Quedaron en reunirse en la gasolinera de la carretera que se encuentra frente al monumento a Simón Bolívar, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, para llevar el dinero de la maña a Monclova, pagar la droga que ya se había apalabrado y regresar con ella. Eran más de 6 millones de dólares envueltos en bolsas de plástico, apilados, ocultos en un tráiler blanco y negro robado. “Si hay pedo”, lo pagarían con su vida, les habrían advertido los jefes de la “plaza” del cártel del Golfo, Miguel y Omar Treviño, quienes además, según la testigo protegido con nombre confidencial Martha, regentean las “plazas” de Zacatecas, Veracruz y Cancún, bajo el mando de Eduardo Lazcano, Z3, y Daniel Pérez Rojas, el Cachetes
Los cinco batos, miembros de la banda de sicarios Los Pitufos, al servicio del cártel del Golfo, se comunicaron por Nextel y llegaron puntuales a la cita. Ya los esperaba el chofer del tráiler que habrían de custodiar, quien revisaba los niveles del vehículo y lo cargaba de diésel para la travesía. Todos iban pertrechados con sus Smiht and Wetsson calibre .40 con sus respectivos cargadores, dinero para gastos y una camioneta Silverado de doble cabina, azul marino, la misma que iría al frente del tractocamión.
El Pitufo mayor, Juan Carlos Villarreal Flores, dice Martha, es el encargado de transportar marihuana y cocaína desde cualquier punto del país hacia Nuevo Laredo, incluso de transportar dinero para la compra de la droga, desde 2002 en que llegó a esa “plaza” y trabajó inicialmente con Los Talibanes.
Segura de lo que habla a cambio de ciertas prerrogativas, la testigo Martha –quien refiere haber pertenecido al grupo de los “L” y de haber sido la encargada de controlar a los Halcones de Miguel y Omar Treviño– dice que la mayoría de Los Pitufos se reúne para planear sus operaciones de narcotráfico en la gasolinera La Concordia, localizada en El Caballito, en Nuevo Laredo, cuna del cártel del Golfo.
Al chofer del tráiler, el sicario Carlos Alfonso Hernández, le dijo Villarreal que lo necesitaban para el operativo. “Me imaginé que eran Los Zetas, La Compañía o el cártel del Golfo, y yo le dije que sí, que me hablara. Me dijo que iba a llevar dinero a Monclova y que en el trayecto me iban a estar custodiando por aquello de los filtros; que me entregarían los papeles del pedimento aduanal con sellos oficiales de color rojo. ‘Cuidado y te quieres dar a la fuga con el dinero porque te encontramos hasta debajo de las piedras a ti y a tu familia, y te arreglamos tu asunto’, es decir, era una advertencia de que me matarían”, recuerda Carlos.
El 2 de abril de 2008, Los Pitufos tenían planeado salir de compras con 66 millones 29 mil 151 pesos, cuando a las 14:30 horas les cayó encima la milicia que patrullaba la ciudad como parte del operativo antidrogas Fuerza de Reacción, advertida por el dueño del tractocamión robado, quien se negó a identificarse ante los militares por temor a que lo ejecutaran Los Zetas.
Los sujetos, al sentir la presencia del personal militar, se pusieron notoriamente nerviosos, intercambiaron palabras y señales de advertencia, subieron los cristales del vehículo y arrancaron la camioneta.
“De inmediato les marcamos el alto y les ordenamos que se bajaran; el conductor bajó el cristal”, describen Carlos Alberto Tejeda González, Antelmo Reyes Fonseca y Abundio Cruz Cayetano, efectivos militares de la Secretaría de la Defensa Nacional, en su parte informativo integrado en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/138/2008.
?Por qué nos van a revisar, sólo estamos trabajando, nos vamos a quejar con derechos humanos –dijo uno de ellos.
?Insistimos en que se bajaran –dijeron los soldados.
El conductor calmó a sus compinches: “No la hagan de pedo, al parecer sí son militares. Aguanten, trataré e arreglar las cosas”.
Bajó del vehículo y se dirigió a los soldados.
?Cómo nos podemos arreglar para que no tengamos problemas, andamos armados por nuestra seguridad y no traemos licencia de portación. Qué tal 100 mil dólares y nos dejan ir.
Uno de los militares ordenó que todos se bajaran del automóvil y que no hicieran ningún movimiento. Fueron rodeados y encañonados José Alberto Martínez Medrano, Juan Eliseo Ramos Reséndez, Jaime Yaén Gómez Gutiérrez y Juan Carlos Flores Villarreal –Los Pitufos, una banda de sicarios al servicio del cártel del Golfo, describe el documento de la Procuraduría General de la República (PGR).
“Martínez Medrano era el jefe de la estaca, dice el reporte militar. Traía instrucciones del jefe de la plaza de que todo saliera bien. Nos dijo que lo pensáramos y que era capaz de darnos 1 millón de dólares para que los dejáramos ir, ya que cuando su jefe se enterara, no se la iban a acabar, que seguramente les darían piso, ya que iban por una mercancía que ya estaba arreglada. Se me acercó el sargento Cruz Cayetano para darme el parte de que ya había detenido al conductor del tráiler, Carlos Alfonso Hernández, quien se puso a llorar y dijo que traían unas maletas llenas de dólares, que las agarráramos y que los dejáramos ir, ya que con su vida pagarían el fracaso del operativo, como se lo había advertido un miembro importante de Los Zetas”.
Carlos insistía –continúa el reporte– en que nos quedáramos con las maletas, pero que lo dejáramos fugarse pues seguramente lo ejecutarían, por lo que procedimos a abrir las puertas del tractocamión con número económico 70153, tráiler donde efectivamente encontramos ocho maletas que contenían envoltorios en plástico que contenían dólares, que una vez sumadas resultaron ser 6 millones 110 mil 950 dólares americanos”.
Carlos Alfonso Hernández perteneció a la milicia, según el reporte mediante oficio número S-14540, del 22 de abril de 2008, suscrito por el primer agente de la Procuraduría de Justicia Militar: “En relación con su oficio número CGD/CCS/255/2008 del 16 del actual (…) se hace de su conocimiento que en los archivos de esta Secretaría de la Defensa Nacional sólo se encontraron antecedentes de Carlos Alfonso Hernández (matrícula C-2828156), quien el 16 de junio de 2001 causó baja como soldado de Zapadores del 3er. Batallón de Construcción y del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos”.
Los Pitufos fueron sometidos por los militares del Primer Regimiento de Caballería Motorizado de Nuevo Laredo y los pusieron a disposición de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) de la PGR. Las armas que portaban y los dólares estadunidenses, así como el tractocamión donde se encontraban las maletas, también.
En el proceso 52/2008 que se abrió en su contra, la testigo Martha identificó a los presuntos responsables de los delitos de delincuencia organizada, portación de arma prohibida y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Declara Martha
“Soy testigo colaborador identificado con el nombre de Martha, como ya lo hice en diversa averiguación previa relacionada con delincuencia organizada. Fui miembro de los ‘L’ y encargado de Los Halcones de Omar y Miguel Treviño, líderes del cártel del Golfo en Tamaulipas, Zacatecas, Veracruz y Cancún, entre otros, bajo las órdenes de Lazcano y el Cachetes. Conozco a algunos integrantes de la organización, ya que siempre he trabajado para brindarles seguridad en Nuevo Laredo. Reconozco a Juan Carlos Villarreal Flores, el Pitufo, y sus sicarios Juan Eliseo Ramos Reséndez, Carlos Alfonso Hernández, Jaime Yaén Gómez Gutiérrez. El Pitufo es el encargado de transportar marihuana y cocaína para el cártel del Golfo, desde cualquier parte del país a Nuevo Laredo, e incluso de transportar dinero para la compra de la droga, y al cual conozco desde el 2002 en que llegaron a la plaza y que trabajaba directamente con Los Talibanes”.
Martha detalla las operaciones de los vigías del cártel del Golfo en varias ciudades de Tamaulipas, en su testimonio ministerial del 8 de abril de 2008, tras su detención y el ascenso de nivel en la organización delictiva de su hombre de confianza, Carlos Rosalío Moreno, el Chalío, un exagente de la policía municipal de Nuevo Laredo a quien Martha había asignado la central de radio de Los Halcones para supervisarlos y llevar el control de sus miembros.
“(…) A Chalío lo recluté en octubre de 2003 y le asigné la central de radio de Los Halcones, que consistía en supervisar la central durante tres turnos. La ubicación de la central regularmente cambiaba cada dos meses, ya que eran casas rentadas por miembros de la organización. Cuando yo ingresé a la misma, en mayo de 2002, teníamos un número aproximado de halcones de 450 personas, que se dedicaban a vigilar las ciudades como Nuevo Laredo, Piedras Negras, Anáhuac, Guerrero, así como los puntos carreteros que van desde Nuevo Laredo a Piedras Negras; Nuevo Laredo a Anáhuac; Nuevo Laredo a Guerrero; Nuevo Laredo a Monterrey. A últimas fechas, ya sólo teníamos 150 halcones, los cuales vigilan durante las 24 horas del día y se van turnando cada 12 u ocho horas de acuerdo con las necesidades del trabajo de la organización (…)”
Martha, una expolicía municipal de Nuevo Laredo desde 1986, comisionada en la base uno de radio y teléfonos, delató ante el Ministerio Público federal a varios lugartenientes del cártel del Golfo, como Dora Luz Henriquez Sánchez, alías Dorita; Luis Fernando Prado Hernández, el Gordo Prado; Rodolfo García Amaya, el Maya; al propio Chalío, quien participó en varios levantones de personas que estorbaban a la organización de Los Zetas; así como a los comandantes Pedro Martínez, Martín González y Roberto de León, entre otros.
“(…) Quiero denunciar a varias personas que forman parte del cártel del Golfo, en virtud de que me enteré que, desde que yo fui detenido, ascendieron de nivel a Carlos Rosalío Moreno Hernández. (…) Respecto a Dorita, desde enero de 2006 ingresó a la organización, ya que la dieron de baja de la policía municipal de Nuevo Laredo por no haber pasado los exámenes, y Omar Treviño la invitó. Su función consistía en pagar los gastos de refaccionaria, hospitales, gasolina para los grupos de halcones, para lo cual recibe 100 mil dólares mensuales que le entrega el cajero de la organización, el Chino; y se encarga de los sueldos de los policías del C4, el Centro de Cómputo y Comunicación de la policía municipal, de la que varios de sus miembros colaboran con el cártel y reciben 300 dólares mensuales. Luis Fernando Prado Hernández, el Gordo Prado, miembro desde 2002, trasporta droga a Estados Unidos por la carretera Rivereña, de dos a tres toneladas por semana, y se apoya en 30 personas. También Rodolfo García Amaya, el Maya, traficante de marihuana, desde 2003, que consigue en Michoacán, por lo cual paga cuota por derecho de piso a Omar Treviño…”.
Desde el C4, Martha se enteraba del trasiego de drogas a través de la comunicación interna por la frecuencia de la policía municipal, así como de la protección que brindan al cártel los comandantes de la corporación Pedro Martínez, Pedro el Bueno; Martín González, quien fue ejecutado; Roberto de León, y otro al que apodaban Padrinito, “que estaban trabajando para la organización”.
Los jefes
El 18 de junio de 2008, como parte del proceso penal en contra de Los Pitufos, el Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia de la Procuraduría General de la República dio respuesta al juez cuarto penal con sede en el penal de máxima seguridad de El Altiplano, en Almoloya, Estado de México, mediante el oficio C1/C4/DGISODF/SRV/3324/08, de la petición de información relativa a Heriberto Lazcano, el Lazca; Daniel Pérez Rojas, el Cachetes; Miguel y Omar Treviño, Sergio Peña, el Concord, relacionados con la averiguación previa AP/PGR/SIEDO/UEIDCS/138/2008.
(…) Este Centro cuenta con información que pudiera estar relacionada con su petición: Heriberto Lazcano Lazcano, el Lazca (…), el 5 de julio de 1991 ingresó al Ejército Mexicano como soldado de infantería; para 1993 ascendió a cabo de infantería. Formó parte del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales. Fue comisionado a partir del 15 de mayo de 1997 a la Procuraduría General de la República, adscrito al estado de Tamaulipas. Solicitó baja del ejército el 27 de marzo de 1998. Fue señalado como uno de los principales miembros del grupo armado Los Zetas, brazo ejecutor al servicio de la organización de Osiel Cárdenas Guillén. Opera principalmente en los estados de Tamaulipas, Veracruz, Nuevo León y Michoacán. Fue detenido el 18 de febrero de 1999 junto con Julián Ramírez Carranza, Roberto Pérez Sierra y Martiniano de Jesús Jaramillo Silva en Reynosa. Tras la detención de Rogelio González Pizaña, el Kevín, el 19 de junio de 2004, las autoridades lo han considerado como su sucesor, bajo las órdenes directas de Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, alías Tony Tormenta. El 19 de junio de 2003, la PGR publicó un cartel con la lista de 31 exmilitares, integrantes del grupo de sicarios a las órdenes de la organización de Osiel Cárdenas Guillén, en donde es señalado (…) Agrega el documento que el Lazca se encuentra relacionado con 14 averiguaciones previas por violación a la Ley Contra la Delincuencia Organizada, portación de arma prohibida y delitos contra la salud.
El Cachetes
(…) Daniel Pérez Rojas, el Cachetes, excabo de infantería. El 18 de octubre de 2001 fue detenido por la policía fiscal federal en la garita del kilómetro 22 de la carretera Matamoros-Ciudad Victoria (…) Ocultaba una pistola calibre .9 milímetros y una granada de mano de tipo “ofensiva”; el vehículo que tripulaba tenía reporte de robo de Estados Unidos. El 27 de diciembre de 2002, un comando de 50 sicarios de la organización del Golfo lo liberaron del reclusorio estatal de Santa Adelaida en Matamoros, Tamaulipas, con un oficio apócrifo, el cual autorizaba la entrega de los reos. Se encontraba sentenciado a nueve años de prisión junto con Manuel Arquisires García, el Meme; Enrique González Rodríguez y Bellanira Flores Montellano. Se encuentra relacionado con varias averiguaciones previas junto con una decena de miembros de la organización (…)
El Cobra
(…) Miguel Ángel Treviño Morales, el Cobra o L4 (…) junto con Iván Velázquez Caballero, el Talibán y Ezequiel Cárdenas Guillén, es identificado como uno de los encargados del trasiego de droga de México hacia Estados Unidos, así como responsables de la plaza de Tamaulipas. Después de la detención del Kevín y Carlos Rosales Mendoza, el Tísico, quedaron a cargo del adiestramiento de sicarios y del trasiego de marihuana y cocaína: Miguel y Omar Treviño Morales, Iván Velásquez Caballero, el Talibán y Máximo García. En noviembre de 2004, después de la detención de Osiel Cárdenas, fue considerado junto con Arturo Sauceda Gamboa, el Karis; Gregorio Sauceda Gamboa, el Caramuela; Arturo Basurto Peña, el Grande, y Alfredo Rangel Buendía, el Chicles, como las personas que se quedaron al mando de la organización, controlando la frontera desde Reynosa hasta Piedras Negras. Se encargaban además de la coordinación de los sicarios de Nuevo León, San Luis Potosí, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Querétaro. El 28 de abril de 2005, en reunión bilateral sostenida entre autoridades estadunidenses (FBI) y mexicanas, se dio a conocer la presunta célula del grupo de Los Zetas, en donde resaltó el nombre de Miguel Treviño, L40, relacionado con cuatro averiguaciones previas (…)
El Concord
(…) Sergio Peña Mendoza, el Concord, vinculado a Miguel Treviño Morales, se le relaciona con el liderazgo del cártel del Golfo en Nuevo Laredo. Es primo del líder financiero en esa ciudad, Antonio Peña Argüelles, Tony Peña, así como de ser el contacto con las autoridades locales y federales. Fue detenido el 12 de junio de 2003 y recluido en el Cereso 2 de Nuevo Laredo, de donde se fugó el 13 de junio de 2006 junto con otros 10 internos en un incidente en el que murieron cuatro personas.
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