Escuela Normal Rural Vasco de Quiroga, Tiripetío, Michoacán. El analfabetismo es un problema crónico en México que a más de 100 años del inicio de la Revolución no se ha logrado abatir. Las normales rurales surgieron para combatir este flagelo. Desde su fundación, han jugado un papel fundamental en la educación de las comunidades campesinas e indígenas de todo el país. Gran parte de los avances en la educación y la alfabetización se debe al trabajo de estas instituciones.
Las escuelas normales rurales abren sus puertas a hijos de campesinos y obreros que no cuentan con los recursos económicos suficientes para cursar estudios de nivel superior. La educación que reciben en estas aulas los capacita para desenvolverse principalmente en el medio rural. Esta capacitación busca adecuarse a las necesidades de los niños campesinos y sus familias que generalmente habitan en zonas agrestes, apartadas de las ciudades y, la mayoría de las veces, sin servicios básicos.
La aportación de las normales rurales es, hasta el momento, insustituible. No se trata sólo de que muy pocos egresados de las normales urbanas estén dispuestos a trabajar en comunidades pobres, lejos de las comodidades citadinas. Se trata del enfoque de educación integral que buscan desarrollar los normalistas rurales en las comunidades campesinas. La formación del normalista rural le permite establecer con sus alumnos y sus comunidades un proceso educativo que incluye el aspecto académico, pero también el cultural, el deportivo y el productivo. Michoacán es un ejemplo del papel que el normalismo rural desempeña en toda la nación.
La Escuela Normal Rural Vasco de Quiroga, ubicada en la comunidad de Tiripetío, se mantiene firme en el modelo educativo heredado de la Revolución Mexicana. Ello, a pesar de la insuficiencia del presupuesto destinado y la imposición del esquema de “financiamiento compartido”, que obliga a las familias a pagar los servicios de un derecho que debe ser gratuito.
Hoy más que nunca, la educación en Michoacán está llamada a recuperar su potencial transformador y preparar a las personas y a las comunidades para anticipar el cambio, orientado a la construcción de otro mundo posible en el que prevalezca la justicia, la dignidad, la democracia y la paz. La construcción de estos modelos alternativos está en marcha.
El gobierno de Michoacán ha privilegiado la instauración de “escuelas multigrado”, que se caracterizan por ser unitarias, bidocentes o tridocentes. Es decir, que un solo maestro atiende varios grupos, o un gran grupo con alumnos de diferentes grados. A la fecha, el 39.6 por ciento de las escuelas públicas de Michoacán se encuentra en esta situación: 14.9 por ciento es unitaria; 15.1 por ciento, bidocente, y 9.6 por ciento, tridocente. Esto sucede, principalmente, en las zonas rurales. Queda claro que se necesita la creación de más instituciones formadoras de docentes para ofrecer una educación pública de calidad a los niños más pobres del estado.
La solución al problema educativo debe buscarse en la experiencia de los profesionales de la educación mexicanos y latinoamericanos. Nunca podrá ser resuelto con las recetas ideadas desde los lujosos despachos de organismos internacionales ?como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y, entre otros, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos?, pues generan políticas tan alejadas de la realidad como la llamada Alianza por la Calidad de la Educación, la cual ni siquiera cuenta con los criterios pedagógicos-educativos de los docentes. ¿Por qué se pretende que organismos externos definan las políticas educativa, cultural y social de México? Los criterios para imponer estas políticas no son académicos ni científicos, ni profesionales; son ideológicos y políticos. Se imponen simple y sencillamente porque tienen el mismo fin que han anhelado los que actualmente gobiernan el país: la privatización de la educación pública y la utilización de este derecho para imponer una cultura proempresarial y proestadunidense.
Como normal rural, la escuela de Tiripetío refrenda el compromiso con un plan educativo integral en Michoacán. Mantendremos y fortaleceremos la relación escuela-comunidad mediante la cual se enriquece el proceso enseñanza-aprendizaje y, al mismo tiempo, se beneficia a los pobladores del trabajo y los conocimientos de los alumnos. Se seguirán generando estrategias de desarrollo comunitario desde la escuela.
También refrendamos el compromiso de organizar y orientar a los pueblos y comunidades para acabar con el sometimiento al capitalismo y la explotación del ser humano. Nuestra principal herramienta seguirá siendo la educación científica y popular. Tenemos claro que la defensa de la educación pública implica también la defensa de la tierra, el trabajo, la salud y la vivienda.
Michoacán y el país necesitan más instituciones formadoras por docentes críticos que transformen los proyectos educativos estatal y federal.
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