El arte y la cultura conllevan una singular importancia: desde sus programas y proyectos se puede incidir en los ciudadanos desde el punto de vista de posición ideológica, social y hasta económica.
Los críticos y curadores existen? La semana pasada, desde la convocatoria del Programa de Posgrado en Arte de la Universidad de Cuenca y la Bienal Internacional de Arte de Cuenca, se planteó este tema para consolidar una serie de presentaciones y conversaciones en torno a varias cuestiones que pueden aclarar sobre la realidad y la utopía del circuito artístico en Ecuador y posiblemente en Latinoamérica.
Sería interesante realizar el mismo ejercicio en otros países. Y es que el arte y la cultura, inscritos como los nuevos y relevantes puntos en la nueva humanística, conllevan una singular importancia, pues desde sus planes, programas y proyectos se puede simplemente incidir en los ciudadanos desde el punto de vista de posición ideológica, social y hasta económica; y en otro sentido, se puede plantear la alienación total a un sistema globalizador – estandarizante, que pretende la unificación total de la cultura, quitando la riqueza de las diferentes identidades de las comunidades del globo.
Por eso, hasta hoy, muchas instituciones y organismos se vienen a dar cuenta de la importancia del quehacer artístico - cultural como modelo de despoje o mantenimiento del statu quo o de avance social. Temas como el cumplimiento de la Curaduría, de la Crítica y de los Circuitos de Arte, fueron cuestionados en un 90% de las ponencias. Y es que para algunos panelistas la Crítica y la Curaduría son incipientes en Ecuador, ya que ningún centro de arte u organismo ligado al mismo emprende una labor organización de gestión acorde con los tiempos y propósitos de la cultura: educar, comunicar y crear nuevos lenguajes.
En todo caso, la asignación principal está dada para la Bienal de Cuenca, sin duda el evento más importante de arte en Ecuador, para que así como ejemplifica con su llamado a los artistas del continente, se permita educar a la gente de la ciudad de Cuenca y el país para que el nivel suba en su categorización tanto hermenéutica, epistémica, axiológica, como semiótica y sociológica.
El arte y la cultura tienen una misión y posición que deben ser aclaradas. Críticos y curadores de arte como Rodolfo Kronfle (Guayaquil) y Adriana Rodríguez (Quito); literatos que escriben de arte y cultura como Cristóbal Zapata; educadores como Eliana Bohorquez; filósofos como Paulo Vélez; profesores universitarios como Hernán Pacurucu y Diego Carrasco; y estudiantes de la Maestría de Arte de la Universidad de Cuenca, entre los que se destacan muchos jóvenes cuencanos, participaron con acierto en la cuestionabilidad del arte en la región.
Sensacional fue no escuchar a los "mismos críticos de siempre", que lo único que hacen es atomizar el pensamiento nuevo que fluye como río torrentoso entre las nuevas generaciones. Por fin, después de más de veinte y cinco años, los viejos moldes y modelos de la franciscana y beata Cuenca ven caer ese status fundamentado en el apellidazgo, el compadrazgo y la posición política.
La era nueva despunta ante nuestros ojos, es necesario participar desde todas las instancias, más aún cuando se prevé la vigencia de un nueva Constitución, en la cual sin duda la Cultura juega un singular papel. ¡Larga vida para el arte y la cultura en Cuenca y en el país!
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