Más de la mitad de los representantes de México en el extranjero no son diplomáticos de carrera y muchos deben su nombramiento a su cercanía con el partido en el poder. Las embajadas y consulados se transforman en trofeos, refugio de políticos y catapultas hacia otros cargos públicos. Aunque práctica de antaño, la designación de personas ajenas al Servicio Exterior Mexicano se intensifica en los gobiernos panistas
Más de la mitad de los agentes diplomáticos y cónsules generales de México no pertenecen al Servicio Exterior Mexicano (SEM), aun cuando por ley este cuerpo de funcionarios es el encomendado de representar al país en el extranjero y de ejecutar la política exterior.
Ello refleja no sólo la falta de profesionalización de quienes integran la diplomacia mexicana, sino también cómo los encargos diplomáticos se han convertido en “premios” para políticos, miembros del gabinete o amigos del presidente de la República, señala el embajador retirado Antonio Dueñas Pulido.
Miembro de la Asociación del Servicio Exterior Mexicano (ASEM), Dueñas Pulido reconoce que esta práctica ya existía desde la época priista, no obstante, advierte, se ha acentuado con los gobiernos panistas.
La consecuencia de ello es que la política exterior “se vuelve errática”. Esto exhibe que, en materia internacional, el país carece de una política de Estado y en su lugar cuenta con una estrategia política de partido.
El senador perredista Graco Ramírez Garrido Abreu, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores, coincide con que las representaciones diplomáticas de México se han usado como “refugio político” lo mismo para funcionarios y exfuncionarios públicos que para miembros de los partidos políticos.
Para Rubén Camarillo Ortega, senador del Partido Acción Nacional (PAN) e integrante de la misma Comisión, la designación de personas sin carrera diplomática es justificable, toda vez que es una práctica que “siempre ha existido”.
Más aún, el legislador considera que “es una práctica conveniente bajo circunstancias especiales” y “que se debe mantener” para cuando se tiene un tema en particular con un país y se requiere a una persona “con un cierto perfil y no necesariamente a un miembro del SEM”.
Camarillo Ortega asegura que menos de la décima parte de las ratificaciones que han hecho en el Senado de la República corresponde a personas ajenas al Servicio Exterior Mexicano.
Sin embargo, el embajador en retiro Dueñas Pulido estima que dicha proporción alcanzaría el 60 por ciento entre quienes actualmente integran el cuerpo diplomático del país, conformado por agentes diplomáticos y cónsules generales de 73 embajadas, 70 consulados y siete representaciones en organismos internacionales.
Por ejemplo, Fernando Estrada Sámano, panista de larga trayectoria que ha recibido tres nombramientos como embajador y uno como cónsul en los gobiernos de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, aunque carece de formación como internacionalista.
En la lista de representantes en el exterior, también figura el exmagistrado Luis Malpica y de la Madrid, quien además de su experiencia en el Poder Judicial ocupó varios cargos en el Banco de México y fue subdirector general del Banco Nacional de Comercio Exterior.
Actualmente, Malpica y de la Madrid se desempeña como cónsul de Houston, Texas. Su única experiencia en el servicio exterior proviene de su anterior encargo como cónsul en San Juan, Puerto Rico, también encomendado por Calderón Hinojosa.
La politización de la diplomacia
El pasado 24 de marzo, el Senado de la República ratificó el nombramiento de cuatro cónsules para las ciudades estadunidenses de Chicago, Denver, Los Ángeles y Nueva York; ninguno de los elegidos pertenece al SEM.
El senador Ricardo Monreal Ávila, del Partido del Trabajo, calificó de “sospechoso” el nombramiento de los cónsules, puesto que se da un año antes de las elecciones presidenciales y en urbes que alojan un importante número de migrantes mexicanos. Para el legislador, esto podría implicar una promoción política a favor del partido que representan.
Y es que la propuesta que los senadores recibieron de Calderón Hinojosa incluyó a políticos panistas: David Figueroa Ortega para el consulado en Los Ángeles, California, y Eduardo Arnal Palomera para Chicago, Illinois.
La triada de allegados al panismo la completó Andrés Imre Chao Ebergenyi, llamado para el consulado en Denver, Colorado. En el dictamen que ratificó su nombramiento, se menciona que fue secretario auxiliar en el equipo de transición de Fox Quesada y luego formó parte de la secretaría particular de la Presidencia durante su sexenio.
Antes de sumarse al grupo foxista, Chao Ebergenyi había sido coordinador de radio y televisión de la campaña presidencial de 2000, pero del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Antes tuvo el mismo encargo para la elección de 1994, y un año después fue secretario particular del director de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación, entonces a cargo del priista Emilio Chuayffet.
El cónsul de Nueva York, Carlos Manuel Sada Solana, también proviene de la política, pues fue presidente municipal de Oaxaca en la década de 1990.
En su intervención ante el pleno del Senado, Monreal Ávila acusó que algunas representaciones en el exterior “se convierten en oficinas partidistas y de promoción política”. A pesar de su exhorto para que se analizara el perfil de los designados antes de ratificarlos, ese mismo día los senadores dieron su visto bueno a la elección del Ejecutivo.
Pero los cónsules Figueroa Ortega, Arnal Palomera y Chao Ebergenyi no son los únicos cercanos al partido en el poder que han sido favorecidos con cargos diplomáticos en este sexenio.
El embajador Arturo Sarukhán Casamitjana, representante de México ante Estados Unidos, fue coordinador de asesores en política internacional de Calderón Hinojosa cuando éste era candidato presidencial. Incluso se especuló que sería nombrado titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), encargo que finalmente se le dio a Patricia Espinosa Cantellano.
Junto a la designación de Sarukhán Casamitjana, también se eligió a Emilio Rafael Goicoechea Luna como embajador de Canadá. Habían pasado apenas tres meses de terminado el sexenio foxista cuando Goicoechea Luna, secretario particular de Fox Quesada, recibió el nombramiento. En septiembre de 2009, se le nombró embajador en Nueva Zelanda, cargo que ocupa actualmente.
Otro panista que se ha visto favorecido es el actual embajador de Paraguay, Fernando Estrada Sámano. Hasta antes de 2001 –cuando fue elegido como embajador en el Vaticano–, había desempeñado diversos cargos dentro del partido blanquiazul: fue diputado federal dos veces y candidato a senador y gobernador, siempre al cobijo de Acción Nacional.
El último cargo de Estrada Sámano antes de ser enviado a la santa sede fue dentro del equipo de transición de Fox Quesada. En la actual administración, también fue nombrado cónsul en Boston, Massachusetts.
El embajador en Cuba, Enrique Gabriel Jiménez Remus, es otro militante del PAN. En su trayectoria, figura haber sido dos veces diputado federal y presidente del partido en Jalisco. Previo a su comisión en la isla, tuvo el mismo encargo en España durante el sexenio foxista.
Tras la salida de Jiménez Remus de la embajada en España, ésta le fue otorgada a otro panista: Jorge Zermeño Infante, expresidente municipal de Torreón, Coahuila, exsenador y exdiputado federal. Ninguno de estos tres personajes pertenece al SEM.
En su artículo “La diplomacia mexicana: entre políticos y servidores de carrera”, Alejandro Acosta refiere que durante el sexenio foxista también hubo “benevolencia hacia el agregado civil o político” en las designaciones diplomáticas.
Tal fue el caso de Luis Felipe Bravo Mena, militante panista y cercano del expresidente, quien fue enviado al Vaticano “como premio de consolación”, luego de que su partido no lo consideró en las precandidaturas de cara a la elección presidencial de 2006, ni como candidato a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
En noviembre de 2008, Calderón Hinojosa lo trajo de regreso y lo nombró su secretario particular hasta enero pasado: fue remplazado por Roberto Gil Zuarth. Ahora es el candidato panista al gobierno del Estado de México.
Durante la administración foxista, también se designó a Augusto César Leal Angulo para la embajada de Grecia. Él fue consejero nacional de Acción Nacional durante 12 años y presidente del partido en Veracruz; también fue secretario de Desarrollo Económico en Sinaloa y diputado federal.
María Teresa Segovia de Madero fue designada embajadora en Canadá en el sexenio pasado. Antes de su encargo, había sido alcaldesa de San Pedro Garza García, el municipio más rico del país, y diputada local en Nuevo León.
Aunque diplomático de carrera, Enrique Berruga Filloy, exembajador de México ante la Organización de Naciones Unidas, también es cercano a Fox Quesada.
Acosta señala en su trabajo, publicado en la revista El Cotidiano, que aproximadamente el 35 por ciento de las 130 representaciones diplomáticas que existían entonces estaban comandadas por elegidos políticos, la mayoría por ser simpatizantes del partido en el poder.
Más premios que castigos
El decano del Centro de Estudios Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la Universidad Nacional Autónoma de México, Edmundo Hernández-Vela Salgado, critica que esta práctica está quitando espacio a los diplomáticos de profesión.
“Entiendo que hay ciertas necesidades en los gobiernos y que todos lo hacen, pero debería ser una cuota mínima, simbólica, en la que se nombre a esos personajes ahí donde su desempeño limitado no va a ocasionar problemas. Es decir, que no sea un premio mandarlos a las embajadas más peleadas porque ahí se vive mejor”, puntualiza.
El embajador en retiro Dueñas Pulido explica que las sedes más codiciadas son justamente donde suelen estar los funcionarios y políticos cercanos al presidente; las más de las veces, ajenos al servicio diplomático de carrera.
Se trata de “las perlas de la corona”, llamadas así no sólo por ser las representaciones más importantes en el extranjero, sino porque son las que reciben los mayores presupuestos para su operación.
Entre éstas, se encuentra la embajada en Estados Unidos, a la que se le otorga el mayor monto de entre todas las representaciones de México en el exterior. Tan sólo el año pasado, el embajador Sarukhán Casamitjana recibió 5 millones 470 mil dólares como presupuesto (64 millones 209 mil pesos al tipo de cambio actual).
Otras “perlas” son las oficinas en Canadá y España, a las que el gobierno mexicano asignó, en promedio, el equivalente a 26 millones 640 mil pesos como presupuesto en 2010. Ambas son ocupadas por políticos panistas: Francisco Javier Barrio Terrazas y Jorge Zermeño Infante, respectivamente.
En las embajadas en Francia y Reino Unido –también entre las más ambicionadas– despachan los primos Carlos Alberto de Icaza González y Eduardo Medina-Mora Icaza, aunque sólo el primero es diplomático de carrera.
Los nombramientos de Barrio Terrazas y Medina-Mora Icaza son paradigmáticos de una práctica señalada tanto por el exembajador como por el académico Hernández-Vela Salgado, en la que los puestos de embajadores y cónsules sirven para paliar destituciones o rechazo de otros cargos.
La designación de Barrio Terrazas, hecha tras la salida de Goicoechea Luna en 2009, se dio cuatro años después de que el político panista buscó, infructuosamente, ser el candidato de su partido en la elección presidencial de 2006. Tal postulación se le concedió finalmente a Calderón Hinojosa, quien ya como titular del Ejecutivo fue responsable de encomendar a Barrio Terrazas al país norteamericano.
En el caso de Medina-Mora Icaza, su nombramiento como embajador vino tras ser destituido como titular de la Procuraduría General de la República (PGR) y aun cuando carecía de experiencia como diplomático.
Los entrevistados también critican que los encargos consulares se determinen en un sistema de premios y castigos, donde las sedes más apetecidas se otorgan como canonjías para los amigos o partidarios políticos.
Ejemplo de ello es el actual embajador en China, Jorge Eduardo Guajardo González. El periodista Miguel Alemán escribió en su columna Itinerario político, del 9 de diciembre de 2007, que el embajador fue uno de los promotores de la candidatura de Fox Quesada entre el empresariado de Nuevo León, donde había trabajado entre 1997 y 2000 como director de Comunicación Social del gobierno estatal.
Más tarde, durante la campaña presidencial de 2006, se encargaría también de recaudar fondos para promover a Calderón Hinojosa.
Aunque es licenciado en relaciones internacionales, la trayectoria profesional de Guajardo González ha sido como relacionista público. No obstante, en 2005, en la última etapa del gobierno foxista, fue designado cónsul en Austin, Texas. Ya en la administración calderonista, recibió su segundo encargo diplomático al frente de la embajada en Pekín.
El exdiplomático Dueñas Pulido acota que algunos de esos “premios” se dan incluso –o quizá debido a ello – cuando pesan acusaciones o cuestionamientos sobre el desempeño profesional de los designados.
Tal es el caso de Eduardo Ibarrola Nicolín, quien fungió como subprocurador jurídico y de asuntos internacionales de la PGR de 1996 hasta 2002, cuando se le designó cónsul en Houston, Texas.
Dicho llamamiento se hizo al tiempo de que el gobierno suizo lo señalara por, supuestamente, obstaculizar investigaciones sobre la procedencia ilícita de recursos de Raúl Salinas de Gortari.
En mayo de 2001, Francisco Rodríguez escribió en su columna Índice político que el representante de la empresa de informática International Business Machines, Kaveh Moussavi, denunció que en 1992 Ibarrola Nicolín le habría exigido el pago de 1 millón de dólares a nombre de Raúl Salinas de Gortari para asegurar la venta de un sistema de cómputo a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Un año después, y previo a la ratificación de Ibarrola Nicolín como cónsul, Rodríguez recordó cómo gracias a la prescripción y a la mala integración de los expedientes que hizo el equipo del exsubprocurador, se dejó en libertad a personajes acusados de delitos financieros, como Carlos Cabal Peniche, Ángel Isidoro Rodríguez Sáez y Óscar Espinosa Villarreal.
Incluso, el editorialista y exdiplomático Humberto Hernández Haddad bautizó este procedimiento de fallas como “método Ibarrola”.
A la fecha, Ibarrola Nicolín es embajador en Guatemala y previamente ocupó el cargo de jefe de cancillería en la embajada en Estados Unidos.
Diplomacia gerencial
El académico Hernández-Vela Salgado señala que esta práctica de no exigir una formación como internacionalistas a quienes ejercen las funciones diplomáticas es deliberada, pues la directriz ahora es tener “gente obediente, que cumpla instrucciones”.
Y para tal propósito funciona mejor gente poco preparada, pero “simpática y favorable al gobierno en turno”, expresa.
A decir del titular del Seminario de Política Internacional en la FCPS, durante los últimos cinco gobiernos –todos de corte neoliberal–, ha habido un alejamiento de los principios que tradicionalmente habían normado la política exterior del país y se ha favorecido una tónica de libre mercado en las relaciones internacionales.
Refiere que, incluso, Fox Quesada intentó cambiar la estructura de la SRE y nombrar gerentes en lugar de embajadores, pretensión que finalmente no prosperó.
“Quién sabe si hubiera sido mejor dejarlo, hubiera sido menos engañoso, porque está hablando de una realidad”, reflexiona el académico, para quien Calderón Hinojosa instruye al cuerpo diplomático sólo el impulso a la inversión foránea y a los negocios con los extranjeros.
Práctica conveniente
La Ley del Servicio Exterior Mexicano define a éste como el “encargado específicamente de representarlo [al Estado mexicano] en el extranjero y responsable de ejecutar la política exterior”. Sin embargo, la ley no obliga a que los cargos de agentes diplomáticos y cónsules generales sean ocupados únicamente por sus miembros.
Por el contrario, se otorga al presidente la prerrogativa de seleccionar personas ajenas al servicio diplomático, pues sólo estipula que tales designaciones se harán “preferentemente entre los funcionarios de mayor competencia, categoría y antigüedad en la rama diplomático-consular”.
Además, el artículo 89 constitucional le concede la facultad de designarlos y removerlos libremente.
Los laxos requisitos que establece la ley para ser agente diplomático o cónsul general también favorecen la discrecionalidad en su elección: ser mexicano por nacimiento y no tener otra nacionalidad, ser mayor de 30 años, tener “buenos antecedentes” y no pertenecer al estado eclesiástico ni ser ministro de culto.
Respecto de la preparación académica, sólo pide contar con una licenciatura, aunque no especifica que ésta tenga que ser en relaciones internacionales.
El exembajador Dueñas Pulido, quien fue miembro del Servicio Exterior Mexicano por más de 30 años, refiere que, durante la administración foxista, la ASEM cabildeó para que se reglamentaran las designaciones diplomáticas y se definieran cuotas para personas ajenas al servicio profesional de carrera.
Jorge Castañeda Gutman, entonces secretario de Relaciones Exteriores, estableció la Comisión para la Reforma del Servicio Exterior Mexicano –presidida por Jesús Silva Herzog Flores– con el fin de estudiar la propuesta. El resultado fue una reforma a la ley, mas ésta no incluyó el tema de la regulación de cuotas en el servicio diplomático.
El también exdirector general de Europa Oriental por la SRE agrega que los acercamientos al Congreso de la Unión “para que desempeñe un papel más activo en la defensa del servicio profesional” tampoco han fructificado.
Dueñas Pulido duda que los legisladores motivarán una modificación al respecto, pues tanto ellos como los miembros del gabinete y de los partidos políticos ven al servicio diplomático como un “escalafón de espera” en lo que se procuran otro cargo. Ni priistas ni panistas ni perredistas estarán dispuestos a cerrarse esa posibilidad.
Senado incondicional
El pasado 6 de abril, Manuel Rodríguez Arriaga fue ratificado como embajador en Perú, país con el que México acaba de establecer un tratado de libre comercio.
Previo a su nueva encomienda, Rodríguez Arriaga fungió como cónsul en Chicago, donde asociaciones de migrantes mexicanos criticaron su “actitud déspota”. Además, acusaron que, desde su llegada, se habían reducido los trámites consulares y habían aumentado las redadas sin que el cónsul levantara una queja al respecto.
Incluso, el año pasado, el diputado priista Héctor Pedraza Olguín presentó un punto de acuerdo en la Cámara de Diputados para exhortar a la SRE a revisar la gestión de Rodríguez Arriaga.
Aun con estos antecedentes, su ratificación fue inmediata y no motivó discusión alguna en el pleno del Senado. Un día antes, entrevistado por Contralínea, el senador perredista Ramírez Garrido Abreu había reconocido que “hay un Senado incondicional que no aplica su política, su contrapeso, su control constitucional”.
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