El secuestro se practica en la vía pública, viviendas, centros de esparcimiento, en altamar o aviones y se comete contra distintos blancos: hombres de negocios, peatones, transportistas, policías, sacerdotes, migrantes o mascotas. Va al alza en México; las autoridades locales son rebasadas por la capacidad operativa de la delincuencia
No surgen de un vacío. Casi siempre hay indicios, advertencias de que el proceso está en marcha tiempo antes de que se consume el plagio; esto significa también que muchos de esos delitos son evitables, puntualiza Scott Stewart, vicepresidente de Inteligencia Táctica de Stratfor, el centro de análisis en inteligencia geopolítica, de seguridad y economía con sede en Austin, Texas.
En todos los casos de secuestros con motivos económicos o políticos, los captores siguen un proceso que es muy similar al llamado “ciclo de ataque terrorista”: selección del blanco, planeación, despliegue, ataque, escape y explotación. Esto significa que el grupo debe identificar a una víctima; tener un plan para el rapto, el cautiverio y la negociación. Además, contar con recursos humanos y materiales para conducir ese rapto, asegurar al rehén, liberar con vida a la víctima por la ganancia financiera o política y, entonces, escapar.
Durante algunas fases de este proceso, los secuestradores pueden no ser visibles para el blanco, pero –asegura Stewart– hay algunas fases del mismo en que son forzados a exponerse para cumplir su objetivo. Tal como ocurre con los perpetradores de un ataque terrorista, quienes planean un secuestro son más vulnerables a ser detectados cuando llevan a cabo su labor de vigilancia; es decir, antes de que estén listos para desplegarse y consumar su ataque.
El autor de Una mirada al secuestro a través del lente de la inteligencia protectiva reitera lo que ha afirmado en sus anteriores investigaciones de inteligencia: que un secreto de la contravigilancia es que la mayoría de los criminales no son muy buenos en la fase de vigilancia. “La principal razón por la que son exitosos en su misión es porque nadie los observa”.
El momento en que los secuestradores lanzan su ataque, empuñan sus armas y comienzan a disparar puede ser demasiado tarde para escapar. Prepararon con tiempo la ofensiva: ya seleccionaron el sitio adonde se llevará a cabo y emplean toda la fuerza necesaria para superar a su víctima y consumar la operación.
Los secuestradores, como otros criminales, buscan patrones y vulnerabilidades que pueden explotar. Sus oportunidades de éxito aumentan si se les permite llevar a cabo su trabajo de vigilancia y sólo esperan que les llegue la oportunidad para aquilatar las medidas de seguridad (si es que existe alguna) que el blanco utiliza.
Scott Stewart explica que ha observado algunos casos en México en que los criminales “incluso deciden atacar a pesar de que existan medidas de seguridad, como carros blindados y guardias de seguridad armados”. En tales casos, los criminales atacan con recursos adaptados para sobrepasar esa seguridad.
Si hay agentes de protección, los atacantes planearán neutralizarlos primero. Si se trata de un vehículo blindado, encontrarán formas para destruir esa defensa o atacarán al blanco cuando esté fuera del vehículo. “A causa de esto, no se debe permitir a los criminales que conduzcan su tarea de vigilancia como pretenden”, aconseja. Los blancos potenciales deberían practicar un intenso pero relajado estado de “conciencia situacional” que los ayude a detectar la vigilancia hostil.
En este punto, el experto en inteligencia preventiva de Stratfor coincide con las advertencias del coronel retirado del ejército colombiano y actual asesor en seguridad, Ramón Bahamón: “muchas personas, especialmente ejecutivos y funcionarios fueron secuestrados gracias a sus rutinas infalibles”. Esto se explica porque cuando van a secuestrar a alguien, lo primero que hacen los plagiarios es conocer sus modus vivendi y operandi. Quienes no practican la conciencia situacional, son blancos potenciales.
Los secuestradores
Los especialistas en analizar el fenómeno delictivo del secuestro coinciden en señalar que existe una estratificación social o de clase entre quienes se dedican a esa expresión del crimen organizado. Así lo manifiestan el colombiano Ramón Bahamón, el argentino Ernesto Cañeque y los estadunidenses Fred Burton y Scott Stewart.
En el nivel más alto se sitúan las bandas con alto nivel de entrenamiento que realizan secuestros en forma profesional. Ellos se especializan en plagiar a personas de alto perfil económico por los que demandarán rescates en millones de dólares. Frecuentemente, esos grupos emplean a equipos de personal especializado que llevan a cabo una amplia variedad de tareas: recolectan inteligencia, mantienen la vigilancia, plagian al blanco, negocian con la familia de la víctima y establecen y resguardan las casas de seguridad.
En la llamada Carta de Jurica –un conjunto de estrategias preventivas y conclusiones de 80 académicos, analistas, expertos en seguridad y funcionarios mexicanos– se afirma que las bandas que cometen este delito se nutren de expolicías y exmilitares. Ese documento, que resultó de las jornadas de consulta sobre el secuestro celebradas en Querétaro, México, del 25 al 27 de mayo de 2009, agrega que cada vez es más claro el involucramiento directo y abierto de policías estatales y municipales “en activo” como cómplices de esas bandas.
Además, confirma lo expresado por Stewart sobre la vigilancia previa del blanco: “estadísticamente, en la mayoría de los secuestros y los llamados narcosecuestros, los plagiarios realizaron una vigilancia de las víctimas de dos a tres semanas antes del ataque”.
Entre los dos extremos de los grupos de secuestradores existe un amplio rango de bandas de secuestradores que siempre aspiran a ascender de estatus. Los del primer nivel poseen un liderazgo fuerte y capacidad “profesional”, así como amplios recursos que les permite concentrarse en blancos ricos, como vicepresidentes de bancos o empresas. Los del último nivel buscan a los pobres y eligen a sus víctimas al azar para los “secuestros por oportunidad”. Esas bandas están muy lejos de tener la destreza de las profesionales y a menudo retendrán a una víctima por sólo un corto tiempo, como en un secuestro “exprés”.
Tipos de secuestro
El especialista en inteligencia preventiva de Stratfor encontró que aunque los secuestros por rescate y por razones políticas generan mayor interés de los medios y la sociedad, hay otros que en su mayoría no tienen nada que ver con reclamos económicos o políticos. Un número considerable de las retenciones ilegales de personas son conducidas por miembros de una familia por disputas de custodia; otras son ejecutadas por personas enfermas emocionalmente que retienen a su víctima para abusar de ella laboral o sexualmente.
Cuando se habla de secuestro, se asocia de inmediato con el llamado “exprés”. Es el plagio de un blanco de alto valor por motivaciones económicas o financieras en el que se retiene a una hasta que se vacía su cuenta de banco utilizando su tarjeta de crédito. Otro es el “virtual”, en donde no se retiene a nadie y la víctima paga un rescate porque se le hizo creer que un allegado fue plagiado.
Stewart explica que algunos incidentes de piratería en Somalia, en los que grupos armados abordan los barcos europeos y estadunidenses que surcan las aguas del Golfo de Adén (entre Somalia y Yemen) también practican el secuestro económico. En su opinión, esto obedece a que consideran al barco, su carga y la tripulación o pasajeros como bienes valiosos.
En contraste, en Estados Unidos es más frecuente que una persona relativamente pobre sea secuestrada por motivos financieros en lugar de que el blanco sea un individuo de alto perfil económico. Esto ocurre porque los grupos de inmigrantes sin documentos son los nuevos blancos potenciales para el secuestro pues son menos susceptibles de buscar ayuda de las autoridades.
Esto es cada vez más frecuente en ciudades fronterizas como Phoenix, Arizona, adonde la policía ha encontrado a docenas de rehenes inmigrantes retenidos en casas seguras. En otras ocasiones, si una banda de secuestro “exprés” descubre que atrapó accidentalmente a un blanco de alto valor, la retendrá más tiempo y exigirá un rescate más alto. Ocasionalmente, los grupos de ese tipo de secuestro suelen “vender” a una víctima de alto valor a otra banda de secuestro más profesional.
En este punto, el análisis de Scott Stewart concuerda con el estudio que realizó el Grupo Multisistemas en Seguridad Industrial sobre el secuestro en México: el secuestro “exprés” es la operación ilegal con mayor incidencia en este país por su alta rentabilidad debido a que representa bajo riesgo para sus perpetradores. Así lo anunció Alejandro Desfassiaux, presidente de esa firma y dirigente del Consejo Nacional de Seguridad Privada el 20 de mayo pasado.
La investigación encontró que 80 por ciento de los delincuentes que cometen esa modalidad de secuestro son varones. Su objetivo es económico y todos se cometieron en la vía pública contra víctimas; 80 por ciento eran peatones, de ellos 50 por ciento eran mujeres que oscilaban entre los 18 y 35 años.
Esa incidencia sitúa a México como el primer país en el mundo con casos de secuestro denunciados: 8 mil al año, sin que se incluyan los secuestros denominados “exprés” que no se denuncian y que se estiman en cientos.
Hay otro tipo de secuestros, originalmente con fines económicos y que después se transforman en lo que Stewart denomina “extraños”. Son casos en que los plagiarios exigen una suma determinada a cambio de la liberación del secuestrado y nunca la recogen; en otros, la familia pierde todo contacto con los secuestradores y persiste el temor por el destino de sus allegados a pesar de que las autoridades lancen operativos masivos de búsqueda.
Así ocurrió el pasado 12 de mayo en Heidenheim, Alemania, cuando María Boegerl, esposa del banquero alemán Thomas Boegerl fue plagiada de su propia casa. Los secuestradores exigieron una cantidad que le pareció “extraña” al señor Boegerl, quien la entregó en el sitio convenido pero el dinero nunca se recogió. El contacto con los secuestradores se perdió y las autoridades alemanas lanzaron un operativo de búsqueda masiva que incluyó a cientos de rastreadores con perros, helicópteros y buzos. Tres semanas después, apareció el cuerpo de María no muy lejos del sitio en el que se localizó su teléfono celular y relativamente cerca del lugar donde se depositó el pago del rescate.
Secuestros políticos
Scott Stewart recuerda que el 14 de mayo, Diego Fernández de Cevallos “el abogado y excandidato presidencial de alto perfil”, fue secuestrado cerca de su rancho en Querétaro. Fernández salió de su casa en la Ciudad de México para manejar hasta su rancho. Su vehículo fue encontrado abandonado el sábado por la mañana y se dijo que el vehículo mostraba signos de una lucha. No se sabe quién lo secuestró o cuál es la motivación del secuestro.
También hay “secuestros oportunistas” de motivación política, tal como ocurrió con los extranjeros secuestrados en un punto de revisión talibán en Afganistán, o cuando militantes de Al Qaeda del Magreb Islámico retuvieron a un turista europeo en la zona del Sahel en África. En ambos casos, los grupos ven al secuestro como una importante fuente de financiamiento, así como una herramienta de uso político.
En este rubro hay plagios muy bien planeados. Así sucedió en diciembre de 1981 cuando las Brigadas Rojas italianas secuestraron al general James Dozier o cuando el grupo libanés Hezbollá secuestró al periodista Terry Anderson en marzo de 1985.
Los blancos potenciales
La mayoría de personas carece del sentido común para tomar medidas de seguridad igual que muchas víctimas de secuestro no creían ser blancos potenciales, hasta que lo fueron. Una vez liberadas de su cautiverio, recuerdan que antes de ser plagiadas percibieron cierta actividad sospechosa y que no tomaron en serio porque no se consideraban a sí mismos posibles blancos potenciales.
La víctima de un secuestro “express” recordó que no hizo caso a su percepción previa: “cuando comencé a caminar por esa calle tuve un mal sentimiento acerca de los tres jóvenes muchachos cerca de un carro, pero seguí caminando de todas formas”. Es lo que Scott Stewart llama “conciencia situacional” y que se estimula a partir de la inteligencia preventiva para determinar adónde son más predecibles y vulnerables las personas susceptibles de ser secuestradas. Ese procedimiento aconseja variar rutas y horarios para evitar ser ubicado en locaciones predecibles.
Los blancos potenciales no tienen que establecer medidas de seguridad que los hagan invulnerables a tales crímenes –es muy difícil y puede ser muy caro–, sino tomar medidas que conviertan a las personas en un blanco más difícil. Dice Stewart que los grupos que conducen vigilancia “pre operacional” prefieren un blanco desprevenido y fácil de cazar.
En retrospectiva, casi cualquier persona que es secuestrada, ignoró, olvidó u omitió alguna indicación de advertencia o peligro.
La Carta de Jurica |
Medidas antisecuestro de la SSP (septiembre de 2008-julio de 2009) |
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