América Latina continúa atravesada por heridas que no cierran, como el genocidio de la conquista, la colonización y la recolonización posterior. Sólo en el siglo XX, las intervenciones, las dictaduras sembradas a lo largo del continente por Estados Unidos dejaron millones de víctimas, con las secuelas del proceso de dominación, expoliación y exterminio, que hasta hoy perduran.
Casi un millón de muertos por la acción represiva de las dictaduras, a lo que se suman otros millones por los crímenes de la miseria, como son las hambrunas o las enfermedades curables, y la violencia de la desigualdad y la injusticia son algunas de las consecuencias.
Ahora en los nuevos planes de recolonización, que pueden reconocerse en los trazados del Consenso de Washington en los años 90 y el proyecto del Área para el Libre Comercio de las Américas, que intentan imponernos, por una parte, y por la otra, el geoestratégico esquema militar, político y económico del Plan Colombia de los años 2000 -sólo para nombrar los más conocidos por nuestros pueblos- podemos advertir lo que se nos prepara para el siglo XXI.
En este contexto, la tarea de los organismos de Derechos Humanos se diversifica y se multiplican los esfuerzos por la recuperación de la memoria y la verdad histórica.
Esto es parte de la repuesta estratégica de nuestra región a los nuevos planes imperiales, toda vez que las "construcciones democráticas" que continuaron a las dictaduras del siglo XX fueron planeadas en las mismas oficinas en que anteriormente se organizó el esquema dictatorial de nuestra región.
En este contexto, las democracias del siglo XXI sobreviven con grandes dificultades, a pesar de lo cuál se advierte un cambio sustancial en el mapa político regional, que en los últimos tiempos encendió las luces de "alerta roja" cuando funcionarios de Estados Unidos advirtieron al presidente George W.Bush, que "América Latina" se les estaba yendo de las manos.
Pero entre las dificultades de nuestras democracias está el tema de la impunidad. No hay democracia posible sin el juzgamiento y castigo para los responsables de delitos de lesa humanidad entre los que se cuentan los hacedores de los planes económicos que correspondieron a las viejas nuevas doctrinas de Seguridad de Estados Unidos. Las estrategias de dominación en estos tiempos son sutiles - aunque ya no tanto- y han permitido una invasión silenciosa en toda la región.
Durante el gobierno de Ronald Reagan, en los años 80, se renovaron las estrategias hacia nuestra región y llevaron a la creación de nuevas instituciones y a la proliferación de supuestas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), que como las tropas, los grupos de choque, las fuerzas especiales o los especialistas en guerras sucias en el plano militar, se aplican a otros terrenos de la vida política de nuestros pueblos.
Hace pocos meses se denunció el entramado de un plan para ejecutar un golpe contra el presidente de Bolivia, Evo Morales. Esto era esperado desde el mismo momento en que el pueblo boliviano derrotó en las urnas otros golpismos de Estados Unidos, que intentaron - especialmente mediante los "golpes blandos" de los medios de comunicación a su servicio- impedir el triunfo de Evo a fines de 2005.
Y es en estos momentos cuando organizaciones indígenas de Ecuador denuncian los planes golpistas contra Evo Morales y se mencionan a esas supuestas ONG estadounidenses como la Agencia para el Desarrollo Internacional (US Agency for International Development, USAID), que financia al National Endowment Foundation (NED), que no son sino la "cara social" de la CIA estadounidense. Esto nos demanda hacer un recorrido sobre la invasión silenciosa que estamos viendo alrededor nuestro.
Suena extraño, por ejemplo, que el NED, conocido aquí como la Fundación (de Financiación) para la Democracia, responsable de una serie de acciones de desestabilización, golpismo y armadas, en diversos lugares del mundo y en América Latina, aparezca como benefactora de algunas organizaciones humanitarias. La NED, como las brujas, está en todos nuestros países. El papel de la NED quedó en evidencia en diversos episodios de desestabilización e intervenciones y "golpes suaves" en Latinoamérica y en su intento de controlar organismos humanitarios, surgidos en la lucha por la justicia en la región.
Un ejemplo de los juegos sucios de esas supuestas "ONGs" estadounidense se intentó de apoderarse y controlar a los organismos de derechos humanos, lo que es un viejo sueño de Washington.
Las "reconciliaciones" que se proponen desde esas ONGs están pensadas no para la justicia sino para la impunidad encubierta. Y todos sabemos que con impunidad, sin independencia real, sin soberanía, ninguna sociedad atrapada puede emprender el camino de una paz segura.
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