Los Tsáchilas no han escapado al fenómeno de aculturación y la pérdida de sus tradiciones, como se puede constatar en la construcción de sus viviendas e incluso de su vestimentas.
Ecuador es un país multiétnico, pluricultural y multilingüe, pues la mayoría de pueblos indígenas tratan de mantener su idioma y las características propias de su cosmovisión.
Una de los grupos indígenas más conocidos, es aquel conocido con el nombre de Colorados, que se asienta al Sur-occidente de la antigua provincia de Pichincha, hoy conocida como Provincia de Santo Domingo del los Tsahilas, entre los ríos Poste, Chihuilpe, Tahuasa y Baba.
Su nombre se debe a la ancestral costumbre de pintarse el cuerpo con rayas rojas y al casco de achiote y leche de sandi que los hombres forman con sus cabellos. Este término no responde a su denominación auténtica, pues ellos se identifican como el pueblo tsáchila que en su lengua tsafiqui significa, gente o persona.
Básicamente son agricultores siembran y cultivan: café, plátano, cacao, yuca y el achiote. En su dieta predomina el plátano preparado en una masa cocida, aderezada con sal y acompañada de carne o pescado, y practican la ganadería, la caza y la pesca como medio de subsistencia.
El territorio de los tsáchilas ha mermado paulatinamente: en la actualidad su extensión es de menos de 10.000 hectáreas, debido a la constante infiltración de colonos, finqueros, y hacendados, que arrebatan ilegalmente sus tierras, dejando reducido el espacio vital de este pueblo.
Lo integran ocho comunas: Otón, Búa, El Poste, Peripa, Naranjos, Congo Grande,Tahuaza y Chihuilpe, siendo ésta última la más importante, donde habitan los Calazacón, célebres curanderos y conocedores de la medicina natural, especialmente de la vegetación tropical y de más de 300 especies que tienen diversas aplicaciones.
Cada comuna está organizada por cabildos, un teniente por cada comuna y un gobernador, que es la máxima autoridad, elegido democráticamente.
Los tsáchilas no han escapado al fenómeno de aculturación y la pérdida de sus tradiciones, como se puede constatar en la construcción de sus viviendas, pues se ha impuesto el uso de materiales como el concreto y el zinc, dejando de lado el pambil de los pilares, la palma, la guadúa de las paredes, piso y techumbre.
La vestimenta de los tsáchilas también ha sufrido considerable variación, sobretodo en las nuevas generaciones: es común encontrar a los jóvenes vistiendo camisa, blue jeans y zapatos tenis conservando únicamente el pelo pintado con achiote que delata la pertenencia a esta nacionalidad.
En las comunas en que se mantiene la vestimenta original, el varón el mampichampa, tela rectangular que va de la cintura hasta las rodillas y que es tejida en franjas horizontales de color azul y blanco. Usa también una corona de algodón o mishilí como distintivo del varón ya casado. El resto del cuerpo está descubierto a excepción del hombro izquierdo en el que suele colocarse una tela de tonos muy vistosos.
La mujer utiliza una falda que le llega hasta cerca de los tobillos, más llamativos por la variedad de matices con que está tinturada. Deja todo su pecho descubierto, costumbre que prácticamente se ha eliminado en las comunas cercanas a la ciudad. En las fiestas, la mujer adorna el pelo con cintas de colores vivos y el cuello con collares de cuentas de cristal, semillas y amuletos.
Actualmente muy poco se confecciona el vistoso traje para el hombre y la mujer, la mayoría se lo compra en el mercado.
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