El candidato de la Coalición Unidos por Durango en las pasadas elecciones estatales, José Rosas Aispuro Torres, acusa al gobernador saliente de Durango, Ismael Hernández Deras, de enriquecerse a costa de los cargos públicos y de imponer ilegalmente como sucesor a su delfín Jorge Herrera Caldera. Quien fuera dos veces diputado federal, legislador local y presidente municipal de Victoria de Durango, siempre bajo las siglas del PRI hasta que fue marginado del proceso interno para elegir candidato a gobernador, confía en que el Tribunal Electoral terminará anulando la pasada elección
Autor: Guillermo Fabela Quiñones
Sección: Política
Ni la propia camarilla que detenta el poder tiene confianza en el futuro de Durango, pues está invirtiendo el dinero producto del saqueo en otras partes, afirma convencido José Rosas Aispuro Torres, abanderado de la Coalición Unidos por Durango. Sostiene que la continuidad en el ejercicio del poder sería lo peor que le pudiera pasar a los duranguenses, ya que el grupo que encabeza Ismael Hernández Deras sólo busca los cargos públicos para enriquecerse, situación que ha conducido al estado a la peor crisis de su historia en materia económica, financiera, social y política.
Al expriista le llama la atención que, no obstante los “muchos intentos de la camarilla por desalentar la participación ciudadana en las urnas”, se rebasó el 50 por ciento del total de electores.
En entrevista con Contralínea, el político duranguense puntualiza que si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) no avalara la impugnación presentada por la Coalición que formaron los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Convergencia, se estaría condenando a Durango a sobrevivir sin lo único que sostiene el diario vivir de sus habitantes: la esperanza. “Sería tanto como decirle a la sociedad: ‘Acepten sin chistar las condiciones creadas por el gobierno de Hernández Deras, de inseguridad, impunidad, desempleo’. Sería tanto como avalar un estado de cosas que tiene a los duranguenses en creciente zozobra, pues sin seguridad no puede haber confianza”. Afirma que ni los propios amigos de Ismael la tienen, por eso se están yendo de Durango, y menciona el ejemplo del Grupo Industrial Durango, de los hermanos Rincón Arredondo, el más importante del estado.
Conduciendo él mismo su camioneta y solo, pese a la situación que vive en lo personal por haberse atrevido a cuestionar un continuismo, llega puntual a la cita, aún agitado por el agobio de las muchas reuniones en el espacio que le queda luego de atender en la ciudad de México los asuntos concernientes a la impugnación de los comicios ante el TEPJF.
Señala que la experiencia que le dejó el proceso electoral fue muy enriquecedora en lo personal y en lo social, pues comprobó que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuando se aleja de sus principios y pierde el rumbo, como sucede en Durango, deja de ser invencible. Corroboró que la gente deja su conformismo a un lado y pierde el miedo; que la sociedad, cuando se decide, se convierte en una fuerza muy superior a la de una camarilla. Con las limitaciones financieras y de todo tipo que tuvo la Coalición, pudo hacer una campaña muy activa en todo el estado, en trato directo con los habitantes incluso de las regiones más apartadas. “Tengo ahora una más completa visión de los problemas de la gente, y la convicción de que sin desarrollo social, como sucedió en este sexenio, seguirá creciendo la inseguridad, la violencia, el crimen”.
Considera que sigue vigente la tesis de Luis Donaldo Colosio, de que es necesario reformar el poder para que le sirva a la sociedad. Y sentencia: “Mientras el poder se siga concentrando, la sociedad no tendrá perspectivas de desarrollo”.
Al preguntarle cuáles considera las principales fallas del proyecto político encabezado por él, responde: “La premura con la que trabajamos para formar una coalición entre fuerzas divergentes, sin haber tenido el tiempo suficiente para negociar con cada grupo un proyecto unitario. No hay que perder de vista que partimos de cero, que fuimos aquí en Durango los que iniciamos las coaliciones, quienes abrimos la brecha para lograr triunfos contra el PRI en Puebla, Oaxaca y Sinaloa. Fuimos los pioneros. El principal acierto fue haber sentado las bases de un proyecto que supo hacer a un lado las cosas que nos desunen y dividen como oposición, para coincidir en temas cruciales. Pudimos comprobar que son más las coincidencias que las diferencias”.
Respecto de los probables escenarios derivados del dictamen del Tribunal Electoral federal, puntualiza que el más razonable y creíble sería la anulación de las elecciones, lo que llevaría al nombramiento por el Congreso estatal de un gobernador interino, quien en 45 días convocaría a nuevas elecciones para gobernador, que tendrían que celebrarse en un plazo no mayor a 90 días. El otro sería reconocer el triunfo “muy dudoso” del contador Jorge Herrera Caldera, “pese a las muchas pruebas que presentamos para acreditar su anulación. En ese caso, el problema no sería sólo para Durango, sino para el propio Tribunal federal, al sentarse un pésimo precedente que lo deslegitimaría para arbitrar procesos electorales en 2011 y 2012. ¿Qué confianza se le podría tener a una institución que se presta a avalar las triquiñuelas de una camarilla voraz que sólo ejerce el poder para enriquecerse?”, se pregunta.
Está convencido de que al incumplir su papel de árbitro imparcial, el daño que haría el TEPJF no sería sólo a los duranguenses, sino al país, por las consecuencias de su propia deslegitimación ante un fallo increíble, pues la Coalición presentó abundantes pruebas acusatorias de la elección de estado y fraudulenta propiciada por el gobernador Hernández Deras. Se estaría cancelando la posibilidad de avanzar en la democracia, de favorecer una sana alternancia que haga valer los legítimos derechos de la sociedad. “Se estaría enviando el mensaje de que las elecciones no tienen importancia real, pues lo único que vale es el voto duro del partido con mayor capacidad de manipulación. Se estaría promoviendo el abstencionismo y así se daría el tiro de gracia a un sistema democrático que apenas empezaba a despuntar”.
Pone énfasis al hablar acerca del conformismo del pueblo de Durango, que puede ser derrotado, como se demostró durante la campaña electoral, pues fue muy claro el apoyo a su propuesta de cambio en las instituciones, para ponerlas al servicio de la gente. Por eso está convencido de que se requiere un proyecto social que involucre más al ciudadano común, más que a los propios partidos, para que haya una verdadera apertura política, económica y social que se traduzca en cambios positivos para la sociedad y no queden como cambios cosméticos, como fue el caso con Hernández Deras, cuyo gobierno se esmeró en cambiar sólo la fachada de Durango capital, sin hacer nada sustancial que mejorara la vida de la población.
Esto se debió, afirma, a que la gente tiene más conciencia cívica, situación que alarmó a la “camarilla” gobernante. Por eso comenzaron una campaña abierta y soterrada para inhibir la participación ciudadana, hasta el día de las elecciones llegaron a “evidentes actos de sabotaje y terrorismo”. No aceptan, quienes detentan el poder con fines muy personales, que la gente no busca confrontación, sino una elemental justicia, que las cosas sigan un rumbo favorable a todos, no sólo a unos cuantos. La gente comienza a abrir los ojos a la realidad y quiere una alternancia que abra paso a la esperanza en un futuro mejor. “La ciudadanía ya no se deja llevar por falsos espejismos, por cascarones bonitos por fuera pero horribles por dentro; quiere verdaderas transformaciones que le permitan una vida menos dura, sobre todo para sus hijos. Quiere líderes comprometidos con la sociedad, no con los poderes fácticos”.
Considera “una ruindad de la camarilla gobernante” querer perpetuar condiciones contrarias al desarrollo social, cuando es urgente y vital promoverlo, primordialmente con una transformación educativa que favorezca mejores niveles de conocimiento a una juventud que enfrentará un mundo muy contradictorio. Se requiere, afirma, vincular más la educación a las necesidades productivas del estado, que sea la palanca del desarrollo, sobre todo regional, y así poder aprovechar los muchos recursos naturales que aún tiene Durango, como la minería y los bosques, además de la riqueza ganadera. Puntualiza que el verdadero desarrollo no se da por decreto, sino mediante la educación sistemática orientada a promover un conocimiento más concreto de nuestro entorno.
Cuando se le pregunta, por último, qué respondería a quienes lo acusan de haber traicionado al PRI, responde: “Si porque no acepté las condiciones que me imponía una camarilla que mira con desprecio a la gente y a la democracia, se me acusa de traidor, en ese caso sí soy un traidor. Que la sociedad sea la que juzgue y dé su veredicto. La camarilla no aceptó una lucha abierta en igualdad de condiciones; se fue por la imposición antidemocrática. Traidores son ellos porque utilizan al PRI con fines muy particulares, sólo para proteger sus intereses. No acepté ser cómplice y por eso me acusaron de traidor. Que la sociedad sea la que nos juzgue”, finaliza y se despide.
Citar fuente: Contralínea 199 – Publicado en internet: 15 de Septiembre de 2010
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