde no está excluido ni lo económico, ni lo artístico, ni lo tecnológico, y donde la educación y la formación del conocimiento adquieren un significado esencial, y con ello la nueva dimensión histórica.

Al presente, la generación del conocimiento y la rapidez con que se produce, obliga no solo a apropiarse de él y acumularlo, sino también a reflexionar sobre la estructura misma de éste como manera más esencial de su construcción y desarrollo, lo que se sustenta en la investigación científica. Es necesaria por lo tanto, la reflexión sobre el proceso de la investigación y la formación de investigadores, interpretándolos desde su esencia epistemológica y metodológica; y asumiendo la transformación social a través de una profunda y consciente construcción científica.

La “sociedad del conocimiento”, como una cualidad de la sociedad, expresa la construcción del conocimiento y la aparición de nuevas tendencias en la gestión y la evaluación de las universidades y los centros de investigación, en la búsqueda de la calidad y la excelencia de estos centros de educación superior; en particular, en cuanto a la formación de investigadores, lo que implica una reconceptualización y especificidad que va desde lo epistemológico hasta su gestión en la praxis profesional.

En la educación superior, como muestra del dominio de la especificidad del conocimiento debe vislumbrar diversas aplicaciones en la cultura social y general, toda vez que es el referente de la educación en el país. Hay la necesidad de incursionar en la construcción del conocimiento; pero para ello es necesario que se trabaje en la formación verdadera de investigadores de “alto nivel académico”, para responder eficientemente a las exigencias que determina la sociedad ecuatoriana.

Además, la institución debe demostrar un humanismo científico que no solo capacite al profesional en su campo específico de la cultura y la ciencia, sino que demuestre éste la amplia capacidad de reflexión crítica y un espíritu investigativo que permitan dar proyección social su la actividad científica, tecnológica y artística de acuerdo con las realidades actuales de su entorno.

En consecuencia, para lograr este cometido, se tienen que desarrollar programas de formación investigativa (Ph.D) que no deben reducirse a la repetición mecánica de determinados conocimientos específicos en el terreno de la metodología. Deben ir más allá y desarrollar, a través de una constante interrelación entre los niveles teóricos y empíricos del conocimiento, las competencias investigativas, dando con ello una respuesta trascendente y consecuente con la actual Revolución del conocimiento.

La formación investigativa de los profesionales en los diversos campos y disciplinas de la cultura y la ciencia, tiene sus raíces en la imperativa necesidad de encontrar soluciones a múltiples problemas que desbordan las posibilidades del ejercicio y la aplicación práctica de los métodos profesionales ya conocidos; y desde allí generar propuestas innovadoras en los ámbitos sociales loclaes e internacionales.

Desde esta perspectiva, la investigación ha dejado de ser patrimonio exclusivo de un pequeño grupo de personas causantes de las desigualdades que se han enquistado en las sociedades, para convertirse en una herramienta de trabajo imprescindible que permita construir el conocimiento científico en medio de una realidad dinámica y en permanente cambio. Sin embargo, a pesar de ser clara la mencionada necesidad de fundamentación investigativa, no es posible encontrar un campo único de análisis que haga factible una comprensión justa y exacta de todo el pensamiento investigativo.

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