José Chusin, hombre y corazón del pueblo, ha tenido una vertiginosa trayectoria como dirigente sindical: en la actualidad es el presidente nacional de la Federación Ecuatoriana de Trabajadores Municipales, FETRAMU
Hace 50 años, sus padres emigraron de Latacunga hacia Quito. El espejismo disfrazado de esperanza (o viceversa), de buscar mejores oportunidades de trabajo y, por ende, de reunir más centavitos que les permitieran tranquilizar las punzadas dolorosas del hambre (aquellas que no perdonan, que no olvidan), los empujó, con más ilusiones que certezas, a recorrer las calles de la ‘gran’ capital.
En ese proceso de encuentros y desencuentros por hallar una senda digna por la cual transitar la vida, nació José Chusin, hace 38 años.
El pequeño José pronto comprendió que la única senda digna por la cual transitar es interpretar el momento histórico en que uno nace, desde el punto de vista de los pueblos, de millones de personas que sufren largas jornadas de explotación laboral con el único objetivo de calmar aquellas punzadas dolorosas en el estómago; y tratar de revertir la situación, señalando con el dedo a los culpables y cómplices de que la vida se bifurque en dos grandes caminos (el otro camino es transitado por quienes medran de la injusticia social y piensan - y tratan de convencer a los demás - que la pobreza surge por generación espontánea, porque Dios lo quiso así).
José trabajó primero de betunero, luego se dedicó a fabricar ladrillos, después fue albañil, mientras sus padres se ausentaban por varios días, incluso meses, hacia otras ciudades, llamados por nuevos espejismos en forma de sucres. A la falta de educación se sumó la carencia del afecto: aquella fue la niñez de nuestro personaje.
Sin embargo, la voluntad de superación siempre guió a José, como una condición imprescindible para responder los varios ‘¿por qués?’ de la existencia: concluyó su bachillerato y se graduó de técnico en construcciones, en la Universidad Popular.
En esta nueva etapa ingresó a trabajar en el Municipio de Quito, en la empresa de Obras Públicas, en el área de Parques y Jardines, hace 16 años. Fue en esta instancia en que se involucró en el sindicalismo obrero: dirigentes del Sindicato 24 de Mayo encauzaron su natural rebeldía y aprovecharon los redobles revolucionarios de su corazón, para convertirlo en un destacado líder y luchador popular.
Y si de niño hacía ladrillos y edificaba poco a poco los cimientos de su agitada adolescencia; en su juventud, camino a la madurez, fue construyendo de manera vertiginosa una importante trayectoria sindical: José Chusin ha ocupado puestos de dirección en el Sindicato 24 de Mayo, en el Comité de Empresa 15 de Noviembre, en la Federación Unitaria de Organizaciones Sindicales (FUOS – Pichincha) y en la Federación Ecuatoriana de Trabajadores Municipales, FETRAMU, organización en la que fue designado presidente nacional en septiembre de este año.
“Ahora me doy cuenta de cómo transcurrió mi vida y la de millones de personas, tanto o más pobres que yo. Me doy cuenta de la época que me tocó vivir y la que estoy viviendo. Sé que me he forjado como un dirigente revolucionario y tengo plena conciencia que abrazar la causa de la bandera roja es abrazar la causa de la liberación de la clase obrera”, manifiesta José, mientras sus ojos oscuros dibujan la senda roja por la cual escogió transitar: la de la izquierda revolucionaria.
Sin embargo, el destino también es un poco irónico con nuestro personaje: tiene un hijo que acaba de ingresar a primer año de ingeniería en sistemas (su padre ya construyó los ladrillos, a él le toca despuntar con la nueva tecnología); pero… “lo que realmente lamento de mi actividad política, aunque la causa es noble, la más noble de todas, es que se sacrifica mucho a la familia, y eso duele, yo sé cómo duele, pues yo lo viví…”
Ahora, todo el esfuerzo y el tiempo de José están dedicados a convertir a la FETRAMU en el referente nacional de orientación para el movimiento obrero municipal: “por años, los gobiernos locales neoliberales han desconocido los derechos laborales de los trabajadores municipales, pero hoy, como cobra vigencia la libertad de organización, exigimos el respeto a la contratación colectiva, a la seguridad social, a la jubilación, a los fondos de reserva, a una política salarial justa”, expresa Chusin, orgulloso por este nuevo desafío político y sindical; orgulloso de seguir transitando por la única senda digna de la vida: la de la revolución social.
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